Capítulo diecisiete. (FINAL)

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Alanna mira al rizado por la ventana, recordando los viejos tiempos, cuando no se atrevía a hablarla y él simple hecho de su presencia la ponía nerviosa. Cuando pensaba que él jamás se voltearía a dirigirle la mirada.

Le parece gracioso como las cosas han cambiado, ahora Finn gusta de ella, cosa que había estado segura que nunca sería posible

A veces es cuestión de conocer a las personas, uno tiene una perspectiva de alguien con quien nunca ha hablado, y cuando por fin lo hace puede ser completamente diferente. Ella pensaba que Finn era serio, y quizá antipático, pero la verdad era que era tímido y Alanna tampoco se acercaba a hablarle.

Ahora que ha llegado a acercarse más a él su forma de pensar ha cambiado. Quizá no sea el más extrovertido pero es atento, amable y, definitivamente, hace que su corazón se acelere con fuerza.

Aunque de todas formas ya lo hacía cuando no tenía el gusto de conocerlo.

Observa como Finn se concentra en el libro, sin percatarse de que está siendo vigilado. Sus labios se fruncen cuando parecen leer algo que le disgusta y diferentes gestos emanan de su rostro con tal va leyendo lo que tiene entre las manos.

Alanna se cautiva por completo en lo que ve. Mira su negro cabello que cae hasta su orejas, las pecas que se extienden por sus mejillas y sus ojos oscuros. Su corazón late con fuerza contra sus costillas y su estómago cosquillea volientamente.

No ha hablado con él desde que han regreso del viaje, pues no ha habido tiempo. Y ayer, cuando su madre le dio la grandiosa noticia de que no había más inconvenientes para salir con él, pensó que hoy podría compartirselo, pero el día ha transcurrido y las cosas que hacer no parecen querer dejarla ir.

Su madre le ha pedido que por favor haga el pastel para la cena de hoy, pues se han conseguido los ingredientes y lo habían planeado desde hace un tiempo. Por suerte, la cena sería compartida con los Wolfhard. Un maravilloso acontecimiento a lo que ella respecta.

Se decide por dejar de entretenerse con el muchacho y bajar a hacer el dichoso postre, para no arriesgarse a que Allina llegue y que no esté listo, y lo que eso conlleva.

La casa se encuentra prácticamente sola, con nada más que su presencia. Por lo que se desliza entre sus pasillos con despreocupación, sin inquietud alguna. Su madre ha ido a comprar unas cosas para su abuela y su padre ha salido por un asunto del trabajo.

Eso causa que una idea pase por su cabeza.

Cubre sus pies descalzos con una sencillas zapatillas y sale de su casa sin siquiera cerrar la puerta. Atraviesa la calle y llega a la entrada de los Wolfhard. Toca el timbre sin pensarlo.

Se arrepiente instantáneamente, pues después de lo del beso no sabe cómo reaccionaron los padres del muchacho, pero se repite que ya no hay nada que hacer, así que solo espera paciente.

Por suerte, es Finn quién abre la puerta.

Sin poder evitarlo, se lanza a los brazos del pecoso, sin importarle si alguno de sus padres pudiese verlos. Finn ríe ante su entusiasmo y la envuelve devuelta.

—No hemos hablado en una semana—le susurra Alanna, como un reproche para ambos.

Él asiente y la estruja más contra sí.

—Una eternidad—bromea el rizado, y ella carcajea como respuesta.

Se separan mínimamente y Alanna lo mira, éste le sonríe.

—¿Quieres ayudarme a hacer el pastel para la cena?—cuestiona, ladeando la cabeza.

Finn frunce el ceño.

SIXTEEN ¡!【FINN WOLFHARD.】Where stories live. Discover now