Danielle y Dayana

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Aquella noche, las gemelas se hallaban sentadas en aquel bar, hablando animadas. Sin mucho afán de comer hombre, sino más bien de solo entretenerse hablando... más aburridas ya, de lo mismo cada fin de semana y sin saber qué hacer.
Dayana tenía un vestido rojo ceñido al cuerpo, del mismo color que su labial de rojo carmesí. Tenía una alta cola de caballo en algo largo cabello negro, y haciendo resaltar sus hermosos ojos y perfilado rostro.
Danielle estaba en un suelto pero provocativo y muy descotado, vestido plateado de lentejuelas, con el cabello suelto y maquillaje muy iluminado, dándole un aspecto salvaje y seductor. 

Estas miraban aquel bar de intercambio divertidas, mientras criticaban a todas aquellas personas que allí estaban y estallaban en risas, divertidas.

- Mamá, es una experta criticando a la gente. Les da en el punto-. Admitió Dayana
-a la próxima la invitamos-. Soltó Danielle.
-Oh si claro. Má... vente con nosotros a un bar donde hacen intercambios de parejas y follas con gente que veras una sola vez en su vida. ¡Bang! - soltó Dayana.
-Mi mami es joven, esta rica es la más hermosa que he visto y apenas pise este lugar, todos incluso mujeres la invitarían aun reservado.- confeso Danielle.

Ante aquello, ambas asintieron para reír de tan solo imaginarlo. Cuando se percataron que todas las chicas susurraban y cuchicheaban y no entendían la razón, todas se habían alborotado incluso las que andaban con sus respectivas parejas. Lo cual conllevo que estas se miraran curiosas y cómplices.
Todas miraban  cierta mesa, mesa donde por supuesto, estaba ya llena de mujeres.
En aquella mesa estaba un hombre. Este era rubio, alto, por lo que se podía deducir, ojos azules intenso, tenia barba, bien rasurada, tenía un rostro muy varonil, simpático. Era un monumento de hombre.

- Dios mío. Reprodúcelos, multiplícalos y mándamelos así... - soltó silbando Dayana haciendo reír a Danielle que no era muy amante de los rubios. Aunque este podía ser la excepción. Este chico tenía un traje negro, y debajo de esta camisa negra, con una corbata roja sangre que le daba un aspecto muy imponente.
- ¡Ja!-. Soltó Danielle- ¿Lo destruimos?- le pregunto Danielle y esta asintió. - Se ve de esos que son ya sabes, unas calculadoras. Todos fríos y machistas.
- Gay...- salto Dayana haciendo estallar en risas a Danielle. - afeminado. Admítelo....
-Sería muy divertido oírte decirle eso de frente a él-. Escucharon ambas a espaldas de estas, una voz muy varonil, profunda y acento extraño, Danielle fue la primera en voltear para tomarse con un hombre.

Este era alto, tenía el cabello negro y piel trigueña, tenía una chiva negra algo largo pero bien cuidado. Por lo que vio Danielle era árabe, tenía ese aspecto, era de músculos grandes y traje gris, sin corbata y camisa blanca, muy simpático.

- Si deseas podemos sacar deducciones de ti-. Soltó Danielle sonriéndole divertida- eso sí deberías sentarte. Para poderte visualizar bien-. Ante aquello Dayana estallo muy alto en risas. Haciendo reír también aquel árabe.
-¿Ah, sí?-. Pregunto este.- adelante- musito sentándose frente a estas dos hermosas gemelas.
- Magnate árabe, con ocho esposas-. Soltó Danielle y este solo pudo reír muy alto, tan alto que llamo la atención de aquel, rubio que ahora miraba la mesa donde estaban aquellos tres y Dayana se percato de eso, aunque desvió la vista disimulando.
-Jamás he entendido eso de las ocho esposas. Si tener una mujer es una locura, ocho seria la muerte.- admitió él y Danielle salto en su asiento.
- Si a duras penas pueden con una imagínate con varias. - soltó Danielle llamando toda la atención de Dayana.
- Alguien por aquí está muy divertido.- los tres voltearon a ver aquel rubio que tenia a medio bar con las hormonas alborotadas acercándose a ellos con un vaso de licor en la mano.
- Aquí-. Dijo aquel árabe-. Mirando a estas dos hermosas gemelas destruirnos con sus críticas o deducciones-. Ante aquello estas dos rieron.
-Oye, oye... yo solo dije lo que parecía. - salto primero Dayana
- Yo no estaba muy equivocada.
- ¡Claro que sí!-. Se quejo aquel árabe-. Dijiste que tenias ocho esposa. Alá, me libre.
- ¿Qué tantas deducciones sacaron de mi?- pregunto el otro hombre.
- ¡Gay!-. Soltó de una Dayana mirándolo fijo, tomando su vaso y dándose un trago sin dejar de verlo. Aquel rubio subió una ceja, sonriendo de lado con malicia.
- Te aseguro que si entras aun reservado conmigo, te haría gritar mi nombre.
- Hay  no retes a la fiera-. Salió Danielle divertida ante aquella escena.
-¿Perdón?, tu quieres que yo te voltee como una media, ¿No?-. Salto imponente Dayana- No ha llegado el primero que me haga rogar, suplicar, gritar algún nombre o insistir.

En aquel entonces, una burbuja exploto en el lugar, con una tensión increíble, este rubio solo una risa sonora  y se desabrocho su saco, sentándose en una silla al lado de Dayana. Este le estiro la mano.

- Me llamo Aran Strongwarer-. Dijo con un acento algo extraño que hizo entender a las dos que no era de ese país. - Y soy quien te hará hacer todas esas cosas que dices que nadie ha podido hacerte hacer. - ante aquello La Dragonitt sonrió tendiéndole la mano.
-Me llamo Dayana Dragonitt, - esta le tendió la mano en aquel divertido y erótico juego- y soy la que te va hacer gemir de placer como nadie.
-Vaya... pero que rápido sean convencido que cojeran-. Soltó Danielle mirándolos divertida.- tú árabe de ocho esposas ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Saúl Zarahí y no tengo ocho esposas.
-Ya sé, ya te dije. Si a duras penas puedes con una, con dos serias un caos. Me llamo Danielle.
- Te puedo demostrar que puedo con una y hasta con ocho- dijo sonriéndole y haciendo que Danielle mordiera su labio jocoso.


Saúl Zarahí, era un ejecutivo de los emiratos árabe, que habia llegado hace poco invitado por Aran y otro magnate millonario.
Era el hijo mayor de tres hermanos y él más rebelde de todos. Creo sus propias empresas en E.E.U.U alejándose de su familia y sus costumbres, lugar donde conoció a Aran, quien además de su socio, es su amigo más cercano. Es uno de los empresarios más importante en el área, de aeronáutica. Siendo así como adivino Danielle un magnate millonario, muy cotizado soltero y poco apegado a las relaciones serias.

Por otro lado estaba Aran Strongwarer un dominante, posesivo y mal humorado magnate millonario, dueño de varias empresas a nivel mundial de telecomunicaciones, poco comunicativo y bastante mandón. Hijo único y heredero de una jugosa herencia de parte de su abuelo un mafioso italiano que murió años atrás. Sin hermanos ni familia, Saúl es su amigo más cercano y el único que tiene. Además de un padrino quien fue su mentor y como su padre.


Ambas gemelas se miraron y tuvieron un intercambio de miradas cómplices, solo esas que ellas saben y entendían. Danielle acerco su boca al oído de Dayana quien le susurro algo suave tan suave que ninguno de aquellos dos caballeros no podía oírlo pero esa escena se habia visto sumamente erótica ante los ojos de  aquello caballeros quienes se miraron divertidos, ante aquellas dos eróticas gemelas. Dayana asintió.

Ambas gemelas sonrieron levantándose, cada una y caminando hacia una puerta que conectaba con los reservados, para al abrirla ingresar a un pasillo de paredes rojas y muchas habitaciones, donde se podía filtrar el sonido de gemidos de hombres y mujeres, gritos, de placer y jadeos, haciendo incluso erizándole la piel a ambas gemelas. Quedaba dos puertas abiertas, que daban a entender que estaban libres esos reservados. Cada una se paro en la puerta de aquellas habitaciones cuando la puerta se abrió, mientras caminaban hacia ella Aran y Saúl, quienes iban desabrochando sus sacos y mangas de las manos, haciendo que las gemelas pudieran admirar aquellas bellezas de hombres.  Que le mojaría las entrepiernas a cualquier mujer, estas gemelas se guiñaron unos ojos despidiéndose, cuando estos entraron.


Por su lado Danielle, le sonrió a Saúl, quien cuando paso, esta cerró la puerta.
Lo tomo por las manos y esta coloco las manos de él, contra la puerta, mientras ella se ponía de es espaldas, aquello hizo reír a Saúl.
Pero cuando esta comenzó a mover sus caderas contra él, recostando su cuerpo al del mismo este se cayó. Ella estaba bailándole de espaldas a él, restregándose sus nalgas a este, que solo podía ver aquellas caderas menearse embobado. Jamás habia entrado con una chica aun reservado y le habían meneado de esas maneras las caderas y eso que esto solo era una antesala. Este coloco las manos por la espalda de Danielle descendiendo hasta ponerlas en sus caderas, mientras esta provocaba en él, una erección notable excitándolo con tan solo, menearse. Esta se volteo y acerco sus labios a Saúl donde mordió su labio tirando suavemente del mismo haciéndolo jadear y este la tomo por su cabello atrayéndola aun más hacia él, besándolo, comenzando a quitarle la ropa a Saúl, con algo de rapidez, cuando este intento hacer lo mismo ella lo esquivaba pero era tanto lo que lo tenía excitado a Saúl que este no se percato que ella prácticamente lo estaba desnudando y este no habia podido quitarle una prenda. ¿Cómo darse cuenta?, aquella mujer de hermoso cabello y rostro, lo besaba con una pasión, devorando sus labios, con una intensidad, con la que jamás le habían besado, incluso excitarlo de esa manera, una primera vez. Esta recostaba a pelo, sus caderas haciendo fricción con sus cuerpos, enloqueciéndolo...


En cambio Dayana, estaba cruzada de brazos, mirando a Aran en la cama con una copa de whisky.

- ¡Desnúdate!-. Le dijo esta ya exasperado.
- No.  Si quieres que me quite la ropa.  ¡Quítamela!-. Dijo está mal humorada.
-Eres un chasco de Noche-. Dijo él sonriéndole provocándola y esta lo miro fijo sonriéndole.
-Gay, gay, gay... gay...- dijo dándose la vuelta para salir de aquel reservado enervada, cuando intento abrir la puerta Aran se lo impidió cerrándola, la tomo por una muñeca girándola estampándola contra la puerta y puso una mano en el cuello de esta haciéndola erguirse acercando su boca a ella, que soltaba leves suspiros excitada y sin casi aire.
- Tienes un talento impresionante para hacerme exasperar. ¿Lo sabías?
- No es el único talento que tengo-. Le soltó Dayana. Aun desafiándolo aquello lo sorprendió y lo excito de una manera increíble porque nadie se habia atrevido aquello.

Este apego su cuerpo a ella, tomándola también por la cadera, besándola con intensidad mientras esta empezaba a empujar sus caderas contra él, excitándolo provocándole con sus besos, una pronunciada erección que ella sintió contra su vientre excitándole. Esta comenzó a quitarle el chaleco con ira y este la detuvo.

- NO...- susurro él contra sus labios.
- Por favor...- pidió ella casi gimiendo lo cual, hizo que Aran se maldijera porque por primera vez estaba rompiendo una de sus reglas. ¿Cómo negarse a que una mujer como ella le suplicara? imposible...

Esta volvió a insistir y logro quitarle su chaleco y la camisa, esta descendió sus besos por el cuello de este, haciendo que Aran colocara su cabeza hacia atrás excitado y este lamiera su tan tonificado abdomen mientras el cerraba sus ojos. Y esta lograba quitarle el pantalón.

'No sé quien seas... pero dios mujer. No creo que te quiera dejar ir... puedes pedirme lo que quieras.
-Oh créeme me buscaras mucho-. Susurro subiendo a su boca y dándole un último beso, apasionado- y espero que lo hagas, porque me has encantado.

Dayana, mordió con suma fuerza el labio de Aran, rompiéndolo y este se alejo de ella brusco quitándosela de encima. Al mirarla esta le sonrió abriendo la puerta para irse. Este abrió los ojos ante aquello.

-No te puedes ir y dejarme así... ¡No te atrevas mocosa!
- Un placer hombre del demonio. - musito esta sonriendo para salir huyendo de allí.

En cambio Danielle, chupaba el cuello de Saúl, mientras tenia ambas de sus manos dentro de los bóxer de este jugando con el miembro de él erecto y empezó a succionar cierta parte del cuello, cuando este se percato, la empujo contra la puerta percatándose que ella le estaba dejando un seguro y notable chupón. 

- ¿Que acabas de hacer?-. Dijo poniendo una mano en su cuello.
-Mi querido árabe de ocho esposas. Así te acordaras de mi.- dijo para abrir la puerta.
-SI te vas así, te juro que te buscare bajo cielo y tierra.  ¡Ven aquí!-. Esta se detuvo antes de cerrar la puerta ante sus gritos.
- Estaré esperándote. - musito divertida.


Dayana y Danielle se toparon en plena huida en el pasillo y chocaron sus manos. Mientras salían huyendo de ese lugar, partidas en risas y divertidas ante aquello, corrieron en pleno bar, hasta la entrada donde detuvieron apuradas un taxi. Mientras reían hasta las lágrimas, desapareciendo de aquel bar. Sintiéndose bien pagadas.

En cambio Aran, pasaba una de sus manos exasperado. Sentado, ahora con el pantalón puesto. Mientras se tomaba una copa de vino demasiado mal humorado, cuando alzo la vista viendo a Saúl entrando arreglando su camisa y con el saco en un hombro.

- Ya veo que no fui al único que me la hicieron-. Admitió él. - De mi lo creo. Pero, ¿Cómo diablos se escapo de ti?
- Esa mujer va a ser Mía. Sea como sea. - dijo lanzando la copa de vidrio contra el suelo. Demasiado amargado.
- Las Dragonitt...- dijo sonriendo Saúl.- para que ocho esposas, si puedo tener una súper tremenda que vale por todas.

Mas que esposa, estaban sumamente estresados por lo excitado, calientes y humillados en que los habia dejado.
Aran tenía a Dayana ahora entre ceja y ceja. La quería en su cama fuera como fuera.
Danielle no sabía con qué clase de hombre  se habia metido. Saúl, era la persona más caprichosa que existía y él quería a Danielle de nuevo así de cerca.
Dayana en cambio, quien era más libre y rebelde, no sabía con qué clase de poderoso y posesivo hombre se habia topado. Aran, era un hombre que lo quería, lo tenía fuera como fuera.

A veces tentar al diablo, no era tan malo como parecía.

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- ¿Estás segura?-. Pregunto aquel hombre mayor, observando a Osiris quien estaba sentado en aquel lugar en medio de aquel solitario y triste lugar. Así, le parecía a Osiris quien estaba sentada en el piso.

Su largo vestido era blanco caía abierto entre aquel polvero, era muy largo pero elegante, tenía un escote en forma de corazón, ceñido al cuerpo hasta las caderas, con altos tacones plateados y el cabello secado liso, recogido en un alto moño.

Aquella niña ordinaria, rebelde, sonriente... con el pasar del tiempo  se habia transformado. Esta Osiris se volvió elegante, imponente, madura y tenía una sonrisa solo para aparentar una tristeza terrible. Tenía enormes senos, caderas pronunciadas y cintura pequeña, enormes piernas amazónicas. Mucha diferencia de cuando salió de la mansión Schiavonne. Tenía un cuerpo, que cualquiera mataría por él. Tenía un rostro esbelto, aquellos labios carnosos eran una perdición para cualquier hombre, aquellos ojos entre tan hermoso maquillaje, que llamaba la atención incluso de mujeres. Se habia vuelto una divinidad de mujer, deseada entre muchos caballeros, pero muy solitaria, dedicada solamente sus hijas.

Osiris miro aquel museo y soltó un suspiro rodeada de aquella exhibición de dinosaurios, de diamantes, de más dinero y poder del que hubiera querido y pudiera manejar.

- Sigue siendo un lugar triste y vacio sin Elizabeth. Mi madre era quien le daba vida a estos lugares-. Admitió Osiris ignorando su pregunta y levantándose saciando el polvo de su hermoso vestido, caminando por un lado de aquel hombre. - sigue haciendo así tu trabajo. Seguirás siendo bien recompensado.
-Si matriarca Dragonitt-. Musito firme aquel caballero, mirando a Osiris salir por la puerta trasera,

Osiris camino a su auto, donde sin esperar a Michael se subió en el mismo, en el asiento del copiloto al lado de su chofer y de la única persona hombre en quien confiaba.

- Sra. Dragonitt, ¿A dónde?-. Pregunto encendiendo el auto mirando ya el sol alto.
- A casa. Las chicas se despertaran, pronto. No quiero que se percaten que he salido. Preguntaran mucho.

Este arranco a velocidad máxima  tomando la autopista directo a su destino.

Media mañana después Dayana y Danielle dormían profundamente en sus habitaciones, luego de haber llegado en la madrugada. Mas placidas que de costumbre, quizás cada una complacida y satisfecha de la noche que habían tenido.
Maia, Koren, Aakira, Selene y Obelyx, desde temprano en la mañana, se habían encerrado en la habitación de Maia, mientras se habían puesto de acuerdo para ver una maratón de películas dramáticas y amorosas, que las tenía tan atraídas que ninguna salió de aquella habitación en lo que restaba de mañana y tarde. Todas con pañuelos en sus manos incluyendo Obelyx, con dulces y helados que se mezclaban con las lágrimas de todas con tan dramáticas películas.


Zoe en cambio estaba limpiando la habitación de Dyx, mientras oía música y también tenía la lavadora prendida. Osiris temprano se habia revolcado de la risa al oír del trato de Dyx y Zoe.
Y como siempre Dysthe también estaba en su habitación, en un rincón, mezclando colores, perdida en su mundo, para disponerse a pintar, ignorando completamente a Zoe.

Todas estaban en el segundo piso tan entretenidas que si explotaba una bomba en el piso de abajo jamás se darían cuenta.

Osiris tocaba el piano, con agilidad dejando fluir sus dedos con maestría sobre aquel teclado, con profesionalismo. Si Serene no hubiera estado viendo sus películas seguramente estuviera acompañando a su madre, tocando con su violín y si Maia no estuviera tan embelesada, quizás estuviera, con Serene y su madre, mientras las acompañaba con su melodiosa voz.

Pero por esta ocasión estaba sola y aquello la relajaba, la distraía, la tranquilizaba y  sobre todo le recordaba a Demian. A quien extrañaba igual que el primer día y quien no dejo de ser el amor de la vida de Osiris.


Porque cuando una Dragonitt ama
Es intensamente y para siempre.

Un golpeteo en la puerta hizo que Osiris se detuviera y alzara su vista hacia la puerta principal, se levanto en sus altos tacones y camino en su glorioso y sensual vestido a la puerta. La persona al otro lado estaba muy ansiosa, porque no paraba de tocar,
Osiris nunca recibía visitas, mucho menos sus hijas, cuando abrió la puerta. Aquel delicioso e irreconocible olor golpeo su olfato, su nariz, sus recuerdos incluso su mismo corazón quedándose estupefacta en la puerta, ante aquel hombre que le sonrió de manera sarcástica, simple muestra de su odio y dolor. Osiris estaba en shock, sin poder creer a quien miraba.

- Por fin te encuentro...- musito Demian Schiavonne, sonriéndole de una manera arrebatadora. Este sin permiso, viendo a Osiris en shock, paso dentro de la casa, chocándola por el hombro, mientras esta cerraba la puerta observándolo, dándose vuelta, tomando un gran suspiro, viendo que su mayor miedo se habia hecho realidad. Demian nuevamente con todo su poder sobre ella.
- los fantasmas vuelven-. Apenas pudo susurrar ella con un nudo en la garganta, los sentimientos revueltos después de más de diez largos años.





Dragonitt (COMPLETA)Where stories live. Discover now