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Cuando pude recapacitar por todas las cosas que dijo Taehyung, la señal de alarma hizo presencia — como siempre — y corrí hasta la puerta, tirando de esta y corriendo por el pasillo hasta divisar la cabellera castaña del otro.

— ¡Taehyung! — le grité, empujando a más de uno en el camino y llegando a él pocos segundos después que se girase, quedando estampado contra su pecho. — ¿Qué acabas de decir? ¿Con todo eso del pijama y no vuelva a estar en esas pintas? ¡¿Qué me estás diciendo?! — le grité mientras en mis puños sostenía la tela gris que cubría su pecho.

Que quiero que te quedes. ¿No fui obvio? — enarcó ambas cejas, hablando despacio y bajo, tanto que debía acercarme. Negué con la cabeza. — ¿En serio?

Acabamos de gritarnos en la cara y tú me pedías espacio, que voy a saber yo que quieres que me quede. — hundido en nuestra nube, tardé tiempo en tener en mente que el pasillo estaba abarrotado de estudiantes. Pasó uno de sus brazos por mis hombros y comenzó a caminar, conmigo a su lado. Terminamos llegando a la puerta de su habitación y entramos. — No entiendo.

— ¿Qué parte no entiendes? — susurró. Empujando mi cuerpo levemente, mientras se dirigía a su típica cajonera y sacaba algunas toallas. — Toma, sécate. No quiero que tomes un resfriado. — me aproximo una, mientras dejaba otra para él y se iba hasta la cama, sentándose en ella y retirando su camiseta plomo. Pegué un delicado saltito al ver su torso desnudo y como pasaba sin miedo la toalla por su tersa piel. Suspiré confuso y pasé la tela por mis cabellos. — Repito: ¿qué parte no entendiste? — lo volví a mirar, tragando duro y lamiendo mis labios.

La parte dónde me pides que me ponga un pijama luego de echarnos en cara cientos de cosas, ¿esa es tu forma de decir perdón o qué? — sonreí de lado y saqué mi camiseta, para pasar sin dedicación la toalla y ponerme la ropa que me dio el mayor.

Esa es mi forma de decirte lo siento, y que quiero que te quedes, y también que me gustas. — soltó sin filtro, la piel de mi espalda se erizó, dirigí mi rostro a dónde estaría su cuerpo tirado en la cama, sorprendiéndome al verlo frente a mí con los ojos brillosos y una sonrisita de labios, con el torso al descubierto y sus cabellos todos desalineados. — ¿Te ayudo? — me guiñó un ojo con picardía, negué con la cabeza. — Vamos, se que quiere que te ayude, bebé. — asentí con la cabeza, dejando que se acerque lo suficiente a mí y posando su toalla sobre mis cabellos, mientras me miraba a los ojos y tiraba mi pantalón al suelo. Mi respiración se volvió errática, pesada y débil bajo los fuertes y profundos ojos de Taehyung. — ¿Algo para decir? — pregunté entre medio del pesado silencio. Asentí débilmente.

Si. — dije, mi corazón latía con fuerza, mi garganta quería hablar, sólo debía abrir los labios y dejar que las palabras salgan sin miedo, ya no más.

Entonces, dilo.

— Me gustas. — confesé, mirando sus ojos fijamente, los mismos que minutos antes me miraban con odio y confusión, ahora estabas bañados en un brillo único, especial, alivianados y felices, con alegría. Sonrió.

Esto... — señaló ambos cuerpos — me encanta. — dijo suavemente, en forma de murmuro. Pasó una de sus manos por mis hombros, dirigiéndola al otro y así cubrirme con su brazo, estrujándome contra su pecho que ahora estaba cálido. Pasé mis pálidos por su ancha espalda, a la vez que hundía mi nariz en su cuello y apreciaba aquel peculiar aroma suyo. No importaba si ambos cuerpos estaban húmedos todavía, con las ropas mojadas y el suelo se estropearía, no nos interesaba nada de eso, sólo el latir de nuestros corazones fuertemente.

frozen king ; taekookWhere stories live. Discover now