VIII

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— Déjame ver si entiendo, — Taehyung la miró. — debes ir a... ¿Edén? por asuntos "extremadamente muy importantes" que debes atender y regresarás el domingo. — el castaño asintió reiteradas veces. — Tae, yo sólo te pregunté si querías un poco de agua.

— ¡De todas formas debía avisarte...! — hizo una pausa para analizar lo que había dicho la chica. Una sonrisa que la pelinaranja consideró algo extraña atravesó el rostro del muchacho. — ¿Acabas de llamarme Tae?

Ella se encogió de hombros y se volvió al refrigerador. — ¿Qué con eso?

— Nunca me habías llamado así. — acotó con alegría simultáneamente observaba a Haneul extraer una caja de jugo del refrigerador, ella sonrió un poco y negó con la cabeza. Quizás Taehyung la observó sonreír para sí misma por más segundos de lo común, debió ser por eso que dio un pequeño respingo al escuchar su voz nuevamente.

— ¿Qué exactamente es Edén?

«¿Qué te pasa, Tae? ¿Por qué actúas tan extraño?» regañó su fuero interno. — Es el lugar del que provengo; allí es donde vivimos y donde se nos asigna nuestras labores.

— ¿"Nos"? ¿Quieres decir que hay más como tú? — enarcó las cejas.

— Por supuesto, existen muchos ángeles tanto en Edén como en la tierra cumpliendo con sus trabajos. — Taehyung se cruzó de brazos. — Pero cupido sólo hay uno.

— Lo sé, el universo no hubiese soportado dos como tú.

— ¡Yah! — una suave risa escapó de los labios de la chica al haber encontrado algo tierna la expresión de frustración del castaño. «Fácil de engañar, tierno.» — ¡Mira la hora! ¡Se me hace tarde! — se dio vuelta sobre sus talones y se dirigió a la puerta dando zancadas, de camino recogió su mochila.

— ¡Tráeme un recuerdo del viaje! — exclamó Haneul desde el umbral de la cocina.

Con sus dedos sujetando la manilla de la puerta entreabierta, miró sobre su hombro a su amiga, ella le ofrecía una sonrisa igual a cualquier otra sonrisa que haya visto en su rostro antes. Sin embargo esta la hacía lucir distinta, más... radiante.

— Te traeré la tienda de recuerdos entera.

Esa mañana Kim Taehyung dejó la casa de su amiga con una sonrisa cargada de sentimientos que aún desconocía.


— ₊˚.༄ —


Edificaciones de intricados diseños elegantes se alzaban sobre su cabeza, algunas eran muy altas, otras no tanto, aun así todas lucían matices blanquecinos con mínimos detalles plateados. Sobre el mármol grisáceo del suelo sus zapatos —al igual que el resto de su atuendo— resaltaban entre la pureza de los colores reinantes a su alrededor. Otros ángeles pasaban por sus costados destilando monotonía al andar, habituados por completo al estilo extravagante —como suelen llamarlo— de Taehyung, ya no se molestaban en extrañarse al verlo.

Alzó la vista y llevó la cámara de Haneul —la cual había tomado sin que ella lo notara— a la altura de sus ojos para sacar un par de fotos de los puntos más altos de los edificios a sus costados. Una sonrisa autosuficiente se extendió en sus labios al ver que su plan iba a la perfección. El objetivo de aquél viaje a su lugar de origen no era "resolver asuntos importantes" como le dijo a su amiga, sino tomar cuantas fotos le fuese posible para luego mostrárselas a la chica.

de un flechazo al corazón.Where stories live. Discover now