XV

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El murmullo de las hojas de los árboles en el viento llenaba sus sentidos y apartaba su mente de la realidad por unos segundos. Sentaba en el banco más apartado en el parque, Haneul tiraba del borde de su chaqueta y jugueteaba con sus dedos simultáneamente los nervios la devoraban lentamente. Chequeó el reloj de su muñeca por cuarta vez en los últimos diez minutos, dándose cuenta de que aún faltaban minutos para que dieran las tres. «Tranquilízate, Haneul, si sigues así se te va a parar el corazón...»


— ₊˚.༄ —


El viento le acariciaba el rostro, cuando apartaba los cabellos de su frente con delicadeza sentía los últimos rayos del atardecer besar su piel. Era una atmosfera pacifica en la que hubiese deseado vivir por siempre. Sentado en la cornisa de un edificio en el centro de la ciudad, admirando el horizonte, disfrutando del paisaje y el mundo que lo rodea, esa era una de las actividades favoritas de Taehyung. Una vez acabado con los mandatos del libro se dejó descansar, llevaba sintiendo un leve mareo un par de horas atrás, sin embargo este desapareció por completo poco tiempo después de descansar... con un encogimiento de hombros intentó culpar a la inevitable pérdida de energía gracias a su trabajo y esperó que tener la razón.

Dejó salir un agotado suspiro a la vez que guardó el libro del Destino en su mochila dispuesto a volver a casa con Haneul, ahora bien, no esperó encontrarse con una nota adhesiva de color azul levemente arrugada descansando entre sus flechas; pero por supuesto que esperó sonreír enormemente al leer el nombre de la pelinaranja al final de la nota. Esta le daba un lugar y una hora a la cual iba a llegar tarde si no se apresuraba. Sin tiempo que perder tomó sus pertenencias, con un fuerte aleteo se elevó alto en el cielo hasta desaparecer.

Esa mañana, cuando Taehyung hubo acabado de poner orden dentro de su mochila y se la echó al hombro, los brazos delgados de la chica lo envolvieron en un abrazo que él no tardó en corresponder, tampoco se molestó en ocultar su sorpresa por aquella inesperada muestra de cariño pues Haneul no solía despedirse tan cariñosamente de él... sonrió aún más ampliamente —si es que era posible— al pensar que ese abrazo fue una distracción para ocultar la nota entre sus pertenencias. «Qué lista eres, Hani.»


— ₊˚.༄ —


Taehyung apareció frente a Haneul cuando ella menos lo esperó, sorprendiéndola tanto que dio un respingo.

— ¡Taehyung!

— ¿Te asusté? — se burló bajito.

La chica resopló para luego ponerse de pie, fingiendo sacudir polvo de su pantalón y apartando la mirada de su amigo. No había escondido esa nota en la mochila del castaño sólo porque sí, sino porque había tomado el valor suficiente para confesar sus sentimientos pero estaba tan nerviosa... ¿A dónde fue tu audacia, Hani? ¡Ni siquiera puedes mirarlo a los ojos! «Es más difícil de lo que creí...» pensó al escuchar los latidos de su corazón retumbar en sus oídos. «Puedes hacerlo, sólo míralo y dilo, ¡ya!»

— Necesito decirte... — pero las palabras se atascaron en su garganta al alzar la vista y notar lo mal que se veía el muchacho. Su rostro había perdido el color y lucía como si su energía lo hubiese abandonado por completo, verlo le provocó un escalofrío. — Tae, ¿qué tienes?

— Nada, nada, — dijo con una sonrisa más bien débil. — es sólo un mareo, ya se me pasará, ignóralo. — alcanzó la mano de la chica y tiró de esta suavemente, haciéndolos caminar. — Vamos por aquí, si no me equivoco hay algunos árboles de manzanas cerca, ¿quieres una? Puedo bajarla por ti... — las palabras que escaparon de sus labios se convirtieron en suspiros que murieron en el aire antes de que sus ojos rodaran hacia atrás y cayera sobre el césped.

— ¡Tae!

Las rodillas de Haneul impactaron con el suelo, sus ojos abiertos de par en par fijos en el rostro del muchacho inconsciente frente a ella, sus manos temblaban y no sabía qué hacer, no podía pedir ayuda, ¿a quién acudiría? ¡Nadie más que ella podía verlo! Estaba entrando en pánico. Como pudo soltó la mano de su amigo y lo acomodó sobre su espalda, con cuidado limpió la tierra de su mejilla simultáneamente murmuraba su nombre y le pedía que despertara.

— ¿Qué hago? — se repetía. — Maldición, no sé qué hacer...

A su alrededor todo se detuvo; el bullicio de la ciudad, las conversaciones que se oían a la distancia, los ladridos de los perros que jugaban entre los arbustos e incluso el murmurar del viento, el mundo quedó estático. Haneul sintió el suelo temblar, dar vueltas y desmoronarse; le tomó un parpadeo reparar en que el parque había desaparecido, todo a su alrededor lo hizo a excepción de Taehyung, sin embargo los sonidos volvieron a sus sentidos. Alzando la vista encontró la imagen del parque, las nubes blancas que surcaban en cielo, el pasto verde y las personas que iban de un lado a otro sin tener idea de lo que pasaba con ellos. Pensó en alcanzar lo que parecía un cristal conteniendo el mundo, su mundo, y regresar, no obstante sólo pudo pensarlo pues antes de lograr hacer nada ambos estaban siendo arrastrados rápidamente hacia abajo, hacia una habitación distorsionada y llena de colores, como si la observaran a través de una piedra preciosa.

Por instinto Haneul sujetó las manos de Taehyung entre las suyas y cerró los ojos con fuerza, no estando preparada para lo que pasaría después. 

de un flechazo al corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora