Epílogo

209 41 33
                                    


El reloj despertador se hizo oír en cuanto sus manillas marcaron las seis en punto, siendo apagado después de cinco segundos de alboroto. La chica se sentó y estiró sus extremidades; pudo notar la vaga sensación de una suave caricia en sus mejillas pese a que esta desapareció en un parpadeo, no se explicaba por qué añoraba el contacto, ¿acaso tuvo un sueño con un mal final? Ahora bien su mente apartó ese hecho al sentir las rápidas pisadas de Inu en el corredor antes de que este entrara a la habitación y le diera los buenos días a Haneul. — Buenos días, mi pequeño grandote. — lo saludó de vuelta antes de hincarse para besar su cabeza. Una vez de vuelta sobre sus pies, corrió junto al gran canino escaleras abajo para preparar algo de comer y desayunar con su mejor amigo.

— Inu, ya has crecido mucho. — señaló antes de llevarse a la boca una cucharada cargada de cereal. — ¡Mírate! Ya eres un gigante hecho y derecho, ¿aún puedo decir que eres mi bebé? — el aludido apartó su atención de su desayuno para dirigirla a su dueña. — Tomaré eso como un sí.

Un vistazo al reloj colgando del muro fue suficiente para apresurarse en terminar su cereal y correr regreso a su habitación. ¿Cómo logró arreglar su atuendo y maquillaje en doce minutos? Quizás nunca lo averigüe y tampoco tenía tiempo para hacerlo en este instante. Detalló su apariencia ligeramente y tomó su bolso para salir, no sin antes echar un vistazo por su ventana. Chequear fuera de su ventana antes de salir se convirtió en un hábito suyo de un día para otro, de vez en cuando se cuestionaba de dónde lo habría sacado.


— ₊˚.༄ —


Con un resoplido cansado se dejó caer en una de las sillas de madera de la cocina de Seokjin. «Igual de incómoda que siempre.» pensó. Frente a él fueron situadas dos cajas de cartón que guardaban la mayoría de sus pertenencias.

— Aquí está todo. — indicó Seokjin.

Estiró su mano perezosamente para alcanzar una de las cajas y acercarla a sí mismo, de inmediato reconoció todo en su interior. Su mochila amarilla y el libro del Destino eran los objetos más resaltantes debido a que a duras penas había espacio para ellos, tuvo que colocarlos a un lado sobre la mesa para revisar el resto de los objetos.

— No sabes lo mucho que se enojó Namjoon porque no dejaste que guardaran el libro en el edificio principal.

— Me puedo hacer una idea. — Taehyung asintió un par de veces.

En su mente los recuerdos se reprodujeron como una película con tan sólo mirar sus pertenencias, un injerto de nostalgia se instaló en su interior. Al fondo de la caja se encontraba un reloj de muñeca negro, su corazón se estrujó a recordar la noche que se lo llevó. Haneul estaba preparándose para su cita cuando él lo tomó, convenciéndola de que «él se encargaría de llevar el Tiempo» y ubicó el reloj en su muñeca sin nada más qué decir.

Alzando la mirada, vio a su amigo observarle como si esperara algo.

— Si quieres preguntarme cómo me fue en el Infierno, puedes hacerlo. — se burló. — Creo que conocí a un pariente del Oráculo ahí abajo.

— ¿De veras?

— Bueno, era una serpiente gigante y hablaba, no creo que sean una especie común.

— Veo que te volviste sarcástico. — rodó los ojos. — Hablando en serio, ¿cómo te sientes?

Cupido llevó su atención devuelta a la caja para revisar más de sus pertenencias. — Miserable. — dijo con simpleza. — Tener que vivir sabiendo que Haneul no me ama y mucho menos me recuerda... no es sencillo, ¿sabes?

de un flechazo al corazón.Where stories live. Discover now