XVIII

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Los guardias lo escoltaron hasta el piso más alto, asegurándose de que no huyera hasta verse frente a Kim Namjoon, ministro del Consejo de Ángeles y máxima autoridad en Edén. Este último les agradeció a los hombres con una inclinación de cabeza antes de despacharlos. Una vez que estuvieron solos, Namjoon le echó un vistazo rápido a Taehyung, cuya mirada glacial lo perforaba sin piedad. El mayor abrió la puerta tras él y lo invitó a pasar.

— ¿Dónde está? — inquirió sin moverse de su lugar con un tono severo que combinada con su expresión de pocos amigos.

— Hablaremos de ello una vez que te calmes y entres. — indicó con serenidad. Dicho eso, el castaño tomó una respiración lenta y profunda antes de hacer su camino dentro con una expresión más relajada.

Esa mañana, cuando Taehyung hubo despertado, ignoró las órdenes de permanecer en cama y se dirigió a la habitación de Haneul; al no hallarla ahí decidió buscarla por el resto de la edificación. No era de esperarse que el pobre muchacho entrara en pánico y exigiera a todo pulmón que le dijeran donde estaba la chica.

A través del umbral se encontró con preciosos tapetes color vino que contrastan con el níveo color del suelo, mobiliario de tonos pálidos y repisas tan altas como las paredes atestadas de libros. Su mirada curiosa permaneció unos segundos más en la puerta al fondo de la sala antes de que el sonido del pestillo atrajera su atención de vuelta a Namjoon.

— Espero que sepas que lo que hiciste no fue correcto. — acusó.

— «Lo que hice» fue tener un ataque de pánico.

— Alteraste la paz y espantaste a todos...

— ¡Nadie está más aterrado que yo! — vociferó. — Ustedes son capaces de hacer cualquier cosa, — apartó la mirada al tapete. — si llegan a hacerle daño a Haneul...

El más alto lo examinó en silencio. «Así que los rumores eran ciertos.» pensó. «Está enamorado.» — Jung Haneul está sana y salva en su mundo. — explicó. — Por otro lado, Taehyung, te has metido en muchos problemas.

— Lo sé, lo sé. — El aludido suspiró y levó su mano a su cabello, revolviendo las hebras castañas. — Sé que me prohibiste volver a hablar con la serpiente pero...

— ¡¿Fuiste a la sala del Oráculo?!

Cupido lo miró directamente a los ojos. — No.

— El Consejo de Ángeles tuvo una reunión hace dos semanas, no están contentos contigo Tae. — esta vez fue el turno de Namjoon de suspirar. — Quieren enviarte al Infierno por todos los problemas que has causado.

La sangre del castaño se heló en sus venas, ¿ellos querían castigarlo de esa forma? No pudo haber cometido errores tan graves... ¿o sí?

— No pueden hacerlo. Hyung, yo...

— Ya lo hicieron, la orden está hecha, no hay nada más que hacer. Deberás marcharte en cuanto te hayas recuperado por completo. — habló con la pena tiñendo su voz. — Al ser cupido no estarás ahí abajo por el resto de tu vida, sin embargo, aún no se ha decidido cuanto permanecerás ahí.

El silencio cayó sobre la habitación. Taehyung intentaba procesar la información, meditó sobre su situación, sus actos y como respondería ante todo esto. No era sencillo, muy pocas veces se eran enviados ángeles al Infierno pues no muchos cometían actos lo suficientemente graves... ¿qué había hecho él entonces?

Con sus ojos cerrados, llenó sus pulmones con aire y lo dejó salir lentamente. — Está bien, no hay problema. — trató de mentalizarse, caminando de un lado a otro. — Será sólo un tiempo ¿cierto? Regresaré... eventualmente. — asintió repetidas veces y abrió sus ojos. — Necesito hablarlo con Haneul pero no puedo decirle a dónde voy porque se preocuparía mucho... tampoco puedo decirle que no sé cuándo podré regresar con ella...

— No vas a regresar con ella.

Tae detuvo sus pasos en seco, volteando a ver a Namjoon con confusión y desconfianza brillando en sus pupilas. — ¿Cómo? — preguntó con un hilo de voz.

El aludido frunció los labios y se dirigió a la puerta al fondo de la habitación, extrajo una llave de su bolsillo y con una vuelta en la cerradura la puerta cedió, abriéndose de par en par para ambos.

— Acompáñame, todavía nos queda un asunto pendiente.

de un flechazo al corazón.Where stories live. Discover now