4. Vamos a ser padres

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-Magnus -Cat hablaba en susurros. Hacía horas que la habían llamado, tardaron en lograr que Magnus soltara a Alec, y todavía no hablaba, pero Catarina lo había sentido claramente en el vientre de Alec. ¿Cómo era posible? Eso no lo sabía, pero ahí estaba, había vida dentro de Alexander Lightwood-. Magnus, cariño, tienes que decirles. ¿Por qué no lo has hecho ya? Mira cómo se puso su hermana.

Isabelle, después que que Catarina le asegurara repetidamente que Alec estaba bien y Magnus sólo estaba en shock por el temor de perderlo, había accedido a irse, iría a ver cómo había salido todo con los demonios que los habían atacado.

Así que ahí estaban ellos, o ella, tratando de hablar con su mejor amigo.

Magnus parpadeó un par de veces. Sus ojos estaban enrojecidos y no dejaba ver a Alec.

-¿Cómo se lo digo? -su voz sonaba vacía-. ¿Cómo se lo digo, Cat? Esto es mi culpa.

-¿Cómo sería esto tu culpa? ¿Sabes? Ni siquiera entiendo cómo, para empezar, es posible...

-Fue una pócima -Magnus suspiro-, fue un accidente.

Aquellos ojos de gato se encontraron con los de Catarina. Ella preguntó aun más bajo: -¿Le diste una poción para embarazo a tu novio, Magnus?

-¿Qué? ¡No! ¡Te estoy diciendo que fue un accidente! Hace unas semanas vino una clienta, no podía tener hijos, yo hice esta pócima, pero estaba tan cansado que no la guardé y me fui a tomar un baño. Alexander llegó y no sé por qué la tomó y ahora...esto.

-Entiendo, pero... ¡Espera! ¿Dijiste semanas? ¿Semanas y Alexander sale a cazar como si nada? ¡Magnus! ¿Qué les pasa a ustedes dos?

Magnus hizo una mueca. -Él no sabe.

-¿Qué?

-¡Él no sabe!

-¡Magnus Bane! ¿Cómo te atreves a no decirle? Las primeras semanas de embarazo son muy importantes. Y él es un nefilim, un hombre, y embarazado de un brujo, debería ser revisado por ti, por nosotros, y seguramente los Hermanos Silenciosos también querrán hacerlo. Magnus, esto es un milagro.

-Fue un accidente.

-¡Deja de decir eso! ¡Vas a ser papá!

-¿Y si me los quitan, Cat?

-¿Por qué te los quitarían?

-¡Esto nunca antes ha pasado, Cat! ¿Y si...?

-¿Magnus? -la voz adormilada de Alec los interrumpió.

Magnus estuvo a su lado al instante, tomando su mano. -Hey. ¿Estás bien?

Catarina salió después de un "Dile".

-Sí -Alec frunció el ceño y luego hizo una mueca de dolor-. ¿Qué pasó? Recuerdo a este demonio, no era tan malo, pero dolió horrible, y luego ya no supe más...

-Alexander, te amo tanto -Magnus abrazó a Alec con cuidado de no lastimarlo, pero con fuerza-, te amo, mi amor.

-¿Magnus, estás llorando? -Alec sintió cualquier dolor o cansancio evaporarse-. Magnus, me estás asustando. ¿Qué está mal?

-Nada -Magnus limpió sus lágrimas antes de soltarlo-. Voy a traerte algo de comer. Cuando hayas descansado, podemos hablar, tenemos que hablar.

Pero Alec no lo dejó ir. Tomó con fuerzas su mano. -Tú no te vas sin hablar, Magnus. Llevas semanas raro. Si vas a terminar conmigo, sólo dilo. Ni siquiera sé por qué estoy aquí...

Intentó ponerse de pie, pero Magnus se lo impidió. -Espera. No es eso. ¿No escuchaste que acabo de decir que te amo? Más que a nada en el mundo, Alexander. Te amo tanto. Y ahora menos que nunca quiero dejarte.

-¿Ahora? ¿Qué pasa? ¿Estás mal y no me lo dices? Dime que tienes. ¿Es grave? -Alec ya sentía sus ojos llenarse de lágrimas.

Magnus negó. -No soy yo.

-Ah -algo de comprensión cruzó el rostro de Alec-. ¿Yo? -Magnus asintió-. Por eso me mirabas raro últimamente. Y me afectó tanto un ataque que no debería. ¿Voy a morir? ¿Cuánto me queda?

Alec se veía mucho más tranquilo que cuando pensaba que era Magnus el enfermo.

Nueves meses, pensó Magnus, ocho y medio en realidad.

-Escucha, Alexander, tómalo con calma. Fue un accidente, y sé que fue mi culpa, y entiendo si me odias. Pero no me dejes. Fue un accidente...

Cuando Magnus terminó de contarlo todo, Alec no dijo nada. Sólo se le quedó viendo.

-¿Alexander, me escuchaste? Estás... eh... embarazado. Lo siento, es mi culpa. Alexander, di algo.

Los labios de Alec temblaron en una sonrisa nerviosa. -Eso es imposible, Magnus. Dime la verdad. Nunca te odiaría. ¿De qué era la poción?

Magnus suspiró. ¿Por qué Alec tenía que complicarlo más?

Tomó sus manos entre las suyas y las llevó a su vientre, plano y musculoso, que pronto cambiaría para adaptarse a sus hijos. -No es broma, Alexander. Vamos a ser papás. Lo siento, tanto, fue un accidente...

Entonces el ceño de Alec se frunció y se sacudió las manos de Magnus.



CONTINUARÁ...

Hermoso accidente (Malec Mpreg)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant