Capítulo 14

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—¿Dónde mierdas lo dejé?... —busco cómo una desquiciada mi celular, estoy segura que ayer por la mañana lo guardé en algún lugar de la maleta, pero con éste desastre no lo encuentro. Por qué soy así.

Cierro los ojos y respiro para después seguir buscando.

—¡Bingo!... por fin lo encontré. —trato de prenderlo pero como era de esperar, está completamente muerto ya no tiene batería, no importa lo pondré a cargar en cuánto llegue a la oficina, este detalle tan insignificante no va arruinar mi día.

Sé que a nadie le importa, pero hoy me levanté feliz, positiva, entusiasta, con mucha energía, inclusive el sonido del despertador fue un sonido celestial, un llamado divino de los mismos ángeles enviados por Dios, pajaritos de colores y unicornios rosas volar es lo único que veo, prometo que no uso drogas y ningún alucinógeno.

Hoy será el primer Lunes que llegaré temprano a la agencia sin andar corriendo. Acaso eso no es maravilloso. Para mí lo es.

Tomo las llaves del auto y salgo del departamento, mi móvil era lo único que me faltaba para poderme ir.

Conduzco entré el estresante agobiante tráfico de la ciudad, los claxon de autos sonando por todos lados, conductores gritándose entre ellos, por Dios acaso no conocen la amabilidad, como sea, nada de eso me estresa, confieso me he topado con uno que otro parásito que necesita clases de manejo, pero no les presto atención, escucho y tarareo música para relajarme, eso siempre ayuda.

En el camino me detengo frente al Starbucks dónde vi por primera vez a Collins, nunca he sido buena para dar una buena primera impresión y ésa no fue la excepción, fui una torpe, pero él un verdadero arrogante, por no decir idiota, ése día me cayó muy mal, nunca me imaginé que me llegara a gustar tanto ese pedante. Sin más, me estaciono y bajo del auto, camino hacía la entrada del lugar, como toda una diva, presumiendo mi bronceado, moviendo mi cabellera hacía un lado para que no lo alborote el aire, cuándo en cuestión de segundos ya estoy en el pavimento y no por haya querido, pise una piedra con el tacón eso fue lo que me hizo caer. Eso lo estropeó todo.

—¡Auch!..., eso dolió de madres, pinche piedra hija de p..., —tranquila ya paso lo bueno que nadie vio o eso creo, me levanto cómo resorte y sacudo mi pantalón negro y mi blazer mientras volteo de un lado al otro corroborando que nadie me vio, sobo mi brazo derecho y mi rodilla que me duelen, seguro esto dejará alguna marca, sigo mi andar, cómo si nada hubiera pasado y entro a la cafetería.

—¡Hola!, Qué tal Jung. —saludo al empleado con mucha familiaridad y confianza ya se está convirtiendo en un amigo, voltea al reconocer mi voz y me mira raro, acaso sé percató del putazo que me di allá afuera o será mí  perfecto bronceado lo que llama su atención.

—Hola Jessi, luces más..., radiante..., feliz, ¿Pasó algo bueno?, o es mi imaginación hace varios días que no te veo. —habla del otro lado del mostrador rascándose la cabeza, me inspecciona de arriba abajo, con sus pequeños y entrecerrados ojos.

—Nada interesante o del otro mundo. —contesto de lo más normal y le pido un té frío. Lo cierto es que si pasa algo lindo, bello qué tiene nombre y apellido.

—¿Té?, está bien cómo tú digas  —confundido con lo que pedí e insatisfecho con mi respuesta es como dejó a mi amigo, sin embargo insiste, es una cualidad que me gusta de él, es un gran oyente cuándo necesitas de alguien que te escuche y no pregunta más allá de lo que le dices, bueno también me gusta platicar con él porque su acento es gracioso.

—La próxima semana podrías ayudarme con un ensayo de la universidad, eres experta en el tema, prometo no quitar mucho de tú tiempo. —junta sus manos haciendo una suplica.

La Mejor De Las Coincidencias© [COMPLETA] Where stories live. Discover now