51. Las cosas han cambiado para nosotros

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pd: Vean el video en multimedia, les juro que está hermoso <3

Dallon
Me desperté temprano. Apenas está amaneciendo; miro un rayo de luz que se cuela de la ventana y reposa en la cara de Brendon... Él se acomoda entre las sábanas.

Por fin dejamos el sofá y dormimos en la cama, y no sé si interpretar eso como un símbolo de que lo que tenemos es algo serio, porque en serio siento que así es.

Me apoyo en mi codo y miro su rostro un segundo. Se ve ten calmado...

Han pasado unos días después de todo.

Y aunque sabemos que quedaron cabos sueltos respecto a todo el lío (el divorcio de Ryan, los supuestos peligros respecto a la mafia, presentar o no la denuncia contra Spencer), hacemos un buen trabajo ignorándolos, y pretendiendo llevar una vida de lo más normal.

Y eso me gusta.

Miro a Brendon de nuevo. Empiezo a acariciar su rostro con mi dedo índice; siento sus cejas, sus párpados, su barba incipiente..., finalmente, sus labios. Abro un poco su labio inferior, sin siquiera saber por qué, y entonces despierta. Me mira extrañado.

—¿Qué haces? —dice, sonriendo.

—Nada, nada. —Le quito un mechón de la cara—. Es que te veías muy lindo dormido.

»¿Te gustó la casa? —digo después de un rato, mirándolo atento.

Brendon se queda callado, sin saber que decir, supongo. Pero me besa la mano.

Brendon
«Me encantó, Dallon, no solo la casa sino la idea de que te hayas preocupado por mí de esa manera. Es algo que usualmente no me pasa, y se siente lindo tenerte a mi lado junto con el constante recordatorio de que hay alguien cuidando mis espaldas, así como a mí me gusta cuidar las tuyas.»

—Cómo no me va a gustar, es preciosa.

Dallon sonríe.

—Toma esto como un nuevo comienzo —dice—. Para ambos. A partir de ahora seremos una pareja común y corriente...

—Una pareja común y corriente —repito— con problemas normales, como todas las parejas...

—Nada de mafia. Nada de persecuciones.

Ambos nos sonreímos ante aquella idea.

—Oye..., ¿entonces tu problema con los rusos está resuelto? —pregunto.

—Rusos... Sí, claro, claro. De hecho, solo se trataba se Spencer, un compañero del trabajo. Pero él no tenía nada en mi contra, solo había culpado a Ryan de algo que él hizo, y cuando intenté investigarlo me amenazo.

»Pero de todos modos ya no trabajo ahí... No tengo nada que ver; que el asunto que tenían lo resuelvan ellos dos.

—Genial.

—Y tú... ¿Qué pasó con Ryan? ¿Te dejará en paz?

—Supongo. La última vez que lo vi le dejé las cosas muy claras, y honestamente creo que le dio por rendirse. No volverá, y si eso pasa, ya sé muy bien cómo mandarlo a la mierda.

—Me alegro de eso.

Dallon se acerca para darme un corto beso en los labios. Luego me mira, un segundo, y de repente me da una mordida en el cuello, medio jugando.

Suelto una risa infantil, e intento alejarlo. Comenzamos a pelear de una manera muy estúpida, y entonces lo pienso un segundo:

Me costará mucho trabajo acostumbrarme a esto.

Pasar de ser una mula para un vendedor de droga, a trabajar en una pastelería. De dormir en dicha pastelería, a despertar junto al hombre que amo.

«Amar,
amor»

Algo que estoy aprendiendo es que el amor existe, y es una palabra importante.

Y en tan poco tiempo, he pasado de nada, a algo. A esto.

Es difícil hacerme la idea de que algo bueno por fin está ocurriendo, porque no solo se trata de nosotros: en este momento, la vida me está dando la oportunidad de arreglarme.

Y no pienso desaprovecharla.

. . .

Un día después...

Dallon
Son las ocho de la mañana, y debemos abrir la pastelería en treinta minutos.

En medio de una carrera contra el tiempo, Brendon corre hacia la ducha mientras yo me lavo los dientes y arreglo el cuello de mi camisa. Bajo las escaleras apurado y pongo unos waffles del congelador en el horno. Busco mis zapatos por todas partes, encontrándolos debajo de la mesa. Me los pongo rápidamente, y escucho cuando él baja. El horno empieza a sonar, indicando que el desayuno está listo, y yo tomo los waffles con un quejido al quemarme la mano, y pongo uno en un plato para Brendon.

—Wow, un waffle a medio congelar.

—No todos tenemos tus dones culinarios —contesto mientras bebo directamente del cartón de jugo.

—Dallon, eso es asque-

—Seis minutos

—¡Mierda! —Brendon me quita el cartón de jugo y se bebe el resto. Yo voy a abrir la puerta, y sale corriendo. Se detiene—. Espera, ¿Alimentaste a los perros?

—Eh..., sí.

Él asiente y corre hacia la moto. Yo busco la bolsa de croquetas y sirvo dos platos.

—¡Satanás! ¡Rufo! —los llamo en silencio. Ambos se acercan, moviendo sus colas y saludándome. Los acarició mientras comen.

—¡Dallon, apúrate!

—¡Ya voy!

Salgo corriendo y cierro la puerta. Brendon me espera en la moto; me subo, tomándolo de la cintura para asegurarme, y él arranca.

Siento el viento en mi cara mientras conduce a una velocidad considerable, evitando los autos y tomando atajos para llegar a la pastelería a tiempo.

—¡Voy a dar vuelta, agárrate fuerte!

Río mientras lo abrazo con fuerza. Miro los autos, los edificios, y todo lo que dejamos atrás en nuestro camino. Antes los veía todos los días..., pero ahora son diferentes, porque tienen otro significado.

Significan despertarme por la mañana junto a mi persona favorita, prepararle el desayuno y salir corriendo porque se nos hace tarde para llegar a un trabajo que, de hecho, me encanta.

Paseos por el parque, idas a festivales. Invitaciones a restaurantes y ver películas solos en casa. Fiestas, por qué no. Vernos con nuestros amigos.

Las cosas han cambiado para mí... Han cambiado bastante.

Y eso está bien,

simplemente no podría estar mejor.

♡ Bubblegum | Brallon ♡Where stories live. Discover now