Volvió la esperanza, una ecuación para el amor, y un dolor llamado tristeza

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Tal vez la chica se aburrió de lo que le conté, quizás no era del tipo de hombre que te agradaba y por eso salió huyendo, así tan rápido como una estrella fugaz se aleja de nuestra vista, así se había ido ella; ni me dijo su nombre.

Después de lo acontecido quedé frío, apenas escuchaba los latidos de mi corazón, los mismos que hace minutos cuando estaba ella bombeaban un sentimiento, no sabía qué hacer, me había pasado lo siempre, el corazón herido, fingiendo estar todo de colores cuando mi panorama real era a blanco y negro, cuando menos lo esperaba y ya me iba-llegó ella- pero ya no era la misma, llegó hacia mí, me abrazó y lloró, era tan fuerte que sentía la tormenta que había dentro de ella, así cuando retumban las olas en el mar, así de grande estaba lastimada.

No dudé, enseguida le pregunté lo ocurrido y accedió a contarme: -Aquella mujer tan hermosa había sido insultada por el chico que tanto le gustaba- La rabia se apoderó de mí, no era para menos, pues insultar a una mujer no es de hombres, (dicen que hay que valorarse a uno mismo y respetarse para poder respetar y valorar a los demás) – de seguro el sinvergüenza ese no se respetaba ni valoraba así mismo- le digo sinvergüenza porque estaba dolido también yo, no me cabía en mi cabeza, que una mujer así como ella haya sido maltratada de tal manera.

-Un silencio repentino se apoderó de los dos y lo único que podía hacer en mi dolor era ponerla feliz a ella "Vaya que irónica es la vida, mientras uno está sufriendo, lo pone feliz ver a alguien que uno empieza a apreciar de tal forma que lo sentía hacia la chica ponerla feliz", quizás con lo que se me inventara en el momento me arriesgaría a ganarme un pedazo del cielo con su sonrisa, o quedarme en el mismo instante sintiendo el infierno con el dolor de ambos, era momento de actuar, "la vida es de arriesgar, o lo arriesgas todo para ganar o lo arriesgas todo para perder"...

Debía de sorprenderla, así como lo había hecho la primera vez que nos encontramos, pero de otra manera, -lo repetido a veces llega a cansar-

Y esto fue lo que hice: "Trabajo en equipo, de eso se trata" La ecuación de saber tomar decisiones en la vida,-exacto- ¿Por qué ecuación? ¿Es matemática que le iba a explicar?- El momento de duda, se apoderó de ella y tal como lo había descrito me lo preguntó

-¿De qué se trata?-Dijo ella, un poco mas aliviada (creo que la incertidumbre de la pregunta le había cambiado un poco el semblante, lo estaba logrando)...

Se trata de unir los dos órganos más esenciales para tomar las decisiones correctas en la vida: Sí: El corazón y el cerebro, si unes estos dos órganos además de analizar bien las cosas, tendrás que sentirlas y eso te ayudará mucho en una decisión, en cambio si lo usas por separado, a veces el corazón deja de latir, en el dialecto del amor, te falla, pero aún el cerebro puede estar funcionando; en cambio si el cerebro deja de funcionar, tus pensamientos mueren, pero aún el corazón esta latiendo...

-No estoy entendiendo nada de lo que me dices-susurró ella; (Bien, eso me puso feliz, estaba metida en el tema que de lo otro poco a poco se estaba olvidando, y esa era la intención desde el principio)

Te lo explico en pocas palabras-le dije yo.

"En el amor el corazón falla, la mente traiciona, pero si unes las dos cosas: Es que entre ambas se ayudan porque en lo que falla el corazón la mente no lo hace, en lo que la mente traiciona, el corazón no te traicionará y así llegas a tomar las mejores decisiones, en tu vida"

-De repente- la miré y ella me abrazó, esta vez el abrazo duró más que aquel que nos dimos con dolor, quizás este era lleno de felicidad, con eso sentí que lo había logrado, pues lo único que hizo fue sonreírme y se volvió a marchar. ¡Había alcanzado un pedazo del cielo!

Cuando se fue, me quedé pensando en que tanto le había explicado la ecuación de tomar decisiones en la vida que no le ayudé en su verdadero problema: "Ella había sido lastimada por el insulto de aquel chico que le gustaba" – Que tonto me sentí, todas las palabras que le había dicho no tenían nada que ver con eso, no le servían para nada, la tristeza se apoderó de mí y así me fui del lugar-

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