Insospechada Sorpresa |NamJin|

Capítulo 2: Enfermedad Terminal

— Vamos Kookie, debemos de ir donde la Doctora —el peli naranja hablo mirando al menor quien sentía de acuerdo caminado detrás de él.

Los dos caminaron de vuelta al consultorio en silencio, hasta estar frente a la puerta y tocar, escuchando un pase de parte de la doctora que les permitió entrar. Ambos estaban esperando que la mujer les ayude en su situación con SeokJin.

— Hola... somos los amigos de Kim SeokJin el chico que estuvo aquí, y nos gustaría saber si está enfermo de algo grave —hablo JungKook un poco bajo mirando a la omega, que lo vió de manera confundida.

— Si él no les dijo, no está en mi jurisdicción decirles —respondió con seriedad y profesionalismo viéndolos fijamente.

— Por favor doctora, estamos muy preocupados por él.

Tae coloco la expresión más tierna y triste que pudo hacer esperando que eso ablandara el corazón de la peli café y decidiera contarles.

— No me convencerás de esa forma... —ella frunció el ceño y Jungkook piso el pie del omega para que deje de hacer esas expresiones tontas.

— Por favor doctora Ji... Él es muy terco y a veces cerrado con los problemas que le llegan —el pelirrojo jugo con sus manos dejando ver una mueca triste—, solo queremos saber que no tiene ninguna clase de enfermedad terminal...

Pasaron unos segundos en los cuales los dos se quedaron en silencio sin decir nada que pueda causar más molestia. Hasta que repentinamente la mujer dejó escapar un suspiro resignado.

— Hmm... Está bien, se los diré —TaeHyung y JungKook se miraron con una sonrisa en el rostro al lograr su objetivo—, solo porque SeokJin no me creyó cuando le dije lo que sucedía y necesito que alguien le haga entender.

— ¡Muchas gracias! —ambos dijeron al unísono con una faceta completamente feliz.

( . . . )

NamJoon siempre lo había tenido todo a un corte alcance, pero no puede disfrutar de nada de eso gracias al estar atado a una persona que no le gusta ni le agrada por el bien de su familia; siempre por el bien de su familia y cumplir con los pedidos de su padre. Él odiaba todo en ese momento, pero sobre todo a la mujer que le gritaba desde el copiloto cada malditos cinco segundos.

— Nam, conduce rápido. ¡Me duele el tobillo! —la chica se volvió a quejar por veintésima vez en los últimos diez minutos que llevaban montados en el carro de camino al hospital.

El peli púrpura comenzaba a cansarse de sus quejas, pero para su suerte el hospital no queda muy lejos de la empresa. Sabía que lo que la pelinegra tenía en el tobillo era algo superficial, que no necesita atención médica del tipo que ella pedía porque simplemente se había roto el tacón de sus tocones altos y cayó al piso. Por lo que llegó a ver estaba seguro que era un dolor que se pasaría en un rato, pero ella insistía tanto que le hizo dejar el trabajo para ir a un hospital.