Capítulo 1 / La Llegada

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La tarde estaba nublada y el cielo se encontraba algo gris pero sin llegar a ser tormentoso o representar una pronta llovizna. Las hojas de los árboles estaban siendo agitadas fuertemente por el viento e incluso algunas ramas cedían al aire que las arremetía.

En el suelo había montículos de hojas regadas por todos lados, la mayoría secas, el suelo estaba frío y en los cielos sobrevolaban algunas avecillas para luego resguardarse entre los árboles.

Pronto, por la carretera llegaron cinco automóviles, tres de ellos eran totalmente negros y blindados, ahí venían los guardias que se encargarían de cualquier jugada que intentaran los trasladados en el camino.

Un auto rojo se detuvo cerca a la entrada y las puertas se abrieron, el conductor se quedó adentro sin inmutarse, mientras que dos hombres imponentes salieron de la parte de atrás invitando a una mujer de 23 años a bajar. Esta se dio todo su tiempo para bajar sin apuros, llevaba un abrigo negro que la cubría hasta las rodillas, una bufanda y un pasamontañas del mismo color del cual salía su ondulado cabello castaño oscuro, se alisó la ropa y acomodó su pequeño bolso oscuro igual que todo lo demás, también tomó las dos maletas que le pasó uno de los hombres con sus cosas adentro y miró fijamente al conductor antes de interesarse en voltear a mirar lo que sería su nuevo "hogar" por un tiempo no determinado.

Por otro lado, del auto gris oscuro que se había estacionado a unos seis metros del rojo salió al mismo tiempo que la chica, un hombre de 24 años igualmente acompañado por dos imponentes hombres que no permitirían que se escapara del lugar además de todos los policías que bajaron de los autos restantes. Tan solo iba con un jean negro desgastado y un suéter blanco de capucha igual que sus zapatos deportivos, dijo algo en voz baja observando el paisaje a su alrededor e hizo una mueca de desagrado. De igual forma tomó sus dos maletas con indiferencia y miró la entrada de su "hogar" momentáneo sin fecha de salida, aquello sin embargo no lo atemorizaba, por otro lado lo veía como un reto personal. Volteó a ver quién había llegado con él a ese lugar y se dio cuenta de que la chica lo miraba también sin expresión alguna con aquellos ojos cafés, él apartó la mirada y se dispuso a terminar de una vez por todas con su llegada, por lo que inició un paso firme al lugar.

La chica por otro lado se detuvo a ver el IRA, Instituto de Rehabilitación para Asesinos, mejor conocido simplemente como el Instituto Asesino, desde afuera tenía un aspecto sombrío construido con bloques de piedra maciza oscura y asemejándose a la forma de un castillo, la puerta era negra y de gran tamaño que terminaba en punta afilada en su cima, alzó la mirada observando sus seis pisos y todas las ventanas cerradas, exceptuando dos en el piso cuatro y cinco, las cuales no solo estaban abiertas sino que de ellas habían espectadores. Desde la ventana que estaba hacia la derecha del piso una chica la veía con una mirada penetrante desde su posición de medio lado mientras acariciaba el marco de la misma, algo en ella le creó una pequeña alerta; desde la ventana que estaba a la izquierda un chico estaba apoyado con sus codos en el marco observando como el otro chico que llegó con ella empezaba a caminar hacia la puerta siendo escoltado por los hombres, y claramente él también se había dado cuenta de los dos espectadores puesto que los miraba a uno y luego al otro sin dejar de caminar. Ella también se dispuso a ir finalmente hacia la puerta pero al dar un primer paso casi mete su bota en un pequeño charco de barro y maldijo en su mente, volvió a subir la vista y el chico de la ventana izquierda ya no estaba y la chica de la derecha acarició suavemente el marco de la ventana antes de dar un paso hacia atrás y cerrar las mismas con lentitud. <<Al parecer tendré compañeros interesantes>> Pensó ella.

Al pasar por el umbral de la puerta el chico recién llegado se dio cuenta de una cosa en particular, había pequeños rectángulos de aparente acero alrededor de la puerta y las escaleras de la entrada, con cautela observó de derecha a izquierda viendo que habían otras escondidas, se preguntó que serían, pero algo le dijo que pronto lo descubriría. <<Tal vez este lugar sea más interesante de lo que parece>> Pensó él.

Una vez ambos entraron fueron detenidos por dos guardias del Instituto que los revisaron de pies a cabezas y sus maletas para corroborar que no llevaban ningún tipo de arma u objeto peligroso. Los pusieron uno al lado del otro y uno de los guardias le subió la manga del suéter a él y colocó una pulsera de acero con cinco esferas diminutas al chico en la muñeca derecha para luego agacharse y subirle el ruedo del pantalón para colocarle otra en el tobillo izquierdo, lo mismo hizo una guardia con la chica quien dudó por un momento si dejarse colocar aquellas cosas o no.

Antes de que uno de los dos pudiera preguntar o decir algo, alguien los interrumpió saliendo de la puerta a su derecha donde sería la oficina principal.

-Scott Dashner y Amanda Singh –Los nombró la señora dándole una mirada seria a cada uno- Bienvenidos al IRA, Instituto de Rehabilitación para Asesinos, a partir de este instante forman parte de nuestras instalaciones siendo así los nuevos reclutados del mismo. Me llamo Madison Hudson y soy la dueña de este lugar junto con mi esposo, permítanme explicarles que aquí hay normas y condicionamientos que los ayudarán a poner fin a sus mentes criminales y pensamientos psicópatas, cosas que a medida de los días irán descubriendo por ustedes mismos. Nunca fallamos y si algo pasa deberán responder por sus actos como es debido según lo que hayan hecho –Esbozó una pequeña sonrisa- como se darán cuenta, los guardias les han puesto brazaletes de seguridad, con ellos no podrán salir del Instituto ya que si lo intentan un campo de fuerza activado por los microchips indestructibles de las esferas que llevan puestas los electrocutaría de tal manera que, pues... Marcel haznos el favor de enseñarles –Le dijo a uno de los hombres que los escoltó ahí y aun no se había ido-.

Este tomó un brazalete, lo colocó en un muñeco de plástico de metro y medio y lo lanzó a la salida. Al este acercarse un campo de fuerza azul y blanco apareció destellando y al tocar las esferas hubo una pequeña explosión combinada con un corto circuito que tan solo dejó caer el brazalete acompañado de cenizas y pequeños trozos de plástico al piso.

-Pues ya vieron lo que les pasaría, sería un milagro si solo quedaran severamente amputados al cruzar la puerta o cualquier ventana para escapar.

-Eso significa que podrían matarnos por solo tocar accidentalmente dicho campo de fuerza en una ventana por ejemplo. –Intervino finalmente Scott sorprendido por la magnitud de su seguridad, ahora sabía para qué servían aquellos rectángulos de acero que había visto-es una locura.

-No lo es, si supieras las cosas que aquí pasaron años atrás entenderías por qué la seguridad con respecto a un escape desagradable.

-¿Hay algo más que debamos saber acerca de estos brazaletes? –Preguntó Amanda también algo perturbada por la demostración imaginándose que a ella le pudiera pasar algo similar o peor-.

-No, por ahora están bien así –Dijo la señora- Ya pueden retirarse señores, son parte de IRA ahora –Les dijo a los hombres que los habían llevado hasta aquel lugar quienes se dieron la vuelta y marcharon de inmediato- y en cuanto a ustedes irán a sus habitaciones, pronto se les asignará su psicólogo.

Madison volvió a ingresar a la oficina dejándolos con la palabra en la boca. Y Amanda se preguntó si aquella señora seguiría siendo así de insoportable si la llegaba a tener en sus manos estando de mal humor, tal vez estén bajo la vigilancia de un Instituto diseñado para asesinos peligrosos, pero aun así no deberían subestimar con quiénes están tratando, después de todo, eran grandes asesinos a los que temer.

Scott se quedó observando su brazalete con curiosidad y luego la puerta, pensando en que toda tecnología tenía sus debilidades e imperfecciones, tan solo tendría que descubrir cuál sería la de aquellas esferas que los aprisionaban en ese horrible lugar.

-Por aquí tú –Un señor de servicio se acercó al castaño y le hizo seña para que lo siguiera- te guiaré a tu habitación.

Él se dio cuenta de que Amanda ya seguía a una mujer e hizo lo mismo con aquel señor de unos 46 años bien conservados. Iría a su habitación. Se miró una vez más su brazalete y luego al señor que iba adelante, pensó en la chica que había llegado con él y en los guardias, en el chico y la chica que estaban observándolos desde la ventana cuando apenas habían salido de sus respectivos autos, en todos los que ahí se debían encontrar, todos los reclutados eran asesinos, como él o peores, no podía dejar ver ninguna debilidad.

<<No confíes en nadie, ni en tu propia sombra mientras estés en este lugar>> Pensó para sí decididamente. <<Voy a salir de aquí muy pronto>>

Instituto Asesino - Una Prisión PeculiarWhere stories live. Discover now