Prólogo.

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PRÓLOGO:

— Tienes que ayudarme... —ingreso a la habitación "especial" de Perseo O'Neill, azotando la puerta. El chico ni se inmuta y eso en ocasiones me asusta, parece estar encerrado en su burbuja de rares.

— ¿por qué debería hacerlo? —inquirió segundos después sin mirarme.

— ¿por qué soy tú hermana? ¡Dah! — respondo de lo más obvia mientras retuerzo mis dedos.

Perseo, me mira por sobre sus estúpidas gafas de científico de noventa años. Son tan viejas que dan flojera mirarlas, intenté romperlas una vez, pero mamá no me dejó, ya que son las favoritas de Perseo, porque el famosísimo Stephen Hawking se las obsequió, antes de fallecer, claro. Perseo las conserva desde los 9 años y siempre las utiliza para hacer cualquiera de sus experimentos e incluso para ir a la escuela.

A veces me pregunto cómo es que él y yo compartimos la matriz de nuestra madre.

En fin, una de mis tantas peguntas existenciales.

— Desgraciadamente —responde el muy... cara de chorlito. Cuando quiere se porta como un auténtico idiota, aunque la mayor parte del tiempo es todo un caballero con modales chapaito a la antigua y así.

Hasta parece no haber sido criado por los mismos padres que criaron a mis hermanos y a mí. Bien cute él.

— Me ayudas o le digo a mamá que perdiste su tupper favorito, ese de florecitas que tía Magaly le regaló para navidad —entonces, ahí sí tengo toda la atención de Perseo cerebro de sandía.

La vida es fácil para todos aquellos que saben manipular la situación. Anoten ese dato de su amiga Poppy. Guiño, guiño.

— ¿Qué hiciste ahora Poppy? —sisea con veneno mientras se deshace de esas tontas gafas... que algún día destruiré.

Promise.

— Pues veras querido hermanito...

Comienzo a relatarle lo sucedido, claro, justificándome en cada palabra mi acción. Aunque realmente nunca quise tomarle fotos así a Jared. Siempre que le tomaba salía en boxers o envuelto en una toalla, nunca imaginé que ese día iba a ser mi día de suerte, digo, perdón, un mal día. El más traumático de todos; mira que ver el gran... gran amigo que tiene Jared entre sus piernas, es... demasiado traumático—por no decir exquisitamente excitante. Y no me miren así, ando en la edad en la que todo sexo opuesto al mío con cara bonita me atrae y más si tiene un amigo como el que a Jared le cuelga, ok ya, creo que estoy exagerando dado el hecho de que yo jamás en mis vírgenes casi diecisiete he visto un aparato reproductor, okay, si he visto pero digamos que no tan de cerca y no tan real. No es lo mismo la vida real que la pantalla de mi computador. Me temo que ya dí demasiada información, prosigamos—. El caso es que le cuento todo a mi hermano, claro a mi conveniencia, pero como antes mencioné, mi hermano tiene un cerebro de sandía y no es nada estúpido.

Perseo alza sus espesas cejas y después rueda los ojos, señal número mil de que no me ha creído ni media letra.

—Eso es una pésima excusa Poppy —se levanta de un tirón del sofá en forma de manopla de béisbol, en el cual estábamos sentados—. Engaña con eso a Callum o a Cecile, o a los tontos de Reece y Richard, pero a mí no.

Tengo la certeza de que le ha dicho estúpidos a nuestros hermanos mayores y eso me alegra, porque así me deja a mí en un promedio de medio inteligente, dado que mis referencias intelectuales y académicas no son las mejores. En fin, algunos nacen con estrellas y otros simplemente nacen siendo Poppy.

Linda y cool.

— Ay, ya. Está bien —lo tomo de la muñeca y lo hago sentarse nuevamente conmigo—. Sabes que tengo dieciséis para diecisiete...

—Poppy, eso lo sé —clava sus ojos verdes azul en los míos color caca, definitivamente ese idiota se robó los ojos que yo debería haber tenido. Papá y mamá fueron demasiado ingratos al repartir su ADN conmigo y Perseo—. Desgraciadamente somos mellizos, compartimos matriz pero afortunadamente diferentes bolsas.

Y esa es la manera más bonita que tiene Perseo de decir, que no soy de su agrado. Él tampoco lo es, si hubiese elegido mi compañero de bolsa en la matriz de nuestra madre por nueve meses, hubiese elegido a Michael Jackson.

— Pero sabes que a pesar de lo tonta que eres, te quiero —prosigue dándome ánimos, después de haberme denigrado de tal manera.

Uy, pues qué alivio hermano. Primero me das la cachetada y después la caricia.

—Bueno, bueno, cabeza de sandía... Perseito —corrijo cuando me pone su cara de pocos amigos—. A lo que voy es que no fue mi culpa que el guaperrimo de Jared saliera así, de esa forma, enseñando todo... ni tampoco tuve la culpa de que mi dedo cobrara vida y le tomara diez fotos de su amigote y diez de sus hermosas y perfectas posaderas —empuño mi mano apretando el aire, imaginando que es el trasero de Jared y saboreándomelo sin pudor alguno.

—Aplaca tus hormonas, Poppy —me da un manotazo en la frente.

—Auch, idiota —tallo mi frente y lo miro de mala gana.

Él sonríe y se levanta del sofá. Se está aprovechando de mi situación, lo sé, por su miradita de niño travieso, que más bien parece mirada del mismísimo satán.

Jesús, sálvame y perdóname todos mis pecados. Prometo ir a misa cada domingo con mamá y no burlarme de los demás y mucho menos ser perezosa en el colegio, como también prometo dejar de meterme en problemas, si dejas que este tonto nerd que es mi hermano me ayude, sin pedir a cambio algo difícil.

— ¿Entonces? —espero su respuesta con una sonrisa falsa.

Perseo voltea a mirarme y sonríe.

—Te ayudaré con lo que este en mis manos, Poppy, solo si prometes ayudarme con algo muy importante para mí...

Su sonrisa me causa terror. Perseo es el más inteligente de mis hermanos y el más amable, pero su sonrisa es la más... como se dice... menos atractiva, lo cual causa terror. Perseo no sabe cómo reír, ni cómo vestir y mucho menos como iniciar una conversación... yo tampoco, pero por lo menos sé reír bonito. O eso dice mamá.

Espero que mi progenitora no me haya mentido.

—Está bien —digo resignada.

—Pero si no has escuchado lo que tengo que decirte...

—Da igual —lo interrumpo— sea lo que sea, lo haré. Así sea lo más difícil que haga en mi vida, como ayudarte a conquistar a una chica.

Y digo que es difícil, porque realmente lo es. Perseo no es feo, pero tiene pésimo gusto para vestirse, peinarse y por supuesto, pésimo gusto para entablar una conversación y también para las chicas.

—¿Cómo adivinaste?

Mis orbes casi se salen de mis cuencas.

Dios santo, ¿cómo me metí en esto?

Regresemos 4 semanas atrás...

P R Ó X I M A M E N T E.

Poppy y el pack de Jared.Where stories live. Discover now