09.

115 8 1
                                    

Poppy Luciana O'Neill de Miller.

—Pero esta borrosa —chilló caminando tras el bombón de Jared Miller, desviando mi mirada por segundos hacia sus hermosas posaderas.

Inevitable no imaginarlo desnudo.

Hormonitas, tranquilas.

—Eso no quita el hecho de que este yo ahí —dice él sin voltearme a mirar.

—No estás completo, estás borroso, con una sonrisa chueca y una mirada de loco—refutó inútilmente y veo la foto de Jared en mi cámara, mientras arrugó mi frente analizándola.

Fue una de las primeras fotos que le tomé cuando ingresé al colegio, cuando era una polluelita y mis hormonas se alocaron a niveles extremos por él en cuanto lo vi por primera vez, en la fila de la cafetería riendo con Tom, ahí fue donde le tomé la foto y ciertamente, salió borrosa. Pero ahora esa foto es mi peor enemiga y la soga en mi cuello.

Ayer por la noche mientras pasaba todas las fotografías de Jared a un respaldo en un usb que siempre cargo, y las almacenaba en carpetas, tuve la tentación de echarme a dormir y dejar todo para el día siguiente, pero no, no lo hice, entre cabezazos de sueño y bostezos interminables terminé de guardar las fotografías en sus carpetas pertenecientes:

J. Por primera vez.
J. Y su sonrisa.
J. Uniforme de fútbol.
J. Ft friends
J. Carcajadas.
J. Serio.
J. Completo.
J. Sin camiseta.
J. En la playa.
J. En el super.
J. Chorizoempanizadopack.

Cuando hube terminado me eché a dormir hasta la mañana siguiente cuando los gritos de Cecile me despertaron.

—¡Agh! Hija de perra, le voy a cortar el cuello con mis uñas...

Había gritado la loca de mi hermana después de dar un portazo saliendo de su habitación. Lo que ocasionó que los trillizos despertarán y la guerra comenzó más temprano de lo normal.

Melchor, Gaspar y Baltazar comenzaron a gritar mientras golpeaban las puertas de cada habitación.

—¡Demonios del quinto infierno, déjenme dormir! —ese había sido alguno de los gemelos. La voz de ambos era igual, los distinguías si los vieras hablando frente a frente. Pero así de lejos, no se sabe quién gritó, aunque apuesto a que fue Reece. Ya que sin su sueño reparador su cutis de «modelo» se arruina.

—¡Nosotros no somos idiota! —ese fue Charles. Ya que por razones irrefutables ellos son catalogados como los demonios más traviesos de la familia, pero al parecer los Trillizos, hoy, llevan la delantera.

—Ay, por dios, cállense —dije yo mientras tapaba mis oídos con una almohada y rogaba ser de otra familia. Me giré para ver a Perseo como rabiaba por el ruido, pero ¿Qué creen?

Perseo no estaba en su cama, venía saliendo del baño de nuestra habitación mientras acomodaba su corbata de ñoño y sus gafas.

—¿Te sientes bien? —inquirí viéndolo raro.

Él arrugó su frente.

—Mi miocardio late de 60 a 100 por minuto, mi respiración es normal y siento mis articulaciones como recién nacido, así que sí, me siento excelente.

Golpeé mi rostro con mi mano. Era inútil hacer preguntas sarcásticas a un cerebrito como Perseo.

El caso señores, que me dormí como oso perezoso durante una hora y cuarenta minutos, lo que ocasionó que se me hiciera tarde para el colegio, no desayune, no me vestí, me vine el pijama y no me peine, fue un milagro que me cepillara y lavara el rostro.

Poppy y el pack de Jared.Where stories live. Discover now