02.

153 14 0
                                    

Me llaman "pantera la botarga".

Escucho ruidos por toda la habitación, pasos desesperados chocando contra el piso de madera. Entonces caigo al suelo como un gran costal de papas, mis brazos protegen mi cabeza por instintos arácnido, por lo que mis piernas hacen ruido al chocar con el suelo.

— Yo no hice nada —digo poniéndome de pie rápidamente, como un auténtico soldado en pleno entrenamiento.

Lo primero que veo al enfocar bien mi visión, es a un muy enojado Perseo, después siento como mi cuerpo duele debido al golpe. Auch, me retuerzo como gusano para aliviar el malestar.

Hijo de su madre y mía también.

— ¿Qué te pasa? —le digo en cuanto reacciono. Ahora estoy malhumorada, gracias a él— ¿por qué me despiertas de esa manera?

— ¿Dónde está mi corbata de moño, Poppy?

Uy, qué genio. Ni un "buenos días" del señor modales. Lo miro con mis ojos bien abiertos.

—¿Tu qué...?

—Mi corbata de moño, ¿dónde está?

Arrugó mi nariz junto con mi frente.

¿Su corbata de moño? Pongo mi cinta a trabajar recordando de cual corbata de moño me esta hablando, entonces a mi mente viene, esa ridícula corbata amarilla con café la cual vi anoche, justo en el pequeño sofá que esta alado de su cama.

— Pues donde la dejaste —respondo apuntando el sitio donde ayer la vi.

— No esta.

¿Y eso a mí qué? Me encojo de hombros.

— ¿Qué quieres decir con eso? — inquiero viendo su cara de molesto aún.

— ¿Dónde la tienes, Poppy?

Abro mi boca ofendida, por eso tiene su cara de culo de viejito. Piensa que yo agarré su ridícula corbata, ¿para qué la querría yo? Para destruirla, posiblemente, pero sé que a él le gusta mucho esa corbata, y pues, no soy tan mala con los que llevan mi sangre en sus venas.

Al menos no tanto, y menos con él, que aunque salió defectuoso, es mi par.

— No agarré tú boba corbata de moño, Per's —le doy la espalda y busco la ropa que llevaré.

Coloco una mano bajo mi mentón mientras la otra la aguanta rodeando mi cintura, examino mi closet, ¿qué puedo ponerme? Debería haber hecho como Perseo, él deja su ropa lista la noche anterior para que no se le haga tarde a la mañana siguiente, así como a mí. Pero claro, yo no soy Perseo, soy Poppy la perezosa, como me dice mamá.

Perseo es raro y astuto como un gato.

— Júralo —dice Perseo a mis espaldas.

— No tengo porque hacerlo —respondo aun examinando mis mudas de ropa.

Tengo suficiente ropa, para todo un año. Desde jeans, short y mallas de diferentes colores y formas, las cuales amo, son mis favoritas. También tengo, camisetas de cuadro de franela y camisetas de bandas de rock. Pero aun así no me decido por algo, es difícil ser mujer en este mundo de apariencias y falsas sonrisas que detrás de ti, te apuñalan de la forma mas dolorosa.

— Ya Poppy, entrégamela, no le diré a mamá —ahí sí, me gire mirándolo con mi ceño fruncido.

— Claro que no le dirás a mamá porque yo no agarré tú tonta corbata, cerebro de sandía —grito exasperada.

Este tonto me está haciendo acusaciones sin argumentos y por supuesto que falsas. Siempre me echa la culpa cuando se le pierden sus cosas, y tiene razón en algunas ocasiones soy yo quien se las esconde, pero esta vez no fui yo. Así que lo ignoro, me doy media vuelta y agarro la primera muda de ropa que se cruza en mi vista y me encamino al baño.

Poppy y el pack de Jared.Where stories live. Discover now