10.

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CAPITULO 10.

Un hombro donde llorar.

— Tienes que ayudarme... —ingreso a la habitación "especial" de Perseo O'Neill, azotando la puerta. El chico ni se inmuta.

— ¿por qué debería hacerlo?

— ¿por qué soy tú hermana? ¡Dah! — respondo de lo más obvia mientras retuerzo mis dedos.

Perseo, me mira por sobre sus estúpidas gafas de científico de noventa años. Son tan viejas que dan flojera mirarlas, intente romperlas una vez, pero mamá no me dejó, ya que son las favoritas de Perseo, porque el famosísimo Stephen Hawking se las obsequió, antes de fallecer, claro. Perseo las conserva desde los 9 años y siempre las utiliza para hacer cualquiera de sus experimentos e incluso para ir a la escuela.

A veces me pregunto cómo es que él y yo compartimos la matriz de nuestra madre.

En fin, una de mis tantas peguntas existenciales.

— Desgraciadamente —responde el muy... cara de chorlito. Cuando quiere se porta como un auténtico idiota, aunque la mayor parte del tiempo es todo un caballero con modales.

Hasta parece no haber sido criado por los mismos padres que criaron a mis hermanos y a mí.

— Me ayudas o le digo a mamá que perdiste su tupper favorito, ese de florecitas que tía Magaly le regaló para navidad —entonces, ahí sí tengo toda la atención de Perseo cerebro de sandía.

La vida es fácil para todos aquellos que saben manipular la situación. Anoten dato.

— ¿Qué hiciste ahora Poppy? —sisea con veneno mientras se desase de esas tontas gafas... que algún día destruiré.

Promise.

— Pues veras querido hermanito...

Comienzo a relatarle lo sucedido, claro, justificándome en cada palabra mi acción. Aunque realmente nunca quise tomarle fotos así a Jared. Siempre que le tomaba salía en boxers o envuelto en una toalla, nunca imagine que iba a ser mi día de suerte, digo, perdón, un mal día. El más traumático de todos; mira que ver el gran... gran amigo que tiene Jared entre sus piernas, es... demasiado traumático—por no decir exquisitamente excitante. Y no me miren así, ando en la edad en la que todo sexo opuesto al mío con cara bonita me atrae y más si tiene un amigo como el que a Jared le cuelga, ok ya, creo que estoy exagerando dado el hecho de que yo jamás en mis vírgenes casi dieciséis he visto un aparato reproductor, okay, si he visto pero digamos que no tan de cerca. No es lo mismo la vida real que la pantalla de mi computador. Me temo que ya di demasiada información, prosigamos—. El caso es que le cuento todo a mi hermano, claro a mi conveniencia, pero como antes mencione, mi hermano tiene un cerebro de sandía y no es nada estúpido.

Perseo alza sus espesas cejas y después rueda los ojos, señal número mil de que no me ha creído ni media letra.

—Eso es una pésima excusa Poppy —se levanta de un tirón del sofá en forma de manopla de béisbol, en el cual estábamos sentados—. Engaña con eso a Callum o a Cecile, o a los tontos de Reece y Richard, pero a mí no.

Tengo la certeza de que le ha dicho estúpidos a nuestros hermanos mayores y eso me alegra, porque así me deja a mí en un promedio de medio inteligente, dado que mis referencias intelectuales y académicas no son las mejores. En fin.

— Ay, ya. Está bien —lo tomo de la muñeca y lo hago sentarse nuevamente conmigo—. Sabes que tengo quince para dieciséis...

—Poppy, eso lo sé —clava sus ojos verdes azul en los míos color caca, definitivamente ese idiota se robó los ojos que yo debería haber tenido. Papá y mamá fueron demasiado ingratos al repartir su ADN conmigo y Perseo—. Desgraciadamente somos mellizos, compartimos matriz pero afortunadamente diferentes bolsas.

Poppy y el pack de Jared.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora