•|Capítulo 4|•

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Elián Henderson

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Elián Henderson

Admito que lamentablemente sentí el ambiente tenso del comienzo. Todos se habían​ removidos incómodos. Algo que todavía en mi cabeza le sigue dando vueltas.

¿Por qué no insistí más en quedarme aquél día después de la confesión de Luna? ¿Por qué simplemente no huí de mis padres?

Ese día quedó en mi memoria para siempre. Todo iba perfecto, desde mi desayuno favorito junto a mi serie favorita y una increíble aventura por el vecindario, todo iba tan bien hasta que llegó la confesión de Luna. De ser el día más feliz de mi vida terminó siendo el peor.
Mis padres se enteraron de aquello e inmediatamente decidieron volver a nuestro antiguo hogar. El amor que Luna sentía hacía mí fue lo que desató todo. Para mis padres fue lo peor del mundo, tanto que decidieron mudarse por mí bien.

Sin saber que al hacerlo terminarían hiriendome más

De algo podría estar seguro; si me hubiesen dicho que volvería a ver a Luna y ella sería mi luz no lo hubiera creído ni en lo más mínimo, es más creo que sería capaz de contarle otro chiste. Pero hoy, después de tantos años, la volví a ver y sin querer quedé como un idiota frente a ella, frente mi luz. Quedé hipnotizado​.
Luna había cambiado demasiado de muchas maneras pero no lo suficiente para no reconocerla; pues ella aún seguía teniendo el angelical brillo amable en sus ojos, la misma dulce sonrisa que tanto adoraba de niño y se encontraba igual de hermosa como la recordaba.

«Su aura es encantadora...» susurró Zion.

Asentí mentalmente dándole la razón.

El aura de Luna brillaba levemente con una dulce calidez, sonreí internamente sabiendo que en algún rincón de su ser aún vive aquella pequeña niña alegre y amable.

Pero volviendo al tema de gran importancia...

Mis opciones de lo que debería hacer en estos momentos era muy pocas; una de ellas era hablar seriamente con Luna sobre nuestra amistad... si es que todavía existe; algo que me preocupaba demasiado, o dejarlo pasar sin preocuparme por nada.

«No. » negó Zion y sentí un pinchazo doloroso en mi cabeza.

  —Luna...—murmuré, ella dejó de hacer añicos a la servilleta con bordes morados y ladeó su cabeza confundida en mi dirección—¿te gustaría...

—Chicos... —carraspeó Matteo interrumpiendome. Tenía la vista fija en un rosado y brillante reloj de pared. —Ya es medio día, pienso que aún es temprano ¿quieren salir a caminar?

—Claro. —aceptó Harry con un leve encogimiento de hombros al igual que los demás. —Pero esperemos que alguien termine su helado—señaló a su derecha y todos volteamos a ver.

Una sonrisa inocente se formó en el rostro de Gemma mientras levantaba ambas manos a los costados de su cabeza. —Ya terminé. — contestó. Su mirada nos recorrió lentamente de uno a uno hasta detenerse en Zac, sus mejillas se tornaron en un tono más rosado y sus ojos brillaron con travesura observando a mi amigo; quién curiosamente tenía la vista fija en sus zapatos como si fuera lo más interesante del mundo, y su sonrisa se volvió maliciosa. Él subió la mirada incómodo y como si captase los pensamientos de esa loca, la observó totalmente espantado.

Luna Where stories live. Discover now