•|Capítulo 8|•

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                         »Tic

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                         »Tic... Toc...«

Los segundos pasaban, la desesperación de la sala iba en aumento y los chicos aún se mantenían en su lugar observando cada uno de nuestros movimientos.

 —¿Qué quieren?— Kayla les gruñó y chocó su hombro contra el hombro de su hermano quién seguía sonriente, pasó por su lado y se dirigió al siguiente sofá para revisarlo.

  —Nada... ¿qué te hace pensar que queremos algo? —le contestó Blas burlón y apoyó su cuerpo en otro sofá cercano con las manos detrás de su espalda igual que los otros.

Ahora que los veo mejor parecen cansados; sus mejillas rojas, las pequeñas pintitas rosadas en sus atuendos y la delgada capa de sudor recorriendo su rostro

«Algo estuvieron haciendo...»

Los miramos de arriba a abajo.—Intuición. —Contestamos al unisono con un toque de simpleza.

Noah sonrió arrogante y levantó una ceja —¿Seguras? —pregunto con un toque de burla aún más notorio que el anterior, alargando la “a”.

Asentimos sin interés.

Harry hizo una señal con su mano y los demás asintieron sonrientes. —Pues lamentamos decirles que estamos aburridos. —se fueron acercando a nuestra dirección con pasos rápidos y los ojos puestos en nosotras, como si estuvieran acechando una presa, y en menos de un segundo sentí un líquido frío que cayó sobre gran parte de mi cabeza, por no decir toda.

Retiré con mis dedos el líquido que resbalaba por mi frente y ojos. Se sentía desagradable. Y cómo si no fuera poco Noah se acercó en un momento de incredulidad y me colocó una manzana en la boca.

«No lo hagas Luna.»

Me giré controlando mis ganas de matarlo. Las chicas se encontraban exactamente igual, a excepción de Gemma quien parecía congelada en su lugar con los ojos bien abiertos y ni hablar de Kayla con sus nudillos blancos por sus puños y sus mejillas cada vez más rojas.

—¡Se arrepentirán... —Gritó llena de furia y en medio de su grito, Elián se acercó y en un rápido movimiento le colocó una manzana en la boca.

—Inténtelo.—Erick sonrió y nos mandó un beso antes de desaparecer por la puerta principal.

Resoplé internamente procesando lo que acababa de suceder. Ahora nos encontrábamos completamente cubiertas de pintura rosa, y con rojas manzanas entre nuestros dientes. Como chanchitos.

«¿Referencia? ¿dónde?»

Mordí la manzana y me la retiré de golpe. No dejaría que se vayan así como así. A punto de seguirlos sentí una mano tomar con fuerza mi brazo y girarme hacia otro lado.

  —¿Qu...—Gemma me señaló una cuerda en el suelo que estaba a punto de pisar si no fuera por ella. Solté un suspiro. Eso estuvo cerca.

 —Gracias. —Dije y ésta se encogió de hombros comiendo la manzana.

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