Luna es una humana común y corriente, algo torpe y sentimental, que con su nuevo corazón roto irá de vacaciones a este misterioso pueblo en busca de olvidar el pasado. Lo que ella no sabe es que ese pueblo en medio del bosque la arrastrará consigo a...
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Luna
«¿Es posible volverse loca de un momento a otro?»
En estos momentos me encuentro totalmente paralizada y estoy comenzando a creer que si me volví loca. ¡Joder! Hasta hace unos segundos me encontraba corriendo con Elián, parecía ser la mejor carrera del mundo y de pronto como si el destino no quisiera que ganara, en mi camino se interpuso una cosita azul que se movía de un lado para otro.
El susto que me dí fue tal que volví a mirar aquello con los ojos bien abiertos. Era un ¿duende? No lo sé, lo que si sé es que me paralize del susto en mi lugar.
Con tan solo pensar que si no hubiese visto al pequeño humano o lo que sea que está frente a mis pies en medio de mi carrera, sin duda alguna lo habría pisado y en estos momentos estaría gritando aterrorizada con algo azul escurridizo pegado al zapato. Pero para mi suerte no fue el caso.
Su pequeña y puntiaguda nariz llamó mi atención de inmediato; se encontraba decorada con intensas chispitas azules como si se tratara de delicadas pecas que recorrían toda la palidez de su rostro hasta llegar a sus orejas, las cuales estaban escondidas entre pequeños rizos de tonos azules y vestía con prendas similares a la de los muñecos. El diminuto humano se fue acercando hacía mí con mucha lentitud como si temiera mi propia reacción y una vez lo suficientemente cerca dejó una pequeña flor blanca en mis zapatos.
«Sé fuerte para lo que viene»
Dijo lentamente en un tono algo agudo y con la mirada fija en mí caminó de espalda al arbusto más cercano, sus ojos marrones se aguaron ligeramente con ¿admiración? Y desapareció entre las hojas.
—¿Fuerte para lo que vien..—
Mi espalda chocó fuertemente contra algo duro. Cerré con fuerza mis ojos ante el impacto y por una maldita rama en mi espalda, inmediatamente me removi tratando de safarme de quién me tenga sujeta. Por un momento se me cruzó por la cabeza la imagen de Blas haciéndome una mala broma hasta que un segundo después supe que no lo era cuando aumentó la fuerza de sus manos en mi cintura. Abrí los ojos desesperada y juro que nunca me había llevado una sorpresa tan grande al encontrarme con un par de ojos azules a pocos centímetros de mi rostro, me congelé por segunda vez en el día. Una media sonrisa se formó en sus labios y llevó rapidamente su cabeza a mi cuello.
Murmuró algo que no logré entender y suavizó un poco su agarre. —...Mi mate.—dijo y gruñó ¿olfateandome?
Me pegué una cachetada mental ¡reacciona Luna!.
—¡¿Qué soy qué?! —grité lo primero que se me ocurrió y me dí otra cachetada mental. Tenía que ser Luna.
Su rostro se hundió aún más en mí cuello; dando pequeños rozes de su nariz sobre mi piel completamente erizada. Me estremecí ante su tacto. Su caliente aliento chocó en mi oreja susurrando lo que menos esperaba que dijese.
