36. Sentimientos confusos

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Sentimientos confusos

[Levi. A]

La calidez del departamento en donde vivía Mikasa me dio la bienvenida cuando puse el primer pie en él, estábamos a inicios de Octubre y el frío ya comenzaba a hacer de las suyas, por lo que fue un gran alivio para mí que adentro fuera cálido. La primer impresión que tuve de él fue que para ser un departamento "modesto", era bastante grande, quizá el doble al lugar en donde vivía con mi madre, había muchas lámparas costosas por todos lados, floreros con flores de muchos colores por todas partes y el piso era cubierto por una alfombra color caqui, por lo que supuse que sería todo un reto limpiarla.

El ama de llaves me había recibido con una amable sonrisa, diciendo antes que nada que Mikasa no tardaría mucho en llegar y que Annie estaba en la habitación de huéspedes. En el hospital le habían dado el alta el día anterior con la condición de que se mantuviera en total reposo durante algunos días. Mikasa se había negado a que Annie regresara a su casa, no cuando el padre de Annie era temperamental y violento, durante el par de días que la rubia estuvo internada él nunca se dignó a aparecer aunque había sido avisado. Los padres de Ackerman nunca estaban en casa, la señora Ackerman trabajaba en la industria de la moda, por lo que era normal que siempre estuviera fuera por las distintas pasarelas y desfiles que se organizaban en París, Milán y Tokio. Por su parte, el señor Ackerman era un hombre de negocios, por lo que constantemente viajaba a Estados Unidos y Canadá.

Mikasa pensaba que en realidad los viajes eran una excusa para no tener que convivir por demasiado tiempo, según ella, sus padres ya no se soportaban y ella sospechaba que se engañaban mutuamente. Pero a Mikasa parecía no importarle, decía que desde niña estaba acostumbrada a ver sus padres un par de días al mes, además, no estaba sola, en el departamento de a lado vivía su abuela materna, quien era la figura materna de Mikasa. Era por eso que Annie se estaba alojando aquí por lo mientras, era bueno para ambas, se harían compañía y Mikasa estaba fascinada con la idea de organizar "noches de chicas" con Leonhardt.

Pensaba en que personas como Mikasa, Annie y Eren tenían todo y al mismo tiempo no tenían lo único que importa de verdad en la vida de cualquier persona: sus padres. Los señores Ackerman nunca convivían con su única hija, siempre viajando y siempre teniendo otras prioridades. La madre de Annie había muerto al dar a luz y el señor Leonhardt era un hombre bastante violento que tampoco le prestaba atención a su hija, siempre preocupado por cuidar su imagen frente a la sociedad. Eren había sido más afortunado en ese sentido, Erwin y Mike habían hecho un extraordinario trabajo como padres, sin embargo, yo sabía que muy dentro de Eren, existía esta parte herida que se cuestionaba constantemente el por qué sus verdaderos padres le habían abandonado sin más.

Llegué a la última habitación del angosto pasillo, mis nudillos se apresuraron para tocar la puerta de madera y enseguida la suave voz de Annie se hizo escuchar. Estaba recostada en la cama mirando una serie en Netflix, en cuanto me adentré en la habitación ella se apuró en apagar la enorme televisión de pantalla plana y acomodarse mejor sobre el colchón de la cama.

Por primera vez, desde que conocía a Annie, tenía el rubio y corto cabello suelto y completamente despeinado, su piel lucía más pálida de lo usual y dos enormes ojeras moradas se ceñían bajo sus azules ojos de pestañas doradas pero a pesar de verse tan mal, mantenía su dignidad intacta, la fortaleza que la caracterizaba estaba ahí. Me acerqué hasta ella y tomé asiento en la orilla de la cama.

—¿Cómo estás?, ¿cómo te sientes?, ¿te duele algo?— Le cuestioné con suavidad, deseando que Annie no malinterpretara mi preocupación con lastima.

—Bien— Su voz salió queda e instintivamente se llevó las manos a su vientre.— No me duele nada. Físicamente siento que podría levantarme en éste momento y patear el trasero de Mikasa en un mano a mano, mentalmente... estoy exhausta.

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