39. Donde las estrellas tocan el suelo

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Donde las estrellas tocan el suelo

[Levi. A]

El aroma familiar del café se aglomeraba por todo el establecimiento, gente entraba y salía del lugar cada pocos minutos y los meseros iban y venían para entregar ordenes a la mesa correspondiente. Me removí inquieto en mi lugar, apretando y arrugando la servilleta de papel que había tomado en algún momento desde que llegamos. Llevé mis ojos a la persona que estaba sentada a mi lado, su hombro y el mío rozándose. Pero Eren ni siquiera me miraba a mí, llevaba cerca de cinco minutos mirando algún punto muerto en la ventana.

Desde que nos encontramos esta tarde lo había notado distraído, su cabeza volando lejos a lugares que yo no podía alcanzar. Ayer habíamos tenido algo así como nuestra primer pelea de novios por teléfono y él ni siquiera lo había mencionado, asumí que se trataba de la presión de la universidad y el emblemático primer partido que pronto jugaría con su nuevo equipo de fútbol tras meses de continuos entrenamientos. Probablemente no era así, y yo quería preguntar, hacer algo al respecto, pero la verdad es que no sabía como abordarlo. Me sentía nervioso, después de todo, Eren era mi primer novio y no tenía idea de qué hacer; a penas llevábamos una semana juntos, esperaba que no se estuviera arrepintiendo justo ahora.

Ante mi propia desesperación, terminé por pellizcar su brazo con un poco más de rudeza de la que realmente quería aplicar. Eren respingó, crispándose por el dolor y regalándome casi enseguida una mirada molesta.

—¿Qué fue eso?— Preguntó, mientras sobaba la parte afectada.

—Es mi forma de dar cariño— Respondí con sarcasmo, Eren arrugó la nariz e hizo un pequeño puchero.— Quería ver si realmente estabas vivo o te habías convertido en alguna especie de zombie.

—No me gusta tu forma de dar cariño— Refutó de inmediato, eso pareció traerlo a la realidad porque ya había despabilado por fin.— Así que pondré reglas para esta relación, la primera: no pellizcar a Eren cuando este distraído.

Fingió indignación e infló las mejillas como niño pequeño que acaba de hacer una rabieta, enarqué una ceja y terminé por pellizcar una de las mejillas que me quedaba al alcance. Eren desinfló sus mejillas con un exagerado gemido de dolor y se llevó los dedos a la zona afectada, que ahora tenía marcas rojas de mis dedos. De alguna forma, me agradaron esas marcas en la piel de Eren.

—Entonces, ¿cuál es la segunda regla?— Cuestioné con algo de diversión.

Eren pareció pensarlo por largos segundos y luego, simplemente arrugó la nariz y cruzó los brazos sobre su pecho.

—Ni siquiera pudiste respetar la primera— Puso los ojos en blanco, pero no tardó en agregar con dramatismo mal fingido:— Te estás burlando de mis reglas.

—Ajá, como sea— Hice un ademán despectivo con la mano, restándole importancia al asunto para hablar de lo que realmente parecía importar.— En serio, Eren, ¿qué pasa? Has estado más distraído de lo usual.

Pronto toda la felicidad juguetona que adornaba el rostro de Eren se cubrió con una ligera sombra de incertidumbre que era dolorosamente palpable en sus ojos. Se movió un poco en su lugar, mostrando la incomodidad que sentía. Sus ojos se movieron por todo el lugar, como para asegurarse de que no hubiera nadie más escuchando lo que estaba a punto de decir, tragó saliva y relamió sus labios, creando un molesto suspenso que comenzaba a irritarme.

—Vas a pensar que estoy enloqueciendo, pero tengo esta sensación de que encontré a mi padre biológico.

Confesó con la voz algo rota y pronto se desinfló por completo en su lugar, desparramándose sobre él, la pesada carga que parecía estar llevando desde quién sabe cuando, se hizo más ligera y le permitió sentirse más relajado. Ante semejante confesión no pude hacer otra cosa que parpadear y mirarlo con algo de sorpresa, de alguna forma, pensaba que era más factible que hubiera encontrado a su madre biológica —Mademoiselle pasó fugazmente por mi cabeza en ese momento—, pero, ¿su padre biológico?, ¿de qué me estaba perdiendo?

Like a girl; EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora