Acordes de Jazz

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P.O.V: ALFRED

-Joder.

-Mira, lo siento Alfred, pero no podemos hacer nada, esto nos supera, a ti y a mí. - Su voz sonaba de fondo, casi imperceptible.- ¿Alfred?¿Sigues ahí?

Había entrado en una especie de trance, mis ojos distantes se perdían en el techo de la cocina, fríos. Sin poder evitarlo comencé a recordar a Amaia. Todo lo que fue nuestra relación, sobretodo el final de ésta. Aquel "Ya no podemos seguir así" retumbó en mi cabeza, aquella escena, esa que parecía haber superado completamente volvió a surgir en su mente y reproducirse en "bucle", una y otra vez.

-¿Alfred? ¿Estás bien? Voy de camino a las oficinas, te tengo que dejar, nos vemos allí en 40 minutos, no llegues tarde.- Comentó Toni, serio, despertándome de aquel angustioso momento.

-Espera espera, ¿Estará ella allí?- Pregunté asustado, temblando. No hubo respuesta, el pitido que indicaba el final de la llamada había sonado antes de que pudiera terminar la pregunta. "Mierda" Me maldije a mí mismo ¿Y si estaba allí? ¿Qué iba a hacer? Hacía demasiado tiempo que no hablaba con ella, y menos, verla. La incertidumbre me estaba matando, realmente no tenía ni idea de como actuaría si llegase a tenerla delante hoy, ni tampoco sabría decirte la actitud que tomaría ella respecto a todo esto.

Cogí mis gafas de sol, respiré hondo, salí de casa y cerré con llaves. Pedí un taxi que me llevase directo a las oficinas. Por el camino no pude dejar de pensar cómo se habría tomado Amaia la noticia, ¿La habrían obligado? ¿Habría aceptado ella misma por pura desesperación? ¿Se habría negado? Suspiré. Solo esperaba no tener que encontrarme con ella ese mismo día, no estaba mentalmente preparado.

Cogí mi móvil y los cascos. Pulsé la playlist de mis canciones favoritas de Jazz, necesitaba calmarme. Esos relajados y armoniosos acordes de blues eran mi refugio, un asilo para mi mente afligida ante la ansiedad que me provocaba la situación. Cerré los ojos y dejé que cada nota, cada compás fluyera por mi tenso cuerpo, cada vez que la música subía de intensidad una corriente eléctrica recorría mi espalda y erizaba los vellos de mis brazos. Sorprendentemente una de mis canciones comenzó a sonar; era de mi segundo álbum, el cuál había destacado por ser mayoritariamente de éste estilo, a diferencia del último, mucho más rockero.


Una vez hube llegado a mí destino pagué al taxista y me bajé del coche. A medida que mis pies me acercaban más a la puerta mis manos comenzaron a sudar exageradamente, ese detalle me devolvió a cierto momento en la Academia de Operación Triunfo; -Amaia y yo, los últimos sin emparejar en la primera clase de Pol, mi mirada furtiva para que entendiera sus intenciones, no hizo falta, con un movimiento de dedos ya estábamos preparados; mi mano vergonzosa en su omóplato, su distante mano en mi hombro, nuestra incómoda postura y nuestras miradas fugaces. "Me sudan mucho las manos" Musité, a lo que ella respondió con unas risas y un cómico "Qué asco" para luego añadir "No pasa nada, a mí también". Sonreímos y las conocidas mariposas comenzaron a hacer de las suyas.-

Me paré, sacudí la cabeza como un perro mojado y deseché el pensamiento. Entré a la recepción y me indicaron la sala. Decidí coger el ascensor, al contrario de lo que normalmente usuaba a hacer, subir por las escaleras. No quería sudar más de lo que ya lo estaba haciendo y el desconocer qué se iba a encontrar allí le heló la sangre.

Una vez arriba solo se interponía entre mí y mi destino una puerta. Una puerta que una vez abierta podría quitarme un gran peso de encima o multiplicármelo decenas de veces, aquella sensación de sentirme como en el experimento del gato de schrödinger, ese desasosiego de sentir que, si habría la puerta y ella estaba allí podría derrumbarme como un castillo de arena al borde de la orilla.

Con un lentísimo movimiento abrí la puerta. Miré a los lados y no encontré a nadie más que a un par de hombres trajeados, uno de ellos, Toni. Suspiré sonoramente, aliviado.

-Buenas, siento la tardanza.-Dije, casi al borde del tartamudeo. Me senté en la silla al lado de mi socio.

-No te preocupes, has sido de los más puntuales a decir verdad.- Comentó el último hombre en la sala, era el tipo que organizaba las fechas y actuaciones de sus conciertos.

Se me paró el corazón por una milésima de segundo ¿Todavía quedaba más gente por venir? De pronto un sonido al otro lado de la muerta hizo que girara bruscamente la cabeza en su dirección, con el corazón desvocado por la velocidad de sus latidos.

Entró un chico, portaba barba y estaba en proceso de apagar su teléfono.

-Buenos días, y disculpen, tenía que atender a una llamada.

Una vez se sentó frente a mí me miró por encima, examinándome.

-Cuánto tiempo Alfred.

-Cuánto tiempo Javier.-Dije tendiéndole la mano a aquel viejo conocido.


Notas de la autora: Bueno, primero de todo mil gracias por todo el apoyo recibido en un solo día y con un solo capítulo, espero que os esté gustando la historia y cómo la estoy llevando, ¡Se aceptan sugerencias de cualquier tipo!

Lo siento si quizás está siendo demasiado lento, pero quiero tomarme las cosas con calma y no acelerarme. Pero tranquilxs, si hay suerte publicaré cada 2-3-4 días más o menos. Un fav y comentario son gratamente agradecidos ¡Los aprecio muchísimo! Así que si tenéis tiempo y ganas os animo a dejar bajo vuestros pensamientos y teoría sobre el fic.

Por cierto, mi Twitter es @geninen_ Por si tenéis curiosidad. Allí podéis hablarme del fic y yo encantadísima, además allí aviso de cada capítulo y ¡así podréis estar siempre al día!

De nuevo, muchas gracias.

Niña del Sol de Tarde [Almaia]Where stories live. Discover now