Sal [EXTRA]

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P.O.V.:ALFRED. (FLASHBACK)

Nuestras manos entrelazadas se movían al compás de nuestros pasos, perfectamente alineados. Una vez escuché que, si caminas junto a una persona y ambos camináis al mismo ritmo y movimiento los corazones hacen lo mismo, como contados con un metrónomo, convirtiéndose en un solo latido, un solo corazón.

Ella, ilusionada, miraba todo a su al rededor, no era la primera vez que estaba allí, pero sí la primera en la que no tendríamos ninguna cámara filmando todo lo que hacíamos y decíamos, por lo que preferimos optar por el silencio. Uno que nos permitiera apreciar aquel camino; arenoso, tranquilo y desértico.

De vez en cuando Amaia se giraba y con los ojos brillantes me dedicaba una de sus características sonrisas antes de volver a mirar al frente. Yo, con una cara de bobalicón de lo mas real le devolvía la sonrisa, dejando al descubierto mis dientes, mis "paletitas".


Llegamos a la playa. Hacía calor y la ropa de calle comenzaba a sobrar, así que en apenas minuto y medio ya lucíamos nuestros trajes de baño. Yo vestía un básico azul oscuro, un poco más corto a las rodillas, ella, un bikini blanco, con preciosos y pomposos bordados que lo decoraban en su totalidad. No pude evitar quedarme embobado mirándola, ella me miró y sin decir ni una palabra, solo moviendo mis labios para que ella pudiese leerlos lo dije "Que guapa estás".

-Tú también estás muy guapo, te sienta bien ese bañador.- Me dijo antes de darme un pequeño azote en el culo y salir disparada hacia el agua, creyendo que así evitaría mi venganza.

Yo fui un poco más despacio. Me gustaba verla así, me gustaba vernos así; felices, sin ataduras, sin cámaras, como una pareja normal. Ella ya estaba adentrándose en el mar y yo no podía evitar el mirarle, jugando como una niña de 5 años que va a la playa por primera vez, sorpendiéndose por el romper de las olas y gritando un "¡Qué frío!" cuando el agua le alcanzaba la barriga, siendo simplemente ella.

Yo ya estaba más que acostumbrado a esas cosas así que me lancé directo, mojando todo mi cuerpo en vez de ir por partes. En mi "acrobacia" salpiqué y todas las gotas cayeron sobre Amaia.

-Ayyy, no hagas eso por favor, buah, qué frío.- Decía mientras se mojaba ella con las manos las partes que el agua todavía no había llegado a alcanzar.

Yo permanecí callado y sonreí. Como un tiburón fui acercándome a ella y cuando la tuve delante le cogí en brazos y la lancé a una parte más honda, empapándola por fin.

-¡Joder!, te odio, por lo menos avísame.- Dijo mientras me salpicaba, enfadada.

-Me encanta cuando te picas, pareces un gatito en su primer baño.- Me reí, y ella me miró, seria y haciendo pucheros. Yo continué con mi risa exagerada al recordar su cara al lanzarla.

En un segundo y sin que yo pudiera reaccionar saltó sobre mí derribándome y hundiéndome por completo. Yo, con ganas de jugar no salí, me quedé quieto, hundido en aquel mar, sin respirar. Amaia al principio reía, hasta que hubo un punto en el que dejó de hacerlo. Estaba nerviosa y se podía escuchar su corazón latir por todo el océano.

-Alfred...-Se acercó a mí y antes de que pudiera tocarme salté y estiré la mano mientras gritaba un sonido parecido al de los zombies en las series. Ella saltó y chilló del susto. Se quedó mirándome con los ojos como platos mientras yo comenzaba de nuevo con aquella insufrible risa "de viejo". Me lancé y le rodeé con los brazos mientras seguía riendo.

-No sabes lo que te estoy odiando ahora mismo.- Me dijo a lo que yo respondí con un fuerte achuchón.

-Ay Amaia, pero si es una broma.-Pasó los brazos por mi cuello y correspondió al abrazo.

Niña del Sol de Tarde [Almaia]Where stories live. Discover now