Haciendo las maletas me acordé de ti

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P.O.V.:ALFRED

En ese momento escuché un sonoro flash de cámara tras de mí, ya había empezado, ya no había vuelta atrás.

Giré la cabeza y lo vi, un hombre de baja estatura salía corriendo cámara en mano. "¡Mierda!" Pensé. Al día siguiente aparecería en las portadas sensacionalistas; borracho y con una revista hecha jirones, menuda publicidad para mi gira. Abatido, harto y cabizbajo llamé a un taxi y llegué a casa.

Una vez en la puerta saqué las llaves. Con los dedos temblorosos intenté abrirla y después de unos intentos fallidos lo logré. Fui directo a la cama, sin pasar por la cocina o el baño. Sin quitarme la ropa de calle me dejé caer en el colchón. Desconocía la hora actual, solo sabía que me moría de sueño y que mañana me encontraría con Amaia.



"PIII-PIII" La alarma sonó, esta vez fue acompañada por una potente vibración en mi muslo, me acordé. Me había dormido con la ropa puesta, y por tanto, con el móvil en el bolsillo del pantalón.

Lo saqué y desbloqueé. Toni me había mandado un whatsapp concretando la hora en el aereopuerto, yo le devolví el mensaje asegurando que llegaría a tiempo. Me levanté.

Me dirigí a la cocina, arrastrando los pies. La resaca me había revuelto las tripas así que opté por un desayuno ligero, evitando la leche. Una tostada de aceite y café solo. Me senté en el taburete, frente a la isla de la cocina, donde usuaba a comer. No puse las noticias ni la radio, me dolía la cabeza y escuchar algo que no fueran mis mordiscos sobre el crujiente pan me haría explotar.

Fui al baño, abrí el botiquín colgado sobre la pared y mis manos urgaron entre las cajas hasta dar con la de la aspirina. Me la tomé y fui al sofá. El avión saldría a las 19:00. Decidí que por mi propio bien debía descansar así que me tumbé en el sofá, con una almohada a los pies.


Dos horas más tarde desperté, sudado. Era verano y mi piso no contaba con un aire acondicionado para refrescar el ambiente así que debía optar por una versión más clásica: ventiladores y abanicos.

Ya apenas me dolía la cabeza y minutos después de remolonear me levanté. Me reorganircé la mañana; decidí quedarme en casa haciendo las maletas ya que todavía no las tenía e iba un poco justo de tiempo.

Me dirigí al baño y me lavé la cara. En el proceso mis dedos pasaron por mi mentón, el cual estaba cubierto ligeramente por vellos. Así era, mi barba incipiente de una semana ya empezaba a manifestarse, y, realmente, me daba un toque bastante roquero. Sonreí, no sé que me pasaba pero aquel día me encontraba extrañamente guapo. Mi autoestima no había sido la mejor en los últimos años pero poco a poco comenzaba a recuperar la confianza, sobretodo cuando estaba encima de un escenario, guitarra en mano; en esos momentos, era el rey.


Avancé hasta la habitación y saqué dos maletas del armario. Una azul marino y la otra marrón y beige. Las abrí y coloqué en el suelo, cerca de la cama. Debía prepararme ropa para varios días además de objetos personales como el portátil o algún libro.


Con parsimonia abrí los cajones donde guardaba los pantalones. Uno tras otro, los más cómodos. También escogí dos más elegantes, por si la situación lo requería. Los fui plegando y colocando estratégicamente en la maleta; realmente se me daba bien esa tarea, de naturaleza era un chico ordenado, el desorden me molestaba y me veía en la obligación de recogerlo yo mismo. En ese momento recordé.

Niña del Sol de Tarde [Almaia]Where stories live. Discover now