Quién me mandaba a mí

1.5K 85 6
                                    

P.O.V.:AMAIA

No podía negar que estaba nerviosa, cómo no iba a estarlo. Javier no podría acompañarme al aereopuerto y debía ocuparme de todo yo sola. Qué poco acostumbrada estaba a eso. Parecía que en los últimos años todo el mundo sabía como cambiar mi vida menos yo; era una desconocida en aquel cuerpo, una mera imagen ante los focos, que en la intimidad, perdía su luz, más propia de las luces led de un "todo a cien",  que se apaga y se enciende con un simple botón, pero que cuyo resplandor jamás puede compararse al del sol.

Hace algunos años yo había sido ese sol. Allí donde iba parecía destacar, no por mis acciones, sino por mi mísera presencia, aquel candil que parecía llevar en mi alma iluminaba todo a su paso, haciéndome resaltar, tal como el astro ardiente, siempre constante, siempre iluminado.

"Pareces el sol de los Teletubbies"

Esa voz. Un escalofrío recorrió mi espalda al recordarlo. Con los años había comenzado a olvidar como sonaba aquella voz; no la de los conciertos o las entrevistas, ni siquiera la que usaba para hablar de normal con cualquiera de sus amigos, me refería a otra. Una única. Solo mía y de nadie más, algo que solo yo podía producir y que con nuestra separación se había apagado para siempre. Aquella que siempre sería recordada como "voz de bebé", que usualmente iba acompañada de una sonrisa de bobalicón enamorado y un "Qué mono" por mi parte. Esa era.


Hacía demasiado tiempo que intentaba reprimir ese tipo de pensamientos, ¿Pero la verdad? Ya me daba igual. Me había roto. Aquel tío me había dejado en la más abrupta soledad, sin ningún tipo de amparo, sostén o auxilio. En la más cortante desprotección, desesperación y desasosiego. No le debía nada, ni siquiera se merecía que amordazase mi mente por él. Suficiente tenía que ocultar de puertas para fuera como para encima acallar a mi propia cabeza, me negaba.

Mientras esperaba al taxi saqué mi teléfono. Mis dedos se deslizaron por el menú de WhatsApp hasta llegar al contacto de Aitana, entré. Habíamos hablado más de lo habitual estos últimos días, nuestra amistad había pasado por sus altos y sus bajos, pero en estos momentos no sabía a quién más acudir. Ella conocía a Alfred y por lo menos me daría una opinión más objetiva que el resto de mis amigas.

"Aitana, no sé si podré hacer esto, no sé cuánto tiempo podré aguantar callada."-Mis dedos se movían veloces, acostumbrados al tacto con la pantalla recalentada. Escribía diariamente en mi teléfono, en la sección de notas. No era un confesionario personal ni mucho menos, simplemente dejaba que mis dedos se dejasen guiar por las emociones de vez en cuando, y aprovechaba mis escritos para tratar de sacar letras de canciones.

El taxi pitó delante de mí. Me subí. El conductor parecía querer dar pie a una conversación, la cual seguramente acabaría siendo de fútbol, del tiempo, o algún otro tema trivial sin sentido ni propósito.

Antes de que abriera la boca saqué mis auriculares y los enchufé a mi móvil. Pareció entender la indirecta.

Presioné el botón de aleatorio en mi playlist. El Kanka. Me sorprendí al ver la canción ¿Cómo era posible aquella coincidencia? Esa canción parecía estar hecha para este momento.


Quién me mandaba a mí. ( https://youtu.be/d8TdIv4ENUM )


"Quién me mandaba a mí
cruzar la carretera
aquel día de abril,
aquel día cualquiera.

Quién te mandaba a ti
cruzarte en mi mirada,
así muy porque sí,
así como si nada.

Y quién le mandaba al azar
ponerte enfrente,
y quien me mandaba a mi mirar,
Juanillo, nunca aprenderás.

Niña del Sol de Tarde [Almaia]Where stories live. Discover now