[Diecisiete]

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El clima no estaba mejorando, lo que causaba un ligero problema a la hora de manejar. Normalmente una lluvia repentina no les causaba tantos problemas, considerando que la mayor parte de sus días los pasaban en algún refugio, pero ahora las cosas eran un tanto diferentes.
Odiaban evitar las ciudades, siempre se mantenían en los bosques y campos, donde incluso con los zombies la vida era sumamente tranquila, pero cuando sus recursos se terminaban se veían obligados a ir a ellas, siempre regresaban pero esta vez podía ser diferente.

-No podemos seguir con este clima -comentó John una vez subieron al camper, donde ahora todos estaban para conversar sobre la situación- el bosque aún esta muy lejos y volver no parece ser una buena opción.

-¿Qué sugieren? -preguntó Margie.

-Si las cosas no han cambiado tanto estaríamos a un par de kilómetros de llegar a la ciudad -sugirió Héctor- tal vez ahí encontremos un refugio hasta que el clima mejore.

-¿Ir a una ciudad repleta de zombies? No gracias -Jena rechazó la idea.

-Esta ciudad es pequeña, lo más probable es que hayan pocos y muchas casas en las que podemos quedarnos -recordó Héctor- por ahora es la mejor opción.

-¿Alguna otra idea? -Margie observó a todos, ninguno habló- muy bien, creo que iremos a la ciudad -todos asintieron.

-Héctor nos guiará, los faros de su auto tienen mayor luz -Héctor asintió y bajo del camper, seguido por Elvisa, Nadia y Jena- ustedes lo siguen y nosotros vamos detrás.

-Esta bien -Jeff regresó al lugar del conductor- Fred tu serás mi copiloto.

Fred asintió y se sentó a su lado, Margie, Álvaro y John bajaron para subir a su auto, Jeff esperó a que Héctor se pusiera al frente y comenzó a conducir.

-¿En verdad piensas que es una buena idea? -Jeff observó a su hermano unos segundos- porque no hemos tenido buena suerte en las ciudades.

-Solo será por una noche, tu sabes que las lluvias no tardan mucho por aquí - Fred observaba el camino con detenimiento- ¿No te sientes confiado?

-Mientras no haya más sorpresas yo estoy bien -Jeff dejo de tomarle importancia. Fred por igual, regresando su vista a los retrovisores- estoy harto de las sorpresas.

-¿Ni siquiera una buena? -Fred dejo de ver los retrovisores.

-¿Cómo cual?

-Oh no lo sé, tal vez una nueva historia de amor.

-Espera ¿Me estas diciendo que te has enamorado? -Jeff lo miró con sorpresa- no me esperaba eso de ti hermano.

-Nunca dije que fuera una historia mía -Fred sonrió al ver la confusión en el rostro de su hermano.

-No te entiendo entonces.

-Como dije será una sorpresa, no dudó en que pronto todos lo sepamos... -Fred dejo de hablar un momento- aunque lamento haber perdido la apuesta.

Jeff lo observó con mayor confusión, pero no hablo más y siguió conduciendo. Fred en cambio se alegro de haber puesto aquella duda en la mente de su hermano, pues lo llevaba conociendo por mas de 20 años, y sabía que justo ahora crearía miles de posibilidades para aquellas palabras, sin embargo también sabía que, así como no había pensado en que él podría enamorarse, tampoco lo pensaría de aquel pequeño niño que se había convertido en su hermanito al cual juro proteger; aunque ya no era un niño y no necesitaba protección por el momento.
A tan sólo unos pasos de donde ellos estaban se encontraban Samuel y Guillermo, ambos en el sofá, sólo que el único despierto era Samuel, Guillermo se había dormido hace rato y ahora descansaba a su lado, recargando su cabeza sobre el regazo de Samuel; aquel chico que acariciaba los mechones largos de su cabellera, acción que no fue pasada por alto por Fred. Puede que fuera sólo una acción que ambos tenían como costumbre y sólo estaba pensando en ideas absurdas, o simplemente tenía razón y una nueva historia de amor se estaba formando.
Samuel no pensaba si quiera que Fred estaba creando miles de historias entre su mejor amigo y él, y era de esperarse si se tomaba en cuenta que Fred era un gran soñador, todos lo sabían, no había una noche aburrida si Fred estaba ahí, pues podía contarles magníficas historias sin problemas; claro que, todas ellas eran ficticias, con héroes y damiselas en apuros, llena de seres extraños y objetos mágicos, casi nunca historias de amor, aunque ahora lo hacía, fantasear con una linda historia de amor en donde sus protagonistas aún no entendían lo que era si quiera eso. Samuel no pensaba en eso, sólo actuaba de la manera que creía por su cuenta, como consolar a Guillermo, darle mimos mientras dormía, repasar en su mente sus facciones o adorar lo lindas que eran esas facciones, sólo actuaba por como si corazón dictaba.
Peinaba con cuidado los mechones rebeldes que se colaban por la frente de su amigo, en ocasiones incluso acariciaba su mejilla; aquellos mimos habían despejado cualquier tensión en el rostro del menor, incluso diría que el sueño, pues ahora aquellas bellas pestañas se estaban moviendo.

Reglas en Zombielandia || Wigetta Where stories live. Discover now