Perros.

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Esto sólo es producto de mi necesidad de escribir momentos de estos dos, aunque no he quedado muy satisfecha con el resultado. ¡Espero que os guste!

-- Ago, de verdad no me vas a decir a dónde vamos. Cuestionó el joven catalán.

Estaban en Adeje, aprovechando el parón de conciertos Raoul había viajado a pasar el finde. Ese día Agoney le había despertado y montado en el coche sin decirle nada.

-- En una sorpresa Raoul.

Por fin aparcaron en un parking al lado de un edificio y al acercarse, el rubio pudo leer en un cartel "Perrera".

-- ¿En serio Ago? Cuestionó Raoul perdido.

-- Sí, bueno cuando estábamos en la academia y conté que paseaba perros, dijiste que te gustaría hacerlo y se te veía muy ilusionado. Y he pensado que...

No le dio tiempo a finalizar la frase porque Raoul le rodeo en un fuerte abrazo. Se acordaba de aquella conversación, donde el canario relató su experiencia en una perrera, eso le hizo amar todavía más al moreno.

-- Gracias Ago. Susurró el pequeño.

Agoney no dejaba de sorprenderlo, todavía se acordaba de aquello que comentó hacia más de siete meses. Bueno realmente no sabia por qué se sorprendía tanto. Si el canario nunca se olvidaba de nada de lo que le decía. Almacenaba en su cabeza todos sus gustos, los sitios donde le gustaría ir y las cosas que deseaba hacer al menos una vez en la vida, todo lo que le había contado tanto dentro como fuera de la academia. Y las ponía en práctica para crear citas de ensueño y experiencias únicas solo para él, para verle feliz.

En la academia le dijo que le encantaban las ballenas y que solo las había visto en acuarios, pero moriría por verlas nadar libres y la segunda vez que viajó a Adeje su novio le regalo uno de los recuerdos de su vida.
Ahora iba a volver a hacerlo.

Entraron en la perrera y la recepcionista les llevó hasta donde se encontraban los perros para que se llevasen a los que quisieran.

Agoney eligió un pequeño perro mestizo. Y Raoul para sorpresa del canario se decantó por un pequeño Beagle que se había acercado a él meneando el rabo nada más verle.

Salieron de la perrera con los perros y se dirigieron a un parque cercano a pasear.

Sus manos se rozaron un momento, que Raoul aprovechó para entrelazarlas. El mayor se giro a mirarle para encontrarse con que le evitaba la mirada, pero la sonrisa le delataba. Sonrisa que le contagio al mayor que dio un ligero apretón a la mano de Raoul.
Cuando llegaron a un pequeño lago se sentaron en el césped.

Raoul jugueteaba con los pequeños perros, mientras Agoney no dejaba de mirarle con una sonrisa.

-- ¿Por qué me miras así? Cuestionó el rubio.

-- Porque me gusta verte feliz pollito. Sé que he cometido errores y te he hecho daño, pero he vuelto a encontrar el camino y me he acordado.

-- ¿De qué?

-- De que me prometí que quería hacerte feliz y mantener tu sonrisa siempre. Que quería aprender a quererte, pero a quererte bien y hacerte libre.

-- Que casualidad que yo también me prometí lo mismo.

-- ¿Sí?, pues creo que ambos lo estamos cumpliendo.

-- Sí. Lo creó.

Y sellaron aquel momento con un dulce beso en el que Raoul le acariciaba la mejilla. Se separaron con Agoney mordiéndole el labio inferior al rubio.

Y como Raoul decía, Agoney nunca dejaba de sorprenderlo. Tampoco lo hizo cuando se plantó en Madrid para terminar la mudanza y se trajo al pequeño Beagle consigo. Se dio cuenta de como se había enamorado su novio del pequeño cachorro y lo adoptó.

Viñetas (Ragoney)Where stories live. Discover now