Daniela the killer (parte 1)

46 0 0
                                    

La mirada penetrante de Daniela era de odio, cómo si sus ojos enrojecidos fueran a estallar en cualquier momento dispersando sangre por doquier. A la vez, Daniela profería blasfemias contra lo divino con una voz ronca y agresiva cuyo solo recuerdo me hace estremecer. Su piel era áspera y estaba cubierta de llagas; su cabeza mostraba apenas unos cuantos cabellos y el hedor que provenía de su cuerpo provocaba náuseas. El caso de Daniela es uno de los más interesantes que he testificado.

Raquel, una madre de familia de clase media alta, llegó un día muy afligida a mi oficina para compartir conmigo la terrible pesadilla que se vivía en su casa en los últimos meses.

—Juan Ramón, necesito entender qué le sucede a mi hija Daniela. Creo que me estoy volviendo loca. Mi hija tiene veinticuatro años, es egresada de la facultad de administración de empresas y siempre ha sido una hija ejemplar. Nunca ha tenido problemas con nadie, pero desde hace siete meses empezó a cambiar.

Raquel apenas lograba contener las lágrimas.

—Primero se volvió solitaria y huraña, y ella no era así —continuó—. Posteriormente, al paso de unas semanas, empezó a dejar de comer y de dormir y se quejaba de fuertes dolores de cabeza y mareos, por lo que la llevé con un médico, pensando que estaba embarazada. Resultó que no. Después los doctores la programaron para una larga serie de estudios, pues pensaban que su enfermedad provenía del sistema nervioso central. También le han practicado infinidad de estudios psicológicos.

Tras una pausa durante la cual permaneció con el rostro entre las manos, Raquel reanudó su relato.

—La situación me alarmó aún más cuando comenzó a ser agresiva conmigo, con Carlitos, su hermanito de diez años, y con mi tía Ángela, con quien vivimos. Semanas más tarde su cabellera se empezó a caer: cuando se bañaba quedaban en el piso puñados de cabellos. Esto la motivó a no salir de la casa, porque se avergonzaba, más cuando empezaron a brotarle en todo el cuerpo unas horribles llagas que segregaban pus maloliente.

—Y los médicos, ¿qué dicen?

—Nada concreto. Hemos recorrido toda clase de hospitales de especialidades médicas, le han hecho estudios y más estudios y no han logrado desentrañar qué enfermedad corresponde a sus síntomas. Estoy desesperada. La sirvienta de una amiga me dijo que mi hija tal vez esté poseída. No estoy segura de creer en esas cosas, pero uno de los médicos que la han atendido me recomendó en forma confidencial que la llevara con un brujo. Al principio pensé que se burlaba de mí, pero me lo dijo en serio. Mire, Juan Ramón, nosotros somos una familia católica, pero no sé qué pensar.

Raquel no pudo contener más la angustia y un llanto desesperado se apoderó de ella.

crepypastas (historias reales)Where stories live. Discover now