Alex the proxy

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18 de Abril del 2005

La pequeña se levantó sobresaltada, con la respiración pesada. Sintió que alguién la observaba. Miró a su alrededor y sólo vio a sus compañeras dormir pacíficamente. Ojeó el reloj que estaba en la mesita de luz y suspiro al ver que eran las 3 y media de la mañana.

Giro su vista hacia la ventana y se quedo mirando hacia un punto fijo. Algo había llamado su atención.

Se colocó una sudadera y salió de la cabaña que compartía con 4 niñas y su maestra.

Sintió el pasto húmedo acariciar sus pies descalzos mientras se acercaba a la fogata que yacía en el suelo. Para la pequeña era algo hermoso, nunca había visto un fuego así, estaba atónita. Podía ver su fulgor en esa flama de color amarilla y azul; la brisa chocaba con su rostro. Podría estar horas y horas mirando aquella fogata. Quería sentirlo y sin pensarlo dos veces, se acomodó de rodillas mientras acercaba sus pequeñas manos al fuego...entonces ocurrió. Una voz resonó detrás suya, mientras que en su rostro se apreciaba una gran sonrisa de oreja a oreja.

"¡¿ALEX, QUÉ CREES QUE HACES?!" era su maestra, que se acercó hacia la niña con espanto por lo que acababa de hacer.

05 de Julio del 2009

El viento movía las hojas secas del pavimento con violencia, incluyendo el pasto y los árboles. No era una noche muy agradable, y mucho menos para Alex.

Se la pasaba encerrada en su habitación. No comía, no dormía, daba vueltas en su habitación. Su mente se preguntaba pero sus pensamientos la contradecían. Ya había perdido la noción del tiempo. ¿Cuanto habrá pasado ya desde aquel suceso que le cambió la vida? ¿Tres, cuatro...semanas? Meses? ...años? Quién sabe. Lo más extraño era que no recordaba nada, esos años es como si no los hubiese vivido nunca.

Se dejó caer al suelo y observó con detenimiento las pequeñas cicatrices que poseían ambas manos. Imágenes borrosas acaparaban su mente, y en su entorno, oyó un zumbido tenue. Levantó la vista lentamente encontrado se con su reflejo en el gran espejo de cuerpo completo, y detrás de ella, una figura que no logró reconocer. Se puso de pie y se acercó, sin quitar la mirada de aquel rostro sin expresión alguna. Levantó la mano con intención de tocar el reflejo de aquel extraño ser, pero a centímetros de tocar el espejo, la figura desapareció. Empezó toser y toser. Ese zumbido se hacía cada vez más fuerte provocando le un dolor de cabeza horrible, tosió sangre, y por el rabillo de su ojo le pareció ver la misma figura de hace unos momentos mirándola desde la esquina de su habitación. Volteó para verlo y los ruidos cesaron. Todo se volvió negro.

A la mañana siguiente despertó por unos golpes que provenían de su puerta. Era Diana, su madre. Intentó ponerse de pie pero al instante de hacerlo, cayó de rodillas. El dolor de cabeza la estaba matando, literalmente. Con su mano izquierda agarró su cabeza mientras que la otra la ocupaba para apoyarse en el borde de su cama. Cuando logró estar de pie, se acercó a la puerta y la abrió.

"Niña estúpida, te estuve llamando para que vengas a tomar el desayuno, ¿Acaso no recuerdas que tienes escuela?" dijo la mujer al borde de propinarle una fobetada.

"No te escuché" argumentó la pequeña.

"Como siempre" suspiró resignada y se fue, dejándola con la palabra en la boca.

Se quedo inmóvil en el marco de la puerta. Siempre era lo mismo. Sus padres no la querían mucho porque, desde siempre, percibían algo que no estaba bien en ella. Danielle, su hermana menor, siempre fue la favorita de ellos, no había momento en que no la comparasen con ella, y eso es lo que más odiaba.

"¿Porque no eres como tu hermana?", "Actúa como tu hermana", "Sigue los pasos de tu hermana", y más mierda.

"¿Te encuentras bien?" dijo una voz masculina, sacándola de sus pensamientos.

crepypastas (historias reales)Where stories live. Discover now