9

102 34 0
                                    

Cerré la puerta de un portazo después de entrar, luego la bloqueé con el pestillo, pues no me apetecía que nadie me molestase.

Me miré al espejo con rapidez.
Desastre.

Tremendo horror.

Me quité el vestido lo más rápido posible, el olor a sopa estaba comenzando a hacerse insoportable.

Uhg, que asco.

Me senté en la cama, pegando un largo suspiro. Me toqué el cabello después de notar algunas gotas de sopa cayendo como agua. 

Me levante para apreciarme aún más en el espejo.

Por el amor de Dios, los fideos estaban montando un fiesta en mi cabeza.

Mil veces Ugh.

Me sentía fatal, yo no merecía todo esto. Me habían humillado en la vida, pero nunca me había sentido de esta manera. Volví a sentarme en el borde de mí cama para acto seguido taparme la cara. Me ardía como si se tratara de un volcán, tenía unas ganas tremendas de llorar, de dejar que ese sentimiento lleno de tristeza floreciera y se marchitase en el mismo momento.

Estaba cansada emocionalmente.

Desde que había llegado a este lugar, no había hecho más que recibir maltratos injustificados, miradas llenas de odio y repulsión.

¿Por qué? ¿Por ser pobre? ¿Por no tener a quién me defendiera? ¿Esas eran las razones de un rico para maltratar y humillar a los demás? ¿Acaso merecía la pena aguantar esto? ¿Por qué nunca había llegado a irme de aquí para empezar de cero? ¿Por qué?

Alguien golpeó mi puerta.

 —Natalie—esa voz—. Abre la puerta, por favor.

Gregory...

—¡No, vete!

No quería que me viese en un estado tan lamentable, me encontraba bañada en sopa. Sentía hasta de mí, no pensaba permitir que presenciase mi persona con esta imagen tan deprimente.

Menos todavía él...

—No pienso irme a ninguna parte hasta saber que estás bien—me dijo al otro lado de la puerta.

—Déjame, necesito estar sola—gimoteé como una niña pequeña.

—Déjame, necesito estar sola—gimoteé como una niña pequeña

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

— Natalie, por favor...Abre la puerta—me suplicó—. No pienso moverme de aquí hasta verte delante de mí, me conoces.

Bendito sea, Dios

A veces se me olvidaba lo terco que podía llegar a ser Gregory. Todavía recuerdo aquella vez, donde sus padres quisieron llevárselo de viaje y él no deseaba irse porque tenía ganas de quedarse en la mansión para jugar conmigo. Se había comido un bicho que por suerte no lo había matado, todo simplemente para salirse con la suya. Gregory, era un muchacho bastante terco, demasiado.

Me levanté de la cama, caminado como si fuera un zombie, no tenía ganas de moverme, pero al parecer a Gregory no había quien lo detuviese.

Él era así, no se quedaría tranquilo hasta ver mi estado.

Se preocupaba tanto por mí...

Abrí la puerta, estando cabizbaja.

—¿Qué es lo que quieres, Gregory?—le pregunté una vez teniéndolo frente a mí.

Gregory se acercó, quedando a escasos centímetros de mí. Luego me cogió de la barbilla, haciendo que lo mirase a los ojos.

Mi corazón tembló.

Y mi respiración se entrecortó.

Era increíble que, haciendo tan poco, provocase todo esto en mi cuerpo.

  —Solo quiero que me dejes estar contigo—me susurró—. Te recuerdo que no estás sola...Tú estás conmigo y yo estoy contigo.

Sus palabras tocaron mi alma, ¿cómo alguien de su estatus podía tener un corazón tan puro? Indudablemente, Gregory, merecía todos y cada uno de los pedazos de mi corazón. No existía forma de disminuir, ni mucho menos evitar, que este amor, que tanto sentía mi corazón por él fuese suficiente para igualar todo lo que había hecho para hacerme feliz en esta maldita mansión.

Lo abracé.

—Gracias.

Lo abracé con todas mis fuerzas hasta sentir que sus brazos me correspondían al instante, dejándome sin respiración.

—Natalie—Gregory me llamó.—Hueles a sopa.

Me reí y le golpeé el pecho.

—Idiota.

Siempre haciendo chistes para sacarme una sonrisa.

Me encantaba.

Adoraba su forma de ser.

Él era maravilloso.

Ahora recordé el motivo por el cual me había quedado en este detestable lugar.

Mi amor por Gregory Neilshman, era más fuerte que cualquier otra cosa.

Solamente, por eso me quedaría aquí para siempre.






















  



Corazón Indomable ©Onde histórias criam vida. Descubra agora