Capítulo 4

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- ¿Qué?

- Por qué tan callado pendejo.

- Que quieres que te diga - me aparté de él - voy a mi cuarto.

- Pero si acabas de llegar. No quiero aburrirme solo.

- ¡VÉLEZ! - escuchamos la voz de Renato.

- SIGO AQUÍ, YA VETE DEJA DORMIR - respondió.

Intenté aguantar la risa pero era casi imposible, lo tenían peor que a un niño.

- Qué perfecta mordida tengo - pasó su dedo índice por mi marca en el hombro.

- Sí si claro.

- Qué te quejas, cualquiera quisiera tener mis dientes marcados - se recostó.

- No quiero saber tanto - me acomodé tomando mi celular.

Ambos estábamos en nuestros celulares revisando las redes, él respondiendo algunos mensajes de sus conquistas.

Apoyó su cabeza en mi hombro, no es que era chismoso pero no pude evitar mirar que hacía. Estaba con mi mirada pegada en su celular.

- Con que de chismoso - apagó la pantalla.

- hehe solo un poco - reí.

- Tú qué haces - me quitó el celular y comenzó a ver mi Instagram - que guapo ese hombre - dijo al ver una foto de él.

Llegaba notificación tras notificación, abrió para ver que era.

- Mira somos nosotros - me enseñó el celular - también me llegan muchas notificaciones con fotos de los dos.

- ¿Me lo das? - me referí al celular.

- Espera.

Tomé su celular que estaba en la cama, hice lo mismo que él estaba haciendo, revisar mi Instagram.

- ¿Tantas? - dije al abrir los dm.

- ¡Hey! Deja eso - intentó quitarme el celular y me paré de la cama inmediato.

- Tú también eres muy bella - lo imite leyendo los mensajes - sé un poco más original ¿No? - dije en medio de la risa.

- Eso lo hago en persona.

- Eso lo hago en persona - volví a imitarlo.

Rió al escucharme hacerlo y se acercó para quitarmelo pero comencé a caminar por la habitación leyendo sus mensajes.

- ¡Erick ya!

- Miren que poeta saliste - me detuve al leer un mensaje, pero me arrebató el celular de las manos - ¡Hey!

- Eso no se hace pendejo - me tomó de la parte de atrás del cuello.

En un intento por quitarme le di un golpe de casualidad con mi codo, escuché que se quejó tirándose a la cama.

- No de nuevo - dijo con la mano en su masculinidad.

- Para que me tomas del cuello.

- Ayúdame al menos - seguía quejandose.

Me acerqué para ver que podía hacer, era un exagerado. Tomé una de sus piernas para subirla la cama y jaló de mi cabello.

- ¡AAAAH! CHRISTOPHER.

- Soy bueno mintiendo - rió.

- Vete a la mie...

- ¡Sh! esa boquita, le diré a tu mamá - advirtió.

Comencé a caminar por la habitación buscando mi polera, lo dejaría solo para que se aburra aún más.

- ¿Buscas esto? - levantó mi polera - Qué probabilidad hay de que camines por el hotel sin polera.

Lo que faltaba, ahora tendría que andar cumpliendo retos en la noche.

Nuestro Secreto - Chriserick (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora