Ronda 4. No lo merecías

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Tobías lo descubrió navegando en internet, curioseando como todos los días después de la preparatoria.

–Hey, que es esto...

Su murmuro se escuchó en la habitación vacía, eran las 12:35 p.m. y sus padres dormían.

Abrió una publicación de una famosa página de Facebook, conocida por compartir y publicar leyendas de terror que le daban la vuelta al mundo.

"Engañar a un espejo.

Cuenta la leyenda que hubo un niño que intento engañar al espejo y desapareció. ¿Se lo tragó? Se dice que el hermano de este niño encontró una grieta en el espejo y una nota escrita con sangre que decía "No lo intentes tú también."

El juego es el siguiente: Pon frente a tu cama un espejo, acuéstate en ella y haz como si estuvieras durmiendo, si consideras que engañaste al espejo de que estas durmiendo levanta tu mano con cuatro dedos y verás tu reflejo con solo tres dedos.

Eso quiere decir que engañaste a un espíritu, ahora jamás en tu vida debes darle la espalda a un espejo, te puede llevar a un lugar que no deseas.

El juego no termina ahí, debes pasar por lo menos 48 horas sin dormir y sin darle la espalda a un espejo, si logras eso habrás ganado tu deseo, y parecerá que nunca has jugado aquello."

Era el juego más fácil que había leído jamás, los "materiales" los tenía al alcance, aunque no sabía de que deseo se hablaba.

Se metió a los comentarios de dicha publicación buscando respuesta a su pregunta, para su suerte la encontró rápido.

"He escuchado un fuerte rumor, dicen que Lucifer te cumple un deseo sin reglas si ganas alguno de los múltiples juegos paranormales que existen, pero no he visto que alguien diga si es verdad."

Suspiro mirando la pantalla de su celular y pensó en los múltiples deseos que podía pedir, tenía prácticamente todo, una buena familia, con un buen nivel social, hasta amor, y con las cosas materiales necesarias.

Tal vez una gran fortuna, mucho dinero que pudiera gastar con todas las personas que ama, así sus padres podrían dejar sus empleos y disfrutar al lado de él.

Si algo tenía Tobías es que era un chico inteligente, amigable y que pensaba en todo mundo antes que en él, le gustaba ayudar y compartir lo que tenía, no era para nada un chico desastroso o problemático por eso era querido por todo mundo a su alrededor.

Pero sí era ambicioso, pero su ambición era para ayudar al resto, pensaba en estudiar y graduarse, ganarse mucho dinero y hacer lo que pudiera por niños, animales, adultos, todo aquel ser que pudiera ayudar.

Entonces se decidió, salió de su recámara y corrió directo al baño donde detrás de la puerta se encontraba un gran espejo de borde dorado que podría servirle de mucho.

Lo recargo en la pared, de manera que su reflejo acostado pudiera verse a la perfección, una vez que este estuvo acomodado de manera correcta se subió a su cama y se acostó sobre su costado derecho mirando hacía al espejo.

Cerro los ojos y soltó un largo suspiro para después fingir un bostezo, se acomodó mejor en la misma posición, con los ojos cerrados y la tranquilidad inundando su semblante, sus latidos eran tranquilos, como si de verdad durmiera, su pecho subía y bajaba en un vaivén perezoso, y su cuerpo no se movía casi nada.

Pasaron algunos minutos mientras Tobías seguía en la misma posición, hasta que levantó la mano con 4 dedos levantados, entreabrió sus ojos y miró su reflejo, como decía la página, con tres de ellos nada más.

Juego De Deseos. |TERMINADA| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora