Extra 2. De tres en tres

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Donovan está una vez más demasiado triste y desanimado para levantarse de la cama, tiene los ojos rojos e hinchados después de haber llorado durante más tiempo del que puede recordar, la garganta seca y lastimada después de sus alaridos desesperados y a doloridos, incluso los nudillos demasiados lastimados y un pilar de la habitación con la pintura y parte de la misma cayéndose.

Había pasado, una vez más.

Una vez más habían jugado con sus sentimientos, con él. Habían tomado su corazón y lo habían hecho trizas frente a sus ojos y no conformes, lo humillaron frente a todo el mundo solo por ser como es, un romántico empedernido.

Su padre, como cada vez que sucedía lo mismo, había gritado que dejara de ser tan 'maricón' y se defendiera, que no fuera ridículo y dejara de llorar, porque según él eso es de niñas.

Oh, si tan solo supiera.

Claro que eso no le hizo ningún bien, solo lo hizo sentirse peor de lo que ya se sentía, así que hizo caso a su único amigo e investigó sobre ese juego del que todo mundo hablaba.

No era ningún fanático de los juegos paranormales pero fue tentado por la idea de tener un deseo sin ningún tipo de reglas que impidieran lo que deseaba desde el fondo de su ser.

Abrió el enlace, leyó palabra por palabra lo que decía el sitio y luego se dirigió al apartado de juegos, todos parecían demasiado difíciles para su poca valentía, excepto uno, que si le sucedía como cada vez que tenía miedo y se paralizaba, entonces ganaría. Además, irónicamente llevaba por nombre "El juego del Armario".

El enlace decía lo siguiente:

"Todo lo que tienes que hacer es meterte en un armario oscuro, levantar un cerillo sin encenderlo y decir 'muéstrame la luz o condéname a la oscuridad'.

Al oír cualquier susurro después, tienes que encender el cerillo lo más rápido posible, si no llegas a encenderla a tiempo, algo te cogerá de la espalda y te arrastrará a la oscuridad para siempre. Esto mismo sucedería si tienes la curiosidad suficiente para darte la vuelta para ver qué hay detrás de ti."

Tenía todo lo necesario, incluso la cobardía para no mirar a sus espaldas, su único reto sería encender el cerillo a tiempo.

–Esto se termina hoy. –murmuró. –No seré más su objeto de burla, no más. Ya me cansé de ser el idiota con el que juegan y destrozan cada que quieren.

Estaba lo suficientemente cansado de aguantar tanta mierda como para recurrir a eso.

Fue en busca de los cerrillos, al regresar a su habitación apago todas y cada una de las luces de su hogar, escuchando los ronquidos de su padre.

Seguro de lo que estaba por hacer, se encaminó al armario de la habitación de huéspedes pues recuerda que cuando era apenas un niño no podía acercarse a este sin tener miedo de que alguna criatura de la oscuridad le saltara encima con la intención de asesinarlo de la peor forma posible.

Y por muy patético que eso pareciera, aún le temía.

Entró en la habitación y cerró a sus espaldas, todo estaba a oscuras, lo único que le permitía ver las puertas del armario era la poca luz de la luna que entraba por la ventana junto a la brisa del verano. Su cuerpo entero tembló al dar el primer paso, y luego el siguiente, siguió temblando mientras se acercaba y tomaba la perilla.

Chirrío, haciendo un eco en la habitación que Donovan no sabía que existía. Sintió y creyó con todo su ser haber visto un par de manos que salían en su búsqueda, obligándolo a apartarse y ahogar un terrible grito. Se sintió como un completo idiota al mirar de nuevo y no hallar absolutamente nada dentro.

Juego De Deseos. |TERMINADA| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora