3. DESPRENDERSE

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Minseok sostuvo el afiche con sus dedos fríos. Una fotografía de sí mismo junto a un par de números telefónicos. "Llama si lo has visto" decía. Se había impreso un mes atrás. Minseok cerró sus ojos con fuerza. A veces odiaba lo que era, a veces era todos los días, a cualquier hora; cuando pensaba en su familia, en sus amigos, en Sehun... pero intentaba comprender a Jongdae, intentaba agradecerle por haber tenido piedad. Ahora que sentía una desgarradora sed cada vez que un humano se acercaba, suponía que la culpa era solo suya, por haberse expuesto de esa forma al andar de noche en callejones solitarios. Además, puede que sin contar a Jongdae, esa hubiera sido la noche en que moriría, tal vez a manos del par de ladrones. Pero aún así... su familia no merecía guardar la esperanza de que algún día volvería.

Jongdae le había dicho que no saliera, prometió que le enseñaría a cazar humanos más adelante, aunque Minseok no estaba seguro de querer convertirse en un asesino, eso claro, mientras los humanos se mantuvieran a buena distancia. Él prefería beber de su maestro, pero eso suponía otro problema, porque beber de Jongdae era excitante de una forma que jamás creyó posible. Minseok prefería beber de su cuello, poder sentir su fragancia, y el sabor de su piel. En todas esas ocasiones, Jongdae también lo besaba en la boca y con sus manos lo ayudaba a correrse, diciéndole que estaba bien, que eso era completamente normal y que ya aprendería a controlarlo. A veces, el aprendiz notaba duro a su mentor, pero nunca había tenido el valor para devolverle el placer; por alguna razón desconocida, presentía que Jongdae se molestaría, así que aunque quisiera aliviarlo también, mantenía sus manos en cualquier otra parte, lejos de la entrepierna de su mentor.

Todo era tan confuso, pero debía hacer algo. Tomó la chaqueta negra que Jongdae le había obsequiado y salió del departamento en el que se refugiaba.

Se deslizó por las calles húmedas hasta estar frente a su antiguo hogar, en donde ahora las luces estaban apagadas. La casa estaba vacía, ahí solo había vivido él, con la presencia constante de su mejor amigo. 

Tal vez su familia ya no podría verlo, pero él quería escribir al menos una nota, inventarse algo, darles la certeza de que todo estaba bien, solo eso. Era lo único que quería. Entró a su habitación en donde todo seguía tal y como lo había dejado. Acarició sus libros y su computador. Ya puesto ahí, decidió que sería buena idea tomar un poco de su ropa para no tener que seguir usando la de su mentor. Hizo su maleta y rebuscó entre sus cuadernos de la olvidada universidad por un pedazo de papel y un lápiz.

Escribió una pequeña carta a sus padres, explicando que se había ido a vivir a otra ciudad y que pronto les escribiría de nuevo, tal vez podría siempre mantenerse en contacto a través de cartas. Bien podría haber enviado un correo electrónico, pero sentía la necesidad de que las personas, que tan preocupadas debían estar aún, tuvieran la certeza de que las letras habían sido escritas por su puño y letra. Luego hizo otra a Sehun. Esta fue más difícil, a él no podía decirle solamente que se marchaba, así, sin mayor explicación. Sehun era su amigo, tal vez un poco más que eso, Minseok no estaba ciego, y si Jongdae nunca se hubiera cruzado en su camino, tal vez pronto se hubieran convertido en algo más. Nunca lo sabría.

Dejó ambas cartas dobladas sobre su escritorio y de pronto el olor lo embrujó. Sus fosas nasales se dilataron, al igual que sus pupilas y esa constante sed atrapada en su garganta empezó a quemarlo. La razón simplemente se esfumó.

¿Minseok?

Minseok se estremeció. El olor en el aire era demasiado, el cariño que sentía por él se desvaneció, ni siquiera se detuvo a pensar por qué Sehun estaba ahí. Todo lo que deseó en ese instante fue saltar sobre la piel que cubría el cuello de su mejor amigo.

2. KING [Chenmin]Where stories live. Discover now