Capítulo 13

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- ¡Dios mío Ana!

Alex había entrado en mi habitación. Mi respiración era más agitada que cualquier otra vez que hubiera respirado. Por más que Alex me hablaba yo solo oía en mi cabeza aquella frase mirando fijamente la pared que había delante de mí.

Sentí algo debajo de mí y por todo mi cuerpo. Entonces me di cuenta de que estaba cubierta de... sangre.

Mi cara, mis brazos, la cama... todo.

- Alex... ayúdame.

Fue lo único que pude decir en un susurro, lo veía todo borroso. Mi cuerpo no podía sentirse más débil. Estaba apunto de desmayarme cuando un grupo de palabras que mi mente no pudo procesar salieron de mi boca.

- Alex... El... El pacto...

~~~~~o~~~~~

Voces a mi alrededor se oían muy lejanas. Notaba un frío a mi alrededor que me estaba calando hasta los huesos.

Abrí poco a poco los ojos, la luz blanca de la habitación me cegaba. Parpadeé un par de veces hasta acostumbrarme a la luz.

Observé que estaba en una habitación blanca. Una mesita blanca al lado de una cama en la que yo estaba tumbada sostenía un ramo de flores de varios colores vivos.

- Al fin despiertas, creí que no lo harías nunca

Observé a Alex acercarse a mí sonriente para después acariciar mi frente.

- ¿Qué... Qué me ha pasado?- pregunté confusa con un dolor de cabeza terrible.

- El médico dijo que perdiste mucha sangre. También dijo que podía haber sido causado por una gran ansiedad o esfuerzo mientras soñabas. Te traje aquí lo antes que pude.

- ¿Y Mark?- la verdad es que no se porqué dije eso, tampoco es que me importara mucho.

- Fue a por unos cafés a la sala de espera.

- M-Me duele mucho la cabeza...

Era un dolor horrible, casi insoportable.

- Llamaré al doctor

Alex salió de la habitación para buscar ayuda dejándome sola.

Intenté recordar algo de lo que había pasado la noche anterior pero fue en vano. No sabía que hacía en ese hospital ni porqué. ¿Qué había perdido mucha sangre?

Necesitaba una ducha instantáneamente. Me sentía pegajosa y mi piel estaba cubierta de un color rojizo claro. Intenté levantarme de la cama poco a poco y ponerme de pie para ir al baño.

Me miré en el espejo. Mi cara estaba completamente blanca, sin contar algunas pequeñas manchas de sangre. Observé los iris de mis ojos. No eran del color de siempre, era de un gris muy oscuro.

- Hombre, ya te has levantado. Parece que estás mejor.

Observé a Alex y a Mark apoyados en la puerta del baño. Mark me miraba de arriba a abajo. Sobretodo lo que esta debajo de mi cuello hasta mis tobillos.

- ¿Qué es lo que estás mirando?

- ¿Eh? ¡Ah! Nada, nada...- río nervioso sobresaltándose por mi pregunta.

Alex me miró rodando los ojos como diciendome "dejalé, él es así". Se acercó a mí achinando los ojos y se paró delante de mí. Me sentí bastante incomoda, me estaba mirando fijamente, a mis, ahora, grises iris. Giré mi cabeza mirando al suelo.

- Creo... Creo que debería volver a la cama- dije sin mirar a ninguno volviendo a la habitación.

Me senté al borde de la cama cuando entró un doctor que se le veía bastante joven.

- Hola Ana, ¿cómo te encuentras?- dijo sonriente.

- Me duele la cabeza y... No me acuerdo de nada de lo que pasó anoche.

- Yo te lo contaré- siguió diciendo- ayer tu amigo...

- Alex- dijo él.

- Tu amigo Alex, te trajo aquí porque te desmayaste después de despertarte de algún sueño o pesadilla. Te encontró rodeada de sangre.

El doctor siguió explicándome los detalles de lo que me habían hecho en el hospital después de llegar a urgencias. Me habían hecho transfusiones para recuperar la sangre que había perdido.

- Ahora deberiamos dejar a Ana sola, necesita descansar- dijo el doctor sonriente.

- Sí, será lo mejor- dijo Alex.

Mark y el doctor fueron los primeros en salir. Antes de irse Alex se acercó a mi oido y me susurró algo que me sobresaltó.

- Por si te sirve de algo, cuando te encontre dijiste "el pacto continúa"- después de decir eso se fue cerrando la puerta.

Recordé. Ese sueño. Esa voz. Me levanté de golpe y me quedé estática en el sitio. Mi respiración se cortó y mis ojos se abrieron de golpe.

- Ahora lo recuerdo todo- dije en alto.

Millones de imagenes se me vinieron a la cabeza de la pesadilla. La voz era demasiado perturbadora para que alguien normal pudiera aguantar cuerdo. Por eso perdí la cordura esa noche. Había visto más dolor del que nadie podía soportar. Sabía que había dicho eso millones de veces, pero no podía evitar repetirlo aunque fuera para comparecerme de mí misma.

Caminé hacia la puerta pensando todavía en lo que había pasado la noche anterior. Busqué a Alex y a Mark por el hospital. Por suerte no era muy grande y les encontré rápido en la sala de espera.

- Ana, ¿qué haces aquí? deberías estar en la habitación descansando- me dijo Alex preocupado y acercándose a mí con un café en la mano.

- Alex, tengo que irme de aquí- dije mirando al suelo.

- ¿Cómo? Ana tienes que quedarte aquí para recuperarte. Tienen que hacerte más pruebas.

Sabía que si algún doctor o especialista me hacía alguna prueba me podría meter en un gran lío, no podía dejar que eso sucediera de ninguna manera.

- Por favor Alex...- dije sin mirarle con tono suplicante.

Alex y Mark se miraron mutuamente y se quedaron pensándolo un momento.

- Está bien Ana...- dijo no muy convencido.

- Gracias...

Fue lo último que dije antes de dirigirme a la puerta de salida con unos preocupados Alex y Mark detrás de mí.

Solo yo puedo verleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora