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Durante las horas siguientes, cada vez que recuperaba la conciencia, sentía como si astillas de vidrio se clavaran en mi cerebro. No podía pensar con claridad. Tenía la impresión de varias sesiones con los oscuros ojos de Daniel Kelly sellados a fuego en mi mente, con mi cabeza sujeta rígidamente bajo
su agarre. En ocasiones Sean también estaba allí, bebiéndose la resaca de mi angustia, haciendo todo aún peor. Kelly parecía furioso de que todavía seguía resistiendo pero finalmente estuve tan confundida que mi mente gritaba por que tomara la salida fácil y accediera a lo que él insistía era la verdad.

— Dime otra vez qué sucedió, Grace. — me ordenó por lo que parecía ya la centésima vez.

— Usted…usted me salvó. — las imágenes de él entrando al hospital para ofrecerme confort luego del baño de sangre en el almacén parpadearon ante mis ojos. Él había venido al rescate de mis padres, nos encontró una habitación privada, pagó por el hospedaje. Siendo tan generoso con la pobre familia inglesa de la que oyó hablar en las noticias.

— Así es. ¿Y quienes te secuestraron?

— Los Benedict. Ellos están enfermos y son malévolos. — No, sí. No
sabía   — Quiero irme a casa.

— No, no quieres. Quieres quedarte aquí en Vegas donde te sientes segura.

Una imagen forzó su entrada a mi cabeza: una habitación con puertas reforzadas y ventanas enrejadas donde nadie podía alcanzarme.

— Me siento segura.

— Con la gente que te ayudó. Sean ha sido tan amable.

— Amable. Gator ha sido amable. Él me trajo el desayuno. Pidió que no me hicieran daño.

— No Gator. Mi hijo, Sean. Él va a ayudarte a sanar.

— ¿Lo hará?

— Sí, se llevará toda esa desagradable emoción de dentro tuyo.

Asentí. Eso sonaba bien. No quería sentir. María entró en la habitación con O’Halloran y Gator detrás. — ¿Está lista? Está tomando demasiado tiempo. Los Benedict ya están en la ciudad y ese canalla de Liam Benedict ha solicitado una orden de cateo para buscar en nuestras propiedades.

Daniel Kelly pellizcó mi barbilla. — Sí, creo que lo está. Un poco de confusión la hará más convincente. Pónganla en posición y luego manden el mensaje a los Benedict de que pueden hallarla en el almacén del viejo aeropuerto. Los dos chicos tienen que ir solos o no habrá trato.

— No vendrán solos, el resto no se los permitirá.

— Intentarán hacer parecer que están solos y eso será suficiente. Los otros estarán demasiado lejos para evitar lo que va a suceder. Nosotros mismos alertaremos a la policía. Un poco de confusión entre agencias en la mezcla siempre ayuda.

Alcé mi cabeza. Esto no tenía sentido. Ya había sucedido, ¿o no era así? Ya había estado en el almacén – sabía quién resultó disparado –Había sangre en mis manos.

María sonrió. — A nuestra pequeña Savant le está costando tener bien en claro los hechos.

— Ella estará bien. Todo lo que tiene que hacer es sentarse allí con el arma en su mano mientras el FBI y la policía discuten de cómo pudo salir todo tan mal. ¿O’Halloran tú tenías un freno a la telepatía?

Él asintió. — Se mantendrá hasta que ella se acerque a uno de ellos.

— Asegúrate de eliminarlos rápido. Tira el arma en sus manos y escapa antes de que la policía y el FBI lleguen. Los quiero preguntándose qué demonios sucedió.

Hija De NarcotraficantesWhere stories live. Discover now