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FINAL

Seis oficiales uniformados se acercaron para esposar a los Kelly mientras Jude continuaba recitándoles sus derechos. Nathan me apartó y me abrazó con fuerza, meciéndome para atrás y hacia delante de manera que sólo las puntas de mis pies rozaban la alfombra.

— No es ese un hermoso sonido ,¿el escuchar que les reciten sus derechos? — murmuró en mi oído, besando el mismísimo lugar sobre el que Sean había baboseado, quitando cada escabrosa sensación. Estaba a salvo. En casa.

— Espero que los encierren y tiren la llave.

— Por la expresión de Jude, creo que él está bastante seguro de que eso
sucederá.

— ¿Sabías lo del teléfono?

— Sí, pero no podía decírtelo, en caso de que los Kelly se metieran con tu cabeza.

Descansé la palma de mi mano sobre su corazón, escuchando el ritmo constante mientras desaceleraba de toda la escalada de adrenalina. No podía parar de temblar — Entonces estás perdonado.

— Nunca imaginé que podrían obligarte a hacer algo como esto, bebé. — hizo señas hacia el desastre que había logrado hacer en el casino.

— No hice nada, recuerdas? Bueno, excepto por lo de dispararle a esa lámpara pero, siendo que era una ofensa al buen gusto, estaba de hecho haciéndoles a todos un favor.

--- ¿De verdad estás bien?

— Sí, lo estoy. Mark me ayudó la otra vez a disernir lo falso de lo verdadero; en esta ocasión, una vez que sentí lo que era falso, todo volvió a su lugar más rápido, gracias a mi Soulfinder. Aunque tengo migrañas. E hice un desastre aún mayor en el penthouse – lo sacudí un poquito.

— Sí, sentimos eso. Estoy impresionado. Encierras un poderoso golpe en ese metro y cincuenta y tantos centímetros.

Alcé la vista para ver cómo se llevaban a los Kelly.

— Alguien tiene que asegurarse que Daniel Kelly no emplee su don para sacarlos de la cárcel.

— Jude par asegurarse de que Kelly no ponga sus garras sobre nadie.

— ¿Y qué hay con los dos Kelly que se escaparon de prisión?

Nathan me alborotó el cabello. — Vamos, Grace, tres arrestos en un día no están nada mal. Los atraparemos tarde o temprano. Lo que quiero saber es cuándo dejarás de huir de mí.

Descansé mi cabeza sobre su pecho. — ¿Huir?

— Nosotros no somos como tus padres biológicos. Podemos hacer que esto funcione. Simplemente confía en mí. Por favor.

Estando en pie, pacíficamente juntos en el caos del casino, tomé una gran bocanada de aire, disfrutando de su esencia a madera y un toque que era exclusivamente suyo. Eso era lo que él significaba para mí: mi lugar de descanso. Había sido estúpuida en pensar que podría sobrevivir sin él. Mis temores me habían cegado del premio que había estado a punto de tirar por la
borda. — Creo que podría haber dejado de huir en el momento en que te paraste frente a mí. Golpeé con mi muro.

Me besó en la cabeza. — Y no me estoy moviendo.

— Bien. Tú eres mi Soulfinder. Ya está. Lo admití. — dije sonrojada. Sus ojos me escrutaron.

Se estremeció de alivio. — ¿Fue doloroso?

— Sí, mucho

— ¿Asustada?

— Hasta el infinito.

— Bueno, no lo estés. La única cosa que realmente debería dar miedo es el no estar juntos.

Mis padres se acercaron con mi nuevo amigo texano, George.

— Este caballero de aquí nos contó lo que sucedió. —  dijo Mamá, mirándome con recelo.

— Ya estoy bien, Mamá.  Jude te lo contará todo cuando regrese.
       

George asintió sabiamente. — Fue terrible, Sra. Bright. Supe que algo no andaba bien con su pequeña desde el momento en que vi sus ojos, todos
vidriosos. Me recordó a un acto de cabaret que vi una vez en el Salón Paraíso. El hipnotista hizo que el hombre de la audiencia cantara como Elvis hasta que chasqueó sus dedos y rompió el encantamiento. —  Me guineó un ojo — Pero esos  tipos malos no lograron que fueras contra tu consciencia, ¿no es cierto Grace?”

— Supongo que no, George.

— Ves, el hipnotismo tiene sus limitaciones. — Dio unos golpecitos a mi mano como lo haría un abuelo — Ve a descansar un poco, Grace.

— Y usted lleve sus ganancias lejos de las mesas de juego  — Señalé hacia la
salida.

Se tocó la punta de su sombrero. ---Por supuesto, señora. Hay un condominio en la Florida que lleva su nombre y espera por mí.

Cuando se fue, me volteé
hacia mi papá.— ¿ Entonces, aún quieres mudarte a Las Vegas?

Jason miró a Jhoana, luego a Nathan y a mí, juntos. — Creo que eso sería un ‘no’ un grandísimo no.





Y LLEGAMOS AL FINAL DE ESTE LIBRO 😫😫

¡AÚN NO PUEDO CREERLO!

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GRACIAS😎

Hija De NarcotraficantesWhere stories live. Discover now