Capítulo 2

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Saliste corriendo de la cocina y Mirio se levantó de la mesa rápidamente dejando los cubiertos que se habían caído en el suelo.

-¿Mirio? ¿Estás bien?.-preguntó su padre preocupado.-¿Has visto otra araña?

Mirio miró a su padre pero giró la mirada rápidamente para correr detrás del fantasma que había subido las escaleras. El rubio corrió y entró se quedó mirando como el espectro intentaba cerrar la puerta pero la traspasaba, fallando notablemente.

-Puedes parar ya.-dijo el ojiazul colocando una mano en el pomo de dicha puerta.-No vas a conseguir cerrarla.
-¡Déjame!-gritaste aún no deteniendo aquél gesto de intentar cerrar la puerta.

Finalmente te rendiste y te tiraste a su cama, hundiendo tu cara (literalmente) en la almohada.

-¿Por qué no quieres ir a mi funeral...?
-No es que no quiera, es que no puedo.-contestó Mirio sentándose al borde de la cama.
-Sí puedes, te pones ropa oscura y vas.-respondiste.-Aunque sea por compasión.

Mirio suspiró y escuchó a su padre gritar, te dijo que volvería y bajó para terminar la cena que había empezado.

-Mirio, sabes que puedes confiar en mi.-comenzó a decir el pelinegro.-Pero no voy a poder ayudarte si no me cuentas que es lo que sucede.
-No sucede nada, papá.
-Claro, y yo nací ayer.-respondió sarcásticamente.-Haz lo que quieras pero seguramente vaya a ser yo quien te entienda mejor que nadie, pero si quieres guardarte los secretos para tus adentros, allá tú.

El rubio dejó los platos en el fregadero y volvió a su habitación encontrándote ahí, en la cama, durmiendo plácidamente con aquella cara de ángel que solo conseguías tener cuando dormías.
Mirio sonrió levemente y comenzó a hacer los deberes que aún no había empezado. Terminó dos horas más tarde y decidió dormirse.
Se tumbó a tu lado ya que habías ocupado parte de su cama y miró tu rostro, quería besar aquella cara pero cuando se colocó la manta por encima vio como te traspasaba y volvió a entrar en la realidad: realmente no podía tocarte y nadie más podía verte. Se giró bajo las sábanas haciendo así que te diera la espalda mientras intentaba conciliar el sueño, pero tardó bastante ya que los gritos e imágenes que se habían repetido por la tarde y en la ducha, volvían.

Ayúdame, por favor!

Cuando volvió a abrir los ojos los rayos del Sol se asomaban por la ventana levantando así a cualquiera que no hubiera bajado la persiana la noche anterior. Mirio gruñó y se levantó mirando a su lado. Vacío.
El rubio suspiró, todo había sido un mal sueño al parecer.

Se puso el uniforme de la academia y preparó la mochila para el día, antes de bajar a la cocina para desayunar, después de todo, era la comida más importante del día.
Dejó la mochila en el pasillo, más tarde la cogería e iría a esperar el autobús. Pasó a aquella sala y se paró en seco.

-¡Tengo hambre!.-exclamaste dándole golpes suaves a la mesa (atravesándolo, claro está) mientras estabas en una de las sillas que se encontraban en aquél lugar.

Parecía que no era un mal sueño después de todo.
Mirio bostezó e ignorándote fue a preparar unos cereales y un vaso de zumo.

-¡Yo también quiero cereales!
-Los fantasmas no coméis.
-¿Quién te dice eso?

Se giró para mirarte y reiste, claro que lo habías hecho para tomarle el pelo, todo te atravesaba después de todo, la comida no sería excepción.
Tras unos minutos el rubio terminó de comer y fue a coger la mochila y marcharse, por fin tendría un rato para no ver al fantasma de su difunta pareja.

-¡Bien! ¡Voy a poder ver a todos otra vez!

O tal vez no.

-¿Acaso no estáis encerrados en un lugar encantado o algo por el estilo?.-preguntó agarrando la correa de la mochila.
-¡Pues como puedes comprobar! ¡No!

El chico de ojos azules suspiró y esperó a que el bus llegara, cuando este llego se sentó al lado de Tamaki, era una suerte que el autobús tuviera poca gente a esas horas de la mañana.

-Buenos días Tamaki.-saludó la personificación del Sol.
-Buenos días, Mirio.-respondió la personificación de la Luna.-¿Cómo has dormido?
-Tumbado, como siempre.

El fantasma que se encontraba sentado delante de ambos chicos se rió ante aquel comentario, haciendo que Mirio girara la mirada.

-¿Has visto algo?-preguntó el peliazabache mirando hacia donde Mirio había dirigido la mirada.
-¿Eh? No.
-¡Saluda a Tamaki de mi parte! Parece que él tampoco me puede ver...

Mirio volvió a ignorarte e inflaste las mejillas en forma de indignación.

-¿No viene hoy Nejire?-preguntó el rubio.
-Al parecer hoy la llevaba su madre a la academia.-respondió el chico de ojos oscuros.
-Oh.

El resto de camino fue un tanto silencioso pero Mirio nunca dejó de perseguirte con su mirada cada vez que te levantabas y fingias que te caias, la primera vez el rubio casi se levanta y cuando Tamaki le preguntó qué estaba haciendo este le respondió que pensaba que esa era la parada.

-Hoy estás más raro de lo habitual.-comentó el chico de pelo azabache.-Ayer también lo notaba mientras hablábamos por teléfono.
-¿A qué te refieres?.-cuestionó confuso.
-Parecía que era como si estuvieras cuidando de un niño pequeño que se subía por la paredes.

Te giraste rápidamente tras escuchar al chico con ansiedad viendo que Mirio parecía sorprendido, pero solo se rió.

-¡Que tontería! Solo tenía un poco de hambre.-mintió.

Se bajaron en la parada más cercana a UA y fueron caminando hasta entrar el gran edificio, donde se encontraba Nejire esperándoles.

-¡Buenos días, panda de lentos!.-saludó con energía.
-No es nuestra culpa que tengamos que venir en autobús.-rió el rubio.
-¡Nejire! ¡Eh, eh, Nejire!-saltabas en frente de la muchacha de ojos azules tratando de que te viera, pero no lo conseguiste.-¡Nejire tampoco me puede ver!

El rubio suspiró ganando así la atención de los otros dos integrantes de los Tres Grandes.

-Chicos... Creo que tengo que deciros algo...-comenzó a decir.

Así también ganó tu atención, no iría a...

-Puedo ver el fantasma de (T/n).

The Night We Met (Mirio x reader)Where stories live. Discover now