CAP 5

407 39 4
                                    

–¿Conoces la leyenda del akiva? –Pregunté, mirándolo. Él frunció el ceño y pareció buscar información en su cabeza, y no pareció lograr encontrarla.

–Ese nombre me suena conocido, pero la verdad es que no lo recuerdo muy bien. –Dijo.

Suspiré. Tendría que explicárselo todo, desde el principio.

–Bueno, se dice que en la antigüedad, un poco antes de que existiera el primer avatar, existió un espíritu que quiso convertirse en hombre. Al venir del mundo de los espíritus, él era capaz de controlar todos los elementos, era capaz de un poder inmenso, más grande que el poder del avatar. Podía comunicarse con los espíritus, hacer que las personas se convirtieran en uno, podía dar vida y quitarla, además de algunas otras cosas más. Y todo el mundo anhelaba ser testigo de aquel gran poder. El primer akiva sanaba a los enfermos y ayudaba a las personas, y entonces notó que los humanos solamente querían aprovecharse de la buena voluntad del akiva, entonces él se molestó ante la codicia humana, y quiso desaparecer por un tiempo, haciéndose pasar por un humano común y corriente. Al no tener al akiva, el mundo se sumió en guerra, y el akiva, molesto una vez más con la humanidad, decidió que un ser humano debía ser el que detuviera la guerra. Le otorgó a un humano el poder de controlar los cuatro elementos, además de darle el poder de viajar al mundo de los espíritus y regresar al mundo humano. Llamó a ese humano avatar, y le dio el poder de reencarnar en cada generación, en cada elemento. Luego de que el mundo conoció al primer avatar, el akiva desapareció, regresando al mundo de los espíritus.

–¿Y qué tienes que ver tú con todo esto?

–No interrumpas. –Gruñí, callándolo.- La leyenda dice, que el espíritu del akiva regresa al mundo humano de vez en cuando, depositándose en un cuerpo humano para ayudar al avatar a traer paz al mundo cuando este corre grave peligro. Algunos antiguos pergaminos afirman la presencia de un akiva en generaciones anteriores, afirmando que el espíritu del akiva solamente se deposita en momentos de necesidad extrema. Y cuando el avatar desapareció, por alguna extraña razón, el akiva depositó su espíritu en mí, el día que yo nací. No tenía idea hasta que tuve catorce años, cuando descubrí que además de fuego control, podía hacer agua control. Creí que yo era el avatar, pero eso no tendría sentido ya que el último avatar, el avatar Roku, había sido nacido en la nación del fuego. Lo que correspondía era que el avatar naciera entre los nómadas del aire, y cuando estos se extinguieron, debía nacer entre los maestros tierra. Así que yo no podía ser el avatar. En un sueño, el espíritu del anterior akiva me visitó, y me explicó algunas cosas. Y entonces entendí que yo no era el avatar, yo era la akiva.

–¿Entonces tú controlas los cuatro elementos? ¿Puedes hacer todo lo que acabas de decir? –Preguntó él, ansioso por saber mi respuesta.

–No en realidad. –Respondí, sonrojándome avergonzada.- Sólo sé fuego control y agua control perfectamente, un poco de aire control y ya. No sé controlar ningún otro elemento y no he aprendido a hacer lo que debería hacer. Soy una vergüenza como akiva. Es por eso que me mantengo escondida y en secreto desde que hui de casa.

–¿Huiste de casa? –Preguntó, curioso.

–No quiero hablar de eso.

–Está bien. Lo siento. –Dijo, y luego se recostó en el césped.- Buenas noches.

Me quedé mirándolo hasta que su respiración tomó un tono tranquilo y supe que había quedado dormido. Sentí que mis párpados se hicieron cada vez más pesados y caí dormida también.


El príncipe y la akiva (Príncipe Zuko)Where stories live. Discover now