CAP 35

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La invasión estaba siendo un éxito. Aang y yo nos dirigíamos en nuestros planeadores hacia el palacio del señor del fuego para enfrentarlo, y antes de eso vi que besó a Katara.

–¿Así que tú y Katara, eh? –Sonreí.

Aang se ruborizó y solamente soltó una pequeña risa nerviosa.

Ambos volamos y entramos al palacio, alertas y listos para pelear contra cualquiera.

Entonces entramos al lugar en el que el señor del fuego debía estar, pero no lo encontramos. No había nadie allí.

Entonces lo entendimos.

Todo era una trampa.

–¡Separémonos! –Le dije.

–¡Iré por Toph!

–Yo iré por alguien que nos ayudará. Si no regreso en quince minutos, sigan con el plan. Yo los alcanzaré. –Dije, y él regresó por ayuda.

Yo partí en busca de un lugar en el que encontraría ayuda: la prisión. Sacaría a Iroh de allí y juntos encontraríamos la base secreta en a que podrían estar escondiéndose el señor del fuego y su familia.

El eclipse comenzaría en menos de un minuto, y aún estaba lejos de la prisión.

El eclipse comenzó, y me acercaba cada vez más.

–Apresúrate, estúpido planeador. –Rogué, usando el aire control para avanzar a paso veloz.

El eclipse duraría solamente ocho minutos, y no podía desperdiciar aquel tiempo.

Llegué a la prisión cuando el eclipse estaba llegando a su final. Al entrar tuve que buscar por cada piso a Iroh, pero no lo encontré. Entonces llegué a un punto en el que vi a varios guardias caídos en el suelo, y luego una celda toda destruida.

Fruncí el ceño al no saber qué pasó, así que obligué a un guardia que me lo dijera.

–¡Se liberó solo! –Exclamó.- ¡Parecía un ejército de un solo hombre!

Entonces sonreí. Iroh había salido bien. Y ahora yo debía buscar a Aang y los demás para ayudarlos a vencer al señor del fuego.

Salí corriendo de la prisión, encontrándome con alguien a quien no esperaba ver frente a mí.

Zuko.

El hombre a quien odiaba y amaba más que a nada en este mundo.

Nuestras miradas se encontraron a la distancia y ambos nos quedamos paralizados por aquel encuentro.

Sin que pudiera evitarlo lágrimas de impotencia comenzaron a correr por mis mejillas, y usé mi planeador para salir volando de allí.

Sentí la mirada de Zuko hasta que me alejé. El eclipse había terminado y habíamos perdido esta batalla. Aang y los demás escaparon en Appa, y supe que debía seguirlos.

Con mi poder de akiva creé una nube sólida en la cual viajar y guardé mi planeador en su estuche, en mi espalda. Con aire control seguí a Appa a la distancia, aunque cansando a mis brazos por la velocidad en la que tenía que moverlos para poder alcanzar a mis amigos que volaban a lo lejos.

Los seguí hasta el templo aire del oeste, donde aterrizaron y yo también.

Me abrazaron al verme y Aang no paró de decir lo feliz que estaba de que yo hubiera vuelto con vida.

Todos disfrutaron dando una vuelta por ahí, y discutimos un nuevo plan. Aang debía dominar los cuatro elementos, y yo tenía que enseñarle fuego control. Pero había un pequeño detalle. Él no quería aprender.

Me sentí mal por aquello y decidí dar un paseo por el bosque cercano al templo, así que para que no me siguieran dejé mi planeador y creé una nube sólida para llegar hasta el bosque.

Comencé a caminar por el bosque en busca de algo interesante que hacer, pensando en aquel encuentro corto que había tenido con Zuko.

Fue como si todas las heridas en el alma que tenía se hubieran abierto de nuevo, y el sentimiento de tristeza, furia y decepción me invadieron. Entonces solté un grito de furia e impotencia, que estuvo acompañado de lágrimas de impotencia.

Eso fue hasta que escuché pasos acercarse y me puse en posición de defensa.

Entonces vi a Zuko aparecer frente a mí de entre los árboles.

Fruncí el ceño y le lancé una bola de fuego.

El príncipe y la akiva (Príncipe Zuko)Where stories live. Discover now