Contra las "J" (#2 Odio a los chicos)

4. Compañeros

Sky:

¿Qué está haciendo el aquí?

Parpadeo sin salir de mi shock al igual que Amy y Hanna a mi lado y el continua sonriéndome, de pronto Hanna comienza a toser y golpea con su codo a Amy.

—Creo que olvide algo en la biblioteca.

Como si esa excusa fuera creíble, Hanna no es de las chicas que van a la biblioteca, ni de hacer tareas, ella es la chica que obtiene las tareas gratis de los chicos y no al revés, amo a esa chica, aunque no esté muy de acuerdo con sus métodos.

—¿Me acompañas, Amy?

Amy capta la indirecta enseguida.—Si, claro.

Demasiado obvio.

Ellas se marchan y yo no aparto la mirada de Jaiden, quien se acomoda, apoyando su espalda en la moto.

Vuelvo a parpadear tratando de encontrar una explicación.—¿Cómo me encontraste?

El sonríe.—Hice mi investigación.

Mis ojos se abren y su sonrisa crece mostrándome eso dientes blancos.

—¿No creíste que te dejaría ir, verdad?

Mis mejillas se acaloran.

—Te necesito.

Eso es ir rápido, amigo.

—Te necesitamos.—Me aclara luego de incomodo e intercambio de miradas que agitan mi corazón.—Tu voz y tú es lo que The Connecticut necesitamos.

Sabía que era demasiado pronto para ser verdad.

Tomo un respiro leve.—¿Por eso estas aquí?

Guarda silencio y sus ojos me miran penetrantes.

—Solo era una de las razones.

—Uhmm.. ¿Hay más?.—Pregunto haciéndome de desentendida.

El aparta la mirada con una sonrisa y sus ojos vuelven a mí luego de que toma el segundo casco y me lo entrega, confundida observo el casco.

—¿Qué?

—Tómalo.—Me pide moviéndolo.—Te llevare a que conozcas personalmente a la banda.

Niego despacio.

—No creo..

Sus ojos muestran confusión.

—Apenas te conozco.

El baja el casco.

—Ya veo, piensas que puedo secuestrarte.

Me cruzo de brazos.

—Creo que ya todos aquí me han visto charlando contigo.

—¿Y eso cómo ayuda?

—¿Prefieres que grite mi nombre?

¿Qué?

Y lo hace.

No solo una, sino varias veces, me acerco a él para detenerlo y pongo mi mano sobre sus cálidos labios, sus ojos se enfocan en mí.

—Ya entendí, no eres un secuestrador.

Puedo sentir como sonríe debajo de mi palma, bajo las manos de mis labios.

—Entonces..—Vuelve a extenderme el casco de protección.

Boto una sonrisa y lo tomo.