Capítulo 10

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Capítulo 10

       Haber cedido un poco en el deseo de aceptar aquella invitación, tendría un precio, y era lo que sabía a la perfección. Todo en la vida tenía un precio a pagar, era lo que había aprendido lastimosamente. A la mañana siguiente Albert volvería a buscarle, no era tonta para no saberlo. Y ella sin quererlo, había aceptado, aunque una parte de ella se debatía en hacer lo correcto. Pero una parte de ella le decía que confiará en él... al menos, una sola vez.



      Un café en la cafetería sería más que suficiente para acabar con aquel asunto.



       No obstante, a la mañana siguiente, el miedo seguía allí, tan latente, como un sello que deja una marcar impresa. Sentía, sin esperarlo después de tanto tiempo, la sensación de que tarde o temprano alguien aparecería en aquella puerta, acabando todo lo que ella había hecho por tanto tiempo.



     Temía, como quizás nunca antes había temido. Y lo admitía, se veía tan paranoica, en su silencio, sabiendo que quizá estaba exagerando. Pero, ¿cómo evitarlo cuando había vivido todo ese tiempo huyendo por miedo?



     Cerró los ojos un momento y luego los abrió. Tenía que controlarse. Era momento de marcharse con Nicole al colegio y asumir que Albert iría de nuevo ese día.



      Lejos de allí, en Los Ángeles, un aliado de Ralph entró en su oficina.



—¿Qué quieres, Gilbert?—preguntó irritado al verlo que entraba sin tocar.

—¿Te has enterado que Albert ha pedido unos días y se ha marchado de Los Ángeles?

—¿Y eso que tiene que ver conmigo?

—Que antes de marcharse pidió un caso en dónde estuviste trabajando tú hace años... Y que coincidía con uno de Derek... ¿no te parece que es mucha casualidad?

—¿Está trabajando en un caso de Derek?

—Es lo que parece... Puede ser que ha empezado a encontrar las piezas que lo lleve a ti.

— ¡ESO LO SÉ IMBECIL!... La pregunta es qué tanta información tiene...—golpeó su escritorio, con toda su fuerza.



     El hombre quien lo miraba, se contuvo de decirle algo ofensivo, tragándose todo aquello que se encontraba en su cabeza. Conocía el poder que tenía aquella familia Brewster. Y sobre todo, el de Ralph. Era un hombre sumamente poderoso, que era capaz de hundir a quien quisiera. No culpaba a aquella mujer que había desaparecido tiempo atrás. Sentía que había sido lo mejor que podía hacer.



     Albert apareció al mediodía, como Selena se lo había temido. Tanto tiempo rechazándolo, evitándolo, ignorándolo, se habían esfumado de repente, y ya no había manera de cambiarlo. Ella aceptaría ese café y podría los puntos sobre las "i" de que no volviera a acercarse a ella. Era lo mejor para ambos.

La Razón Para Continuar (4to libro-Serie "Un Cambio Inesperado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora