Con el corazón roto [PAUSADA]

QUINCE

Todo duele, todo arde, todo molesta. 

Intento incorporarme pero mis miembros no hacen caso a la señal que le manda mi cerebro.

Me arde, no puedo respirar. Mi pecho se hunde por el dolor.

¡No puedo respirar!

De pronto todo se vuelve oscuro y desolado. Tengo mucho frío. Ahora ya no duele, no arde ni mucho menos molesta.

El silencio gélido me abraza y siento paz.

De un momento a otro su cara se aparece.

Tan hermoso, tan lleno de vigor. Sus mejillas están enrojecidas veo que está sudado y agitado. Todo esto es tan confuso. 

Su mirada es la de un cachorro herido y temeroso, como cuando le dije que lo estaba esperando. O como cuando lo hicimos por primera vez. Su rostro me transmite paz, pero en este momento no. 

—No quiero que te vayas —intento decir, pero no puedo mi voz es nula. 

Él solo me observa sin decir nada. ¿Es él?

No puedo hablar.

—Te necesito en mi vida, mi amor —expreso en un hilo de voz. 

Ya nada más importa. Solo vos y yo. Lo lamento. Lamento todo.

Mi voz se quiebra.

Quiero llorar, llorar como un nene, abrazarme a mis rodillas y culminar con mi vida en este preciso instante, culminar con este martirio. 

Mi garganta quema y mis cuerdas vocales están nulas.

¿Qué es esta tortura?

¡Te necesito!

No hay respuestas.

Sus ojos me hostigan y solo se queda en un rincón sin darme alguna respuesta.

—¿Sabes dónde estamos? —Cuestiono una vez más y creo que ahora sí me escucha.

Levanta la vista y se pasa la mano por el labio inferior.

—Shhh —Lleva su dedo índice a la boca, cual cuadro de enfermera.

Intento acercarme a él. Pero una vez más mis extremidades me juegan una mala pasada.

—¿Por qué te fuiste?

Niega con la cabeza, su rostro es indescifrable.

—Quiero tocarte, Luis. —Sueno desesperado—. Decime que pasa.

—No hables. —susurra. Y escuchar su voz es un consuelo—. Todo va a salir bien.

Creo haber escuchado eso antes.

—¿Qué significa eso, Luis? —Indago temeroso y lleno de incertidumbre.