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Malle caminaba nerviosa por los pasillos de la posada. La princesa aún no había regresado de su pequeña aventura. No entendía como se había arriesgado tanto por ella. A penas se conocían, no era su amiga y más bien era como su enemiga. Si antes no tenía muy claro si ayudarlos o no, ahora lo tenía más que claro, ayudaría a Lyubov siempre. 

—¿Me puedes explicar qué estás haciendo aquí fuera? —Miros acababa de aparecer por un extremo del pasillo. 

Malle pudo sentir como todo su rostro y toda ella se paralizaba. 

Miros la miró fijamente a los ojos, Malle sintió miedo, pero no se acobardó y en ningún momento le desvió la mirada. Dudó por un pequeño instante si decirle la verdad o no, pero recordó la lealtad que sentía ahora por la princesa de Kalarra. 

—Es verdad, a veces me olvido que no puedes hablar. —El joven sacó de su bolsa una pluma y un pequeño cuaderno. —¿Sabes escribir? 

La joven maga se sintió insultada, que fuera muda no significaba que no podía hacer las demás cosas. Claro sabía escribir, había estado estudiando en la torre de Raasgriel casi toda su vida. 

Malle asintió con mala cara y empezó a escribir en la primera hoja del cuaderno. 

"No podía dormir, en un momento volveré a la habitación, no te preocupes, no me voy a escapar. Ahora no tengo a donde ir". 

—Creo que me estás ocultando algo. ¿Por qué tan nerviosa? —dijo mientras se acercaba a ella a pasos lentos. 

La joven se quedó quieta sin saber que hacer o escribir en su nuevo cuaderno. Hasta que estuvo a centímetros de él. Entonces soltó un zapatazo al pie del príncipe. Este dolorido soltó un grito. 

Pero alguien no tardó en parar aquel pequeño escándalo. 

—Miros, tu hermana no está. —La princesa de Gyford se dirigía a ellos casi corriendo. 

El príncipe sin pensarlo dos veces más, cogió a Malle por el brazo muy enfadado. 

—Ahora me vas a contar la verdad. 

                                                                                ҉ 

Lyu se sentía algo incomoda ante la mirada de aquel joven que bajaba y subía por todo su cuerpo sin descaro alguno. 

—¿Por qué me buscas? —dijo mientras se arrodillaba bajo ella y empezó a subirle la falda del vestido. 

—¡Oye! ¡No seas descarado! —dijo mientras se agachaba la falda con fuerza. 

El chico rio entre dientes. 

—No te preocupes, no me interesas para nada. Intento curar las heridas de tus rodillas. ¿Me dejas hacerlo señorita? 

Lyu quiso comprobarlo por sus propios ojos, se subió la falda hasta sus rodillas y allí las vio. Tan claras como la sangre  roja que desprendía de ellas. Entonces sintió las manos cálidas del mercenario tocar su pierna derecha. Ella intuitivamente se apartó al tacto. 

—Estate quieta —dijo con una sonrisa mientras la sujetaba con fuerzas pero sin hacerle más daño. 

—Quita esa sonrisa estúpida de tu boca. No sabes a quien te estás dirigiendo. 

El joven mercenario no respondió. Estaba ocupado curando las rodillas rasguñadas de la joven. Cuando terminó se levantó y la miró a los ojos. 

AYSIRIAL, LA NUEVA ERA. ©Where stories live. Discover now