Capítulo 25: "Come, mata, destripa"

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«¿Está Max?»

«No, no está».

«¿Cuándo estará?»


¿Conocen las frases «el mundo es un pañuelo», «el destino es irónico», «todo lo que va, viene de regreso», «ten cuidado porque la modelo con la que trabaja tu mejor amigo podría resultar ser la amiguita de tu ex»?

¿No? ¿Nadie?

Habrá pasado un máximo de cinco minutos desde que nos sentamos en la mesa, seis desde que entramos al restaurante, veinte desde que descubrí que el mundo no es un pañuelo, no, es más que eso, es un grano de sal, un microbio, una partícula de polvo.

Jack ha vuelto a obviar un trascendental detalle, uno tan importante que debería ir con advertencia, pero en cambio decidió que me explote en la cara como grano con pus.

Y Max ¡Max! ¿Por qué él? ¿Por qué no Diego? ¿Por qué no el dueño de la revista? ¿El Papa? ¿Mi padre? ¿Algún extraño? ¡Quien sea!

—¿Qué se les ofrece?

Bien, al menos alguien rompe el silencio, y se trata del camarero.

Sí, esto marcha de maravilla.

—Queremos un solomillo con salsa de foie, un filete de pollo con rebozado de nueces sobre espinaca con curry, un solomillo con chips de verduras y jugo de rustido, y un brócoli salteado con salmón, por favor.

¿Qué sucede aquí? ¿Eso salió de la boca de la chica? ¡¿Cómo supo que iba a pedir el solomillo con foie?! ¿Jack se lo mencionó? ¿Max? ¡¿Mi padre?!

El mesero se retira para que venga el silencio como su reemplazo, algo incómodo para mi gusto, pero ya que soy la tonta del grupo quien se entera al final de todo, no está en mis manos preocuparme.

—He escuchado que se conocen desde la universidad —la modelo decide dar el primer paso, sonriendo amigablemente—, Max y yo también, ¿no es una increíble coincidencia? —se entusiasma demasiado para mí gusto.

Su sonrisa de comercial no me ayuda a disimular la amargura, y que haya mencionado tal dato solo lo empeora. Parece que todo lo que ella hace me fastidia en grandes cantidades.

Me da igual desde cuándo se conocen, me da igual que vivan juntos, ¡me da igual cuántas veces al día lo hacen!

Sorbo un poco del vaso con agua, alucinando aspirar su alma.

—Para mí fue una gran bendición haberme topado con ella aquel día, apenas la vi supe que nuestro encuentro estaba destinado.

Guau. ¿Quién rayos dijo eso? ¿Jack, en serio fuiste tú? Espera, no me digas que lo aluciné.

Al captar el afectuoso gesto con el que me mira, confirmo que no fue mi imaginación y que él en serio lo ha dicho. Le entrego la sonrisa más intensa que me sale, señal de que me siento tan feliz por sus palabras.

Listo. Ya le perdoné. Sus ojos parecen tintinear de esperanza y no puedo dejar de mirarle embobada y a punto de babear...

—Se ve que eres alguien especial, Amelia.

El embobamiento se derrite de mi rostro y cae desparramado al suelo con un sonido asqueroso.

—Lo siento. —Ríe divertida—. Es que he escuchado tanto de ti que quise aprovechar la oportunidad para decírtelo.

Puede que haya intentado ser amable pero no lo siento así, es más, ha sido todo lo contrario.

Ella quiere morir, cumplamos su deseo.

¿Me van a dejar hablar? [Presente MVDH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora