Capítulo 32

9.5K 763 1.3K
                                    

Hola, hola, Anclas! os traigo nuevo capítulo de SIT, ay me encanta demasiado porque es muy emotivo idk. ¡Disfrutenlo! y antes que lo olvide, MILLÓN DE GRACIAS POR TODAS LAS VISITAS QUE ESTÁ TENIENDO. Adoro que se vengan incorporando nuevas lectoras y por sobre todo que las más antiguas lo respeten evitando spoilear (como sucede en otras fic) ¡GRACIAS! tengo al mejor grupito #familiandroide #anclasfavs sin otro más que... SUBÍ NUEVA PARTE DE "¿Lobo estás?" POR QUIENES LEEN ESA HISTORIA. 

Ahora sí, besis. 

------------


Capítulo treinta y dos

"A Thousand Years"

Seré valiente, no dejaré que me alejen de lo que tengo frente a mí.


Liss estaba sentada sobre si sillón de hilos. Cocía con devoción, pretendía terminar ese pequeño mantel para colocarlo en la mesa, ella siempre sintió que tejer era lo suyo, nunca lo ocupó como un rubro siempre lo vio como algo particular de ella, algo íntimo que la relajaba y la hacía sentir realizada. Su esposo siempre le elogió dicha habilidad, había tardes de sol en donde él situaba su cabeza sobre las piernas de Liss y descansaba del árido trabajo en el campo mientras ella enredaba sus dedos en la lana e hilo.

Vieja, algún día me vas a preparar un poncho, ya sabes, pal' frío. articulaba, él bajo la sombra de los árboles situados en el antejardín de la casona.

Liss medio sonrió. ¿No te gusta más una bufanda? A Robert le han parecido guay, no se la quita ni para el sueño. ambos soltaron carcajadas.

Están grandes los niños decía, él melancólico. ¿Crees que serán más que yo?

Yo creo que serán buenos como su padre. Tú tranquilo... fueron hechos con mucho amor.

Mi vieja querida musitó él para abrazar las piernas de su amada esposa.

Desde que su amado había partido, Liss pensó que no iba a encontrar nada en que sustentarse, pero la vida le entregó una familia maravillosa que la amaba y la hacía sentir respetada y sólida, incluso cuando se enfermó de la diabetes, necesitaba unos remedios urgentes de vida o muerte, y su amado hijo Robert había ido a por ellos al pueblo, aquel día de lluvia y frío, lo dejó todo por ella, su madre.

Era la culpa que cargaba con ella todo el tiempo, recordar aquella hazaña por parte de su amado hijo, la cual nunca pudo pagar, sentía que siempre estaría en deuda con él, y peor era cada vez que recordaba que su muchacho padecía de aquel extraño cáncer y que le había abandonado durante mucho tiempo.

—Abuela... –articulaba, la voz melodiosa de Louis. Liss se giró para ver a su nieto acercarse a ella desde la puerta de entrada—

—¡Louisin! –exclamó, la anciana mientras dejaba sus palillos— ¿Sucede algo, cielo?—

—Sucede que ya es la hora... –decía, el ojiazul. A Liss le costó comprender a lo que éste se refería pero luego de saberlo, abrió grandemente sus ojos y sin palabras se puso de pie—

—¿Ya? –articuló, dudosa—

—Y si, por eso he venido, anda, vamos antes de que nos encuentren... –pronunciaba, Louis con una sonrisa— No quieres tardar más tiempo en darle un abrazo a tu hijo ¿no es así?—

Summer in Tennesse  «l.s»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora