Kirby: "La Venganza de los Traicioneros"

Capítulo 8: "¿Desastre Inminente?"

Ya había pasado una semana desde aquel día de diversión en la hermosa y pacífica pradera. Durante ese tiempo, Kirby había estado visitando a sus amigos constantemente para saludarlos, por simple amabilidad, siendo recibido de muy buena manera por Marx y Maglor, pasando un rato con ellos compartiendo y hablando, para luego seguir con su cotidiana rutina.

Pero este día era diferente y especial, pues los tres se encontraban alistándose para ir a ese lugar nuevamente, pero como la comida no puede faltar en un picnic, Maglor estaba preparando sandwishes de jalea hecha con bayas y otros con mantequilla de maní en la cocina de su Astrovelero, posteriormente depositándolos en una cesta de amplio espacio.

Mientras tanto, a unos cuantos metros del Lor, Marx y Kirby estaban en un río, lavando muchas y variadas frutas en el agua, llevando ya dos cajas rebosantes y repletas de ellas.

-¿Crees que con todas estas sean suficientes?- le preguntó el bufón al pequeño, quien se encontraba sumergiendo una manzana en el agua, restregándola un poco para limpiarla, respondiendo a la pregunta de su amigo asintiendo alegremente.

-¡Perfecto! Entonces vamonos- dicho esto Marx se dispuso a caminar de regreso a la nave, mientras Kirby guardó la última fruta, apilando ambas cajas, para levantarlas de mejor manera y volver con Maglor.

-Y dime, ¿qué otra cosa crees que podríamos llevar para el picnic?- dijo el bufón durante el camino esperando una respuesta, pero misteriosamente no escuchó nada, sólo rondaba el silencio por alguna razón. Al mirar a su lado, se dio cuenta que estaba solo, sin compañía.

Muy extrañado, volteó completamente hacia el río y vio a lo lejos que el pequeño no se había movido de su lugar, sino que estaba parado sin moverse, con la vista fija hacia quién sabe dónde, sujetando las cajas por sobre su cabeza.

-Oye, ¿pasa algo?- le preguntó Marx algo preocupado mientras se le acercaba caminando. Kirby sólo se limitó a apuntar con una mano hacia donde estaba mirando sin emitir ningún ruido, aún sin apartar la vista, haciendo que el bufón volteara su mirada al lugar que le estaba señalando, percatándose que se trataba del castillo del rey Dedede.

-No lo entiendo, ¿qué quieres decirme exactamente?- dijo Marx mientras volvía su vista hacia el pequeño nuevamente con una expresión muy confundida y con un tono de intriga en su voz.

En eso, Kirby comenzó a correr en esa dirección, aún llevando las cajas, dejando atrás al bufón en muy poco tiempo -¡Espera!, ¿a dónde vas?- exclamó Marx antes de empezar a seguir al pequeño lo más rápido que podía, pero seguirle el paso era casi imposible de todos modos.

Mientras tanto, dentro del castillo, los Waddle Dees seguían son sus labores diarias y cotidianas, algunos limpiando los pasillos, otros haciendo guardia vigilando las afueras del lugar y otros atendiendo al rey Dedede, quien estaba tomando una profunda siesta sentado en su trono mientras era abanicado por sus leales sirvientes, pero la tranquilidad del lugar fue interrumpida por pasos y gritos desesperados.

-¡E-Espera... me! ¿Qué es... lo que... h-haces? ¿A dónde... t-te las llevas?- se oía una voz anónima dentro del castillo que resonaba en cada rincón como un eco, pero era muy familiar para el pingüino, que estaba despertando poco a poco por aquellos ruidos.

-¿Ah? Pero... ¿cuál es la razón de ese escándalo?- dijo confundido el rey mientras recobraba el sentido y daba un gran bostezo por su previo despertar. Rápidamente, y con el objetivo de hallarlo, la bola rosa entra al cuarto donde estaba Dedede, quien lo reconoció de inmediato -¿Pero qué?, ¿Kirby?- dijo al mismo tiempo que se enderezaba en su asiento real. De inmediato, su curiosa mirada se centró en lo que llevaba arriba de él -(¿Pero qué son esas extrañas cosas?)- se preguntó en su cabeza mientras trataba de saber que eran esos extraños objetos cuadrados, observándolas detenidamente a distancia.Los Waddle Dees que lo estaban sirviendo se retiraron para dejarlos tranquilos, saliendo de la sala para acabar con sus otras labores.