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Un último día en la tierra.

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Carl Grimes

Veía fijamente esa extraña arma que estaba aquí en la armería, era diferente a las demás y podía apostar que prevenía de las armas que le habían robado hace dos días a los salvadores. Tenía diseñado un bate lleno de púas, por esa razón era diferente a los demás. Suspire y la cogí, colocándola en mi cinturón, pues papá había ordenado que todos debíamos estar alerta y claramente protegido. Alexandria estaba bajo guardia y cada residente debía estar preparado para cualquier altercado, pues hace cuatro días un grupo escogido por papá había derrotado a cierto salvadores, lo que provocó que en la salida de ayer ante una nueva expedición de Daryl, Rosita y Denise, los salvadores se encontraran con ello; perdiendo lamentablemente a Denise. Aunque yo sabía que no había sido casualidad, pude jurarle a papá que ellos venían por nosotros; pero no pareció escucharme. Acomode mi sombrero, dispuesto a salir de la enfermería y queriendo dirigirme a mi casa, papá me había pedido que me mantuviera todo el tiempo posible aún lado de Judith.

Salí de la armería, observando la comunidad formada como un desierto, los residentes permanecían más en sus casas y alertados ante cualquier ocasión. Incluso había vigilancia rodante, salía uno del turno y venía otra hacer el turno, la vigilancia estaba las veinte y cuatro horas del día. Baje los escalones del balcón de la armería, viendo a un residente pasarme por lado con intenciones de entrar a la armería, supuse que iría a buscar varias armas también. Empecé a caminar por la acera de la comunidad, viendo así a lo lejos a Natasha Johnson teniendo un tipo de confrontación con Daryl pues esta no parecía estar contenta y desde aquí la escuchaba hablar muy alto y alterada. Decidí no observar y mantenerme distante ante eso, viendo así desde mi andar como Aliana estaba sentada en los escalones de mi balcón, ella estaba cabizbaja, mientras que parecía sostener su navaja en manos. Aliana había estado dos días en la enfermería, siendo cuidada ante un terrible golpe que recibió en la cabeza, en el día de ayer le habían dado de alta. Aunque parecía estar de todas formas bajo cautela por Maggie.

—Te anduve buscando.—dijo ella al yo acercarme hasta él área de los escalones, observando así las pequeñas benditas que tenía en su cien para cubrir su satura, me senté aún lado de ella, mirando adelante.—¿No piensas hablarme?—me pregunto, lo decía por el hecho de que estuve cortante con ella estos dos días y no era por algo que me hubiese hecho.

—No vas a entender... —susurre, mirándola y observando sus ojos verdosos mirarme, mientras que su cabello estaba suelto y bastante peinado. Ella bufó.

—Nunca nadie entiende porque nunca puedes explicar cómo te sientes.—suspiro, enterrando su navaja en un poco de tierra que había aún lado de la acera.

—¿Qué tal si hace cuatro días hubiese sido yo quien me hubiera ida con el grupo?—le pregunte, ella bajo la cabeza y suspiro algo molesta, pues sabía que no me agrado la idea de que saliera.—Llegaste aquí en los brazos de Daryl totalmente inconsciente y con sangre en todo tu rostro, fue suficiente para sentir miedo y no quiero sentir nada de eso, menos tener una preocupación de que podría perderte.—le dije, mientras que evadí su mirada y mire al suelo.

—Wao, te escuchaste tan hermoso diciendo eso.—sonreí, ella nunca tomaba las cosas con seriedad pero siempre le daba un toque de felicidad.—Lo siento, realmente lo siento.—se disculpo, sentí su mano rozar mi mano y como la dejo allí.—Carl, no vas a perderme, nada malo me pasará. No puedo asegurártelo pero puedo asegurarte que puedo protegerme de la mejor forma posible ambos sabemos que podemos morir en cualquier momento, siempre hay que estar preparado para decir adiós.—me dijo ella, observándome a los ojos y llevando sus manos a mis mejillas acariciándolas.

𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐍𝐙𝐀 ─𝐂𝐀𝐑𝐋 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒  ①Where stories live. Discover now