Capítulo 5

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Comencé el mes de abril despertándome una hora antes de que sonara la alarma de mi móvil; no suele pasarme muy a menudo, pero últimamente pareciera ser una costumbre de siempre. Lo peor es que ya no pude volver a dormirme, por lo que me quedo en cama pensando en lo que haré en el día, elaborando notas mentales sobre llamar a mis padres, pagar facturas así como también procurar ir al mandado.

De pronto me veo absorbida por un remolino de pensamientos de nombre Hunter, el cual me hace rememorar en cámara lenta toda la tarde de ayer. Definitivamente esa cita fue la más extraña de mi vida, aunque debo recordarme que aquello no fue una y estoy segura que nunca la tendremos entre nosotros.

Abrumada por mis pensamientos, es que me levanto de la cama para salir a correr por el parque, de esta manera despejar mi mente. Cuando regreso a casa realizo mi rutina de aseo para finalmente ir al trabajo. El día es ajetreado no sé porque no solicité los domingos en lugar de los sábados para descansar, aunque prefiero mil veces estar fuera atendiendo mesas que en la cocina preparando; seguro el chef se vuelve loco con tanto pedido.

Cuando por fin salgo del trabajo, me dirijo al estacionamiento con una idea clara de lo que haré en la tarde, como ordenar comida, pasar al supermercado, pagar mis cuentas, para finalmente volver a casa, ponerme mi pijama y descansar el resto del día en mi cama; lo malo fue que mis planes se ven truncados en el preciso momento que Hunter baja de su auto estacionado al lado del mío.

—¿Qué haces aquí? —le cuestiono acercándome a él con una gran interrogante en la cabeza. Hunter cierra la puerta de su auto para después recargarse en ella.

—He venido por ti, ¿no es obvio? —él responde con una sonrisa tan genuina que hace que me pierda en su expresión.

—Amm, lo que quiero saber es ¿por qué?

—Bueno, mi familia quiere conocer la ciudad. Tal vez no te lo creas, pero es la primera vez que me visitan. Así que... pensé que sería buena idea que nos acompañes.

—Ah, está bien. —Digo con extrañeza—. Pero no era necesario que vinieras hasta aquí, pudiste haberme llamado.

—Claro y luego tú pudiste no haberme contestado. Dime chiflado o lo que quieras pero ya no hay nada que te ate a esta locura, y puede que tal vez ya no quieras participar —aclara llevando su mano detrás de su nuca, dejando en evidencia su tic nervioso.

—Hunter, te dije que te ayudaría, no voy a dejarte solo en esto —expreso con entera sinceridad, esperando no estarme equivocando de nuevo.

De pronto su preocupación se esfuma como polvo esparcido por el viento, tan rápido como una ventisca. Entonces, él me mira de una manera tan profunda que por un instante creo que puede ver en mi interior y conocer todos mis secretos.

—Gracias —murmura, elevando sus labios en una hermosa sonrisa, tan característica de él.

—Bien, pero si lo que quieres es que te acompañe vestida con la ropa del trabajo, estás equivocado.

—Pues no luces nada mal, no veo cuál es el problema con tu ropa —sugiere Hunter provocándome un enorme sonrojo causado tras el recuerdo de aquellas fotos que le envíe por error y que nos trajeron a este momento.

—Tonto, iré a casa a cambiarme. Dime en dónde estarán y ahí te veré —recalco.

Tras despedirme de Hunter, cada uno sube a su auto conduciendo hacia direcciones distintas, pero que pronto tomaríamos el mismo camino del que ninguno de los dos seríamos conscientes. Pues cada elección que hicimos nos llevaría a concretar un mismo destino.

Una hora y media más tarde me veo envuelta por la multitud de turistas que vienen a conocer la ciudad, todos agrupados en el centro histórico de Brisnov. Debí imaginar que esto estaría lleno, sobre todo cuando los grupos de teatro montan su espectáculo fuera del mismo para promocionar sus obras y atraer a los inquilinos a verlos. Cuando llego a la gran fuente de luces del pabellón es que me siento en el borde para poder mandarle un mensaje de texto a Hunter.

Escaleras a la Luna (PAUSADA POR EL MOMENTO)Where stories live. Discover now